Es mentira

Es mentira que sepa lo que quiero, que cante por cantar, que sea mejor torero con toros de verdad. —Joaquín Sabina, "Es mentira"

Marcos Melchor Palencia

enero 25, 2025 - Actualizado enero 24, 2025
Marcos Melchor Palencia

Según Omar Rincón, director del Centro de Estudios en Periodismo de la Universidad de los Andes en Bogotá, la crisis periodística del siglo XX llegó a su cúspide y los medios se divorciaron de los periodistas. Según sus propias palabras, “[…] los buenos periodistas deben buscar otras vidas en internet o escribiendo libros, dictando clases en las universidades o creando redes u ONG para sobrevivir con calidad y dignidad”.

No me gusta releerme, y creo que hoy, estimado lector, puede estar de acuerdo conmigo. No es muy ameno, que digamos. Me leo y me dan ganas de vomitar o tirar el computador por la ventana. Pero lo evito porque me dolería hacerlo. Y porque sé que aún hay lectores, escasos, pero los hay. Al menos sé que usted me está leyendo en este mismo momento. No sé si le he prestado mi computador para que me lea, o lo está leyendo desde su celular; pero que lo está haciendo, lo está haciendo. No hay otra.

Escribir, hoy en día, es un acto masoquista, así como revolcarse en un charco de verdades incómodas. No es ameno. Pero alguien tiene que hacerlo, ¿no? Tal vez sea usted, y no yo. Posiblemente usted escriba mejor, hable mejor e incluso se exprese mucho mejor que yo. ¿No ha pensado en escribir en un diario? Inténtelo, toque puertas, seguro tendrá éxito.

Alguien tiene que decir que hemos llegado a un punto en el que las historias dejaron de ser importantes y se convirtieron en mercancía; donde los titulares no buscan informar, sino viralizar; y donde el columnista, antes narrador apasionado, ahora es un algoritmo humano programado para complacer métricas. Curiosamente, me sale mucho mejor pedirle a Chat GPT que me haga un texto automatizado y sentimental. Evito el desgaste semanal y usted se entretiene. Es un ganar-ganar.

Los medios dejaron de ser el hogar del periodista y se convirtieron en máquinas de producción en serie, donde las historias se fabrican, ya no se cuentan. Pero aquí estamos, intentando ser románticos en una industria que ya no tiene corazón. Algo así como buscar amor en cenicientas de saldo y esquina. No me culpe por la anterior referencia o por la analogía desastrosa; no quiero volver a caer en la perdición de los bares de copas. Por eso es mejor que los buenos busquen otras vidas. Pero ¿qué pasa con los que aún no pueden soltar esta maldita vocación? ¿Qué hacemos los que, a pesar de todo, seguimos creyendo en el poder de una buena historia?

Pues nada. Sobrevivimos sin ningún tipo de calidad o dignidad. Me avergüenza decir: “Sí, lo he escrito” o “Lee esto, lo escribí la semana pasada”. No me pida que le comparta mis textos, por favor; simplemente no son legibles. Me generan hasta indigestión y malestar, y no les veo la importancia.

Pero si usted es terco y quiere seguir leyendo, quiero que sepa que todo lo que he escrito aquí, o donde sea, son hechos verídicos; tal vez un tanto sesgados o satíricos (me fascina y seguiré escribiendo así). Los datos los investigo, anoto y aprendo. No todos. No me venga a preguntar a estas alturas: ¿cuál es el porcentaje de migrantes nicaragüenses que se encuentran actualmente en Guatemala? Eso lo escribí hace mucho y no lo recuerdo con exactitud.

Además, si me lee todas las semanas, creo que ya se habrá dado cuenta de que me refiero a usted como “querido lector”. Ya me he acostumbrado. Espero que usted también, porque simplemente suena… bien. Además, crea conexión, ¿no? O al menos esa es la intención.

Espero también que se haya dado cuenta de que últimamente los textos han cambiado. Antes eran más revolucionarios y políticamente inestables. Algunos lo siguen siendo, y me gustaría que siguieran siendo así; pero he dejado eso un poco atrás y me he dado un descanso.

Y hasta este punto he reflexionado sobre el título de esta columna: ¿Qué es mentira?, ¿qué no es mentira?

No es mentira que pensar cuesta. Leerme también cuesta mucho.

Nada es mentira.

Y por eso le pido perdón.

Etiquetas:

Todos los derechos reservados © eP Investiga 2024

Inicia Sesión con tu Usuario y Contraseña

¿Olvidó sus datos?