Cuando en las escuelas aún se impartía la clase de Historia se estudiaba la conquista del país con tintes de triunfalismo europeo. Muchos maestros pintaban a los vencedores españoles como benefactores que habían venido a “civilizar” a los habitantes de estas tierras. Decían que les habían legado su religión, su idioma y su tecnología, y algunos se atrevían a decir que por todo esto había que estar agradecidos.
En esas lecciones de antaño, destacaban la valentía de Tecún Umán, pero hacían creer que el héroe nacional y sus coterráneos no eran capaces de diferenciar a un caballo de su jinete. Esa narrativa, que poblaba los libros de texto y el imaginario guatemalteco, había sido impuesta por el Estado desde mediados del siglo XIX y en ella, por supuesto, no cabía el cuestionamiento hacia las prácticas crueles e inmorales que utilizaron los conquistadores.
Con el tiempo, historiadores, investigadores y académicos han descubierto evidencias documentales que dan a conocer la verdad y despojan a los lobos de sus pieles de oveja.
El problema es que muchos de los hallazgos históricos, que pueden contribuir a conformar nuevos imaginarios y ayudar a los guatemaltecos a identificarse más plenamente con su doble origen cultural, pueden quedarse para siempre encerrados en los ámbitos de la academia. El sistema educativo nacional no se ha interesado por difundirlos en las aulas. En el Currículum Nacional Base ya no hay un espacio específico para la clase de Historia, por lo que los contenidos que se imparten quedan a criterio del maestro.
Los nuevos libros
Ante el panorama que favorece el desconocimiento y la parcialidad en los juicios de la historia, han surgido una serie de estudios rigurosos que pueden contribuir a darle respuesta a quienes sí se cuestionan acerca de las verdades detrás de lo que siempre se ha relatado. He aquí tres ejemplos de obras realizadas por reconocidos historiadores, académicos e investigadores.
Conquista española de Guatemala 1524-1534, una década de crímenes dantescos
El historiador Horacio Cabezas realza dos antecedentes de la conquista y sus particulares circunstancias: la bula que el Papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) había concedido a España en la cual le confería derechos sobre los territorios descubiertos con el supuesto objetivo de cristianizar a los habitantes y el cuarto viaje de Cristóbal Colón en el que se encuentra por primera vez con Centroamérica y su oro.
En los primeros capítulos del libro de Cabezas, se ve cómo Hernán Cortés, habiéndose consolidado en México, se entera que el español de origen judío Pedrarias Dávila está dispuesto a conquistar Centroamérica. Esto lo hace enviar dos expediciones hacia Honduras y Guatemala, con la misión de evitar que las fuerzas de Dávila se apoderaran de esas regiones. Al mando de las tropas que llegan a Guatemala viene Pedro de Alvarado.
La conquista de Guatemala tuvo otras dos circunstancias que pudieron ser determinantes. Por una parte, la peste que debilitó las potencialidades militares de los habitantes. Por otra, la conflictividad que existía entre quichés, cakchiqueles y tzutujiles, que impidió que se unieran para defenderse del ejército español que venía apoyado por miles de mexicas y tlaxcaltecas.
A lo largo de este libro se puede ver a un Pedro de Alvarado en su justa dimensión de traidor, ambicioso y cruel, más allá de los ya bastante relajados límites que permitía la Corona. Una de sus primeras acciones fue quemar a los Señores Oxib Queh y Beleheb Tzi y a la ciudad de Utatlán. Luego, en cada pueblo que pasó sembró terror con sus tácticas de tortura. Su carácter traidor se manifestó, sobre todo, contra los cakchiqueles, quienes fueron sus aliados y a quienes terminó destruyendo.
Otro personaje que queda muy mal parado en el relato de Cabezas, es Francisco Marroquín, quien sirve a los intereses de Alvarado a cambio de ser nombrado Obispo y autoriza que indígenas que no habían sido capturados en guerra sean marcados y hechos esclavos.
En este trabajo, Horacio Cabezas cita tanto fuentes españolas como indígenas. De las primeras destacan los dos juicios de residencia que se le hicieron a Pedro de Alvarado por parte de la Corona. Cita también al Memorial de Sololá. También hay una crónica del título K’oyoy. Además, cita también algunos hechos relatados en la Colección Somoza (que reúne documentos del Archivo de Indias, recopilados por Andrés Vega Bolaños, y está considerado como uno de los más valiosos aportes a la cultura centroamericana), que si bien centra la mayoría de sus relatos en Nicaragua, también incluye algunos pasajes sobre acontecimientos históricos en Guatemala.
Horacio Cabezas señala que las narrativas que se mantienen vigentes para muchos guatemaltecos son fruto del siglo XIX . En esos tiempos se define una historia que endiosa a los conquistadores “porque trajeron la religión y la cultura occidental”. Indica que fue entre los gobiernos de Justo Rufino Barrios y Manuel Estrada Cabrera cuando se empiezan a escribir libros de texto con estos conceptos y aunque en 1944 se trata de reinterpretar lo que había acontecido, esos intentos terminan con la contrarrevolución. “Entonces continuó la explicación de una Conquista que no fue sangrienta, que no fue genocida, que no fue salvaje. Eso está todavía por volverse a explicar y a generalizar la correcta interpretación”, señala.
Conquista española de Guatemala 1524-1534. Una década de crímenes dantescos. Horacio Cabezas Carcache, Guatemala, 2024. Edición digital.
Fue cosa temible verlos entrar
El libro que recientemente presentaron las autoras Matilde Ivic y Miriam Ramírez de Gálvez surge de su inquietud como investigadoras y docentes de presentar una revisión de las versiones que hasta ahora circulan en Guatemala sobre hechos históricos. Ramírez explica que hay una visión distorsionada y prejuiciosa, que exalta la figura del conquistador y en la que se dice que España trajo la civilización, el idioma y la modernidad a los países que conquistó. “Hacen ver que nuestros pueblos estaban en un total atraso, cuando no era así”, enfatiza.
Al conmemorarse en febrero pasado los 500 años de la llegada de Pedro de Alvarado al territorio guatemalteco, las docentes e investigadoras comparten este libro para contribuir a la comprensión de la invasión y conquista de Guatemala, desde el punto que ofrecen los documentos escritos por nobles quichés, cakchiqueles y siquinajay de habla tzutujil en los siglos XVI y XVII. “No quedarnos solamente con las fuentes castellanas, sino ofrecer al público los contenidos de los documentos y crónicas que escribieron los mayas del altiplano”, asegura Matilde Ivic. Uno de los datos interesantes que destaca este estudio es que, como bien señala Ivic, “fue un choque de tres y no de dos civilizaciones, porque no fue solamente una conquista de los españoles. Esos 300 españoles invadieron acompañados de al menos 10,000 guerreros procedentes de México”.
Las autoras aseguran que la mayoría de historiadores han tenido como fuentes a Bernal Díaz del Castillo y a Fuentes y Guzmán, y cuando leen, por ejemplo, acerca de Alvarado se le ve como un atlas dotado por los dioses, que se enfrentó valientemente a una serie de pueblos salvajes con prácticas anticristianas.
Al inicio del libro, Miriam Ramírez revisa las justificaciones legales que utilizó la corona española para la conquista o invasión. Luego se hace una lectura crítica acerca de cómo las fuentes históricas tenían una intencionalidad de exaltar la figura de los castellanos, a pesar que dentro de los mismos escritos se habla del uso excesivo de la violencia en todas sus plataformas y cómo mientras la ley hablaba de protección, esto no se cumplía. Se exhibe también la disputa legal que se da al querer determinar si los habitantes de este continente tenían alma o no. Se analiza cómo este hecho marca la estructura demográfica, la distribución de la riqueza y la economía.
Matilde Ivic señala que la cronología de la primera etapa de la Conquista, en manos de Pedro de Alvarado, proviene del Memorial de Sololá. “De Alvarado solo sobreviven dos cartas y solamente da dos fechas… No tiene cronología”. Otro punto que destacan las autoras es que fueron muchas las batallas y no solo las que se han contado tradicionalmente. “Hubo una resistencia muy fuerte. Fue una rebelión de 17 años y el último bastión todavía cayó 200 años después”.
Tecún Umán también es un aspecto importante, porque su existencia “es histórica”, añaden. Además, en cuanto a la organización sociopolítica, la figura del cantón, que sobrevivió a la conquista, la Colonia y la época republicana también es digna de destacar en este escrito.
De acuerdo con las investigadoras, el aporte de este libro es dar a conocer un material con una perspectiva crítica, que esté al alcance de los docentes, del ciudadano común y de aquel estudiante que esté interesado por explicar estos orígenes de lo que después va a ser una cultura mestiza.
Fue cosa temible verlos entrar… La Conquista de Guatemala según las crónicas indígenas. Miriam de Gálvez / Matilde Ivic. Editorial Piedrasanta, Guatemala, 2024.
La visión indígena de la Conquista
Ruud van Akkeren ofrece una nueva edición del libro cuya primera versión fue publicada por la Embajada de Holanda en 2007. Cuenta que, en ese tiempo, la antropóloga holandesa Florine Asselbergs investigaba los lienzos que existian en un museo de Puebla, México. Uno de ellos, identificado como Lienzo de Quauhquechollan llamó su atención. Aunque en la localidad se decía que en la pintura se retrataban batallas sucedidas en territorio mexicano, ella se dio cuenta que las características no correspondían.
Tanto Rudd van Akkeren como Florine Asselbergs son holandeses y siendo él investigador de la cultura maya en Guatemala y ella de las civilizaciones prehispánicas en México intercambiaron información. Ella descubrió que lo impreso en el lienzo correspondía más bien a la narrativa de la Conquista de Guatemala. Sabía que tropas quauhquechollan habían acompañado a Jorge de Alvarado y junto a Akkeren pasaron largas jornadas descifrando imágenes y topónimos.
Llegaron a la conclusión que este lienzo era uno de los que se elaboraron para dejar constancia de su participación en la Conquista de Guatemala y se hacía para pedir a la Corona que se les perdonara el pago de impuestos.
El lienzo mide 2.35 × 3.25 m y de acuerdo con Akkerem es, de hecho, el primer mapa de Guatemala. Una fotografía del lienzo aparece en la nueva edición del libro.
A partir de este descubrimiento y análisis, Florine Asselbergs presentó un libro y Ruud van Akkeren quiso hacer un proyecto patrocinado por la embajada de su país en Guatemala. “Hice una gira educativa, para enseñar a maestros y estudiantes sobre el lienzo, pero al mismo tiempo pensé, voy a escribir un libro sobre la Conquista de Guatemala”, cuenta.
Una tercera parte del libro es sobre el lienzo. Otra es una explicación de la ruta que tomó el ejército español que vino con Jorge de Alvarado, en 1527, cuando su hermano Pedro viajó a España.
La otra parte de la obra es la que el autor llama Guatemala a la víspera de la Conquista. En ella Akkeren aprovecha para desmentir mitos como que los indígenas no podían distinguir entre los guerreros españoles y sus caballos. Además, indica: “Los pueblos de Guatemala tenían años comerciando con el centro de México y estaban al tanto de todo. Ellos sabían lo que iba a venir”. “Hablo de la confederación de pueblos en la planicie de Quetzaltenango, sobre cómo era su organización”, añade.
Toca también el tema de la historicidad de Tecún, porque no hay duda de su existencia. “Era un capitán mayor del ejército y su título era vigente”, amplía.
En cuanto a la inclusión de estos conocimientos en el acervo de los guatemaltecos, Akkeren indica “es obvio que el sistema educativo no tiene mucho interés en lo prehispánico y lo que enseña es muy descontextualizado”. Sin embargo, ve con buenos ojos que cada vez hay más materiales que pueden contribuir a dar a conocer la verdad detrás de los mitos.
La visión indígena de la Conquista, Ruud van Akkeren. Editorial Piedrasanta, 2da ed. Guatemala 2024
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