Guatemala, conocida como el “país de la eterna primavera“, ostenta este distintivo apodo con total merecimiento. A diferencia de sus vecinos centroamericanos, Guatemala presume de una diversidad climática excepcional, albergando más de 360 microclimas. Esta riqueza natural sin parangón la convierte en un destino turístico incomparable, ofreciendo una flora exuberante y variada como ninguna otra.
Tras años de lastimar a nuestro planeta, el cambio climático se hace palpable en cada rincón. A diario, se cometen delitos contra el agua, el suelo, el aire y los bosques, elementos esenciales para la vida. Ante este panorama, surge la necesidad de definir jurídicamente el ecocidio. Según la Fundación Stop Ecocidio, se considera como tal “cualquier acto ilícito o arbitrario perpetrado a sabiendas de que existe una probabilidad sustancial de que cause daños graves, extensos o duraderos al medioambiente”.
La tala ilegal de más de 60 árboles en el parque Benito Juárez, patrimonio cultural de la nación desde 2004, es un hecho que sucedió sin permiso de la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural del Ministerio de Cultura y Deportes. La Junta de Vecinos por el Desarrollo y Medio Ambiente de Quetzaltenango (JVDMAQ) ha acusado al alcalde de la ciudad de ecocidio por este acto, considerado como un ataque lamentable contra el medioambiente.
El caso de la tala ilegal en Quetzaltenango es un triste ejemplo de la ineficiencia e ignorancia de algunos funcionarios públicos ante la crisis ambiental. No podemos permitir que este tipo de actos se repitan, poniendo en riesgo nuestro planeta y nuestra propia existencia. Es urgente que se tomen medidas definitivas en Guatemala y en todo el mundo para proteger el medioambiente.
Las olas de calor cada vez más intensas, las sequías más frecuentes y los incendios forestales más devastadores son señales claras de que estamos llegando a un punto de no retorno. Estos eventos deben servirnos como un llamado a la acción para que seamos más conscientes de la gravedad de la situación y tomemos medidas urgentes para proteger nuestro planeta.
Resulta lamentable que aún existan personas que nieguen la realidad del cambio climático. Esta postura, muchas veces impulsada por intereses políticos, pone en riesgo nuestro planeta y el futuro de las próximas generaciones. Negar el cambio climático es negar la evidencia científica y las consecuencias tangibles que ya estamos viviendo.
Es hora de exigir mejores condiciones de vida, pero no solo eso. Debemos actuar para cambiar la situación actual. No podemos permitir que la desinformación y la negligencia comprometan nuestro futuro. Desde nuestros hogares y comunidades podemos impulsar un cambio positivo. Promovamos el reciclaje, la reducción de materiales dañinos y sobre todo, el cuidado y la preservación de la flora.
Como sociedad civil, debemos unirnos para exigir leyes más justas y perentorias que castiguen a quienes dañen nuestro patrimonio natural. Funcionarios, individuos y empresas que atenten contra nuestro medioambiente no deben quedar impunes.
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