¿Cuánto vale mi vida?

Elías Talé

febrero 4, 2025 - Actualizado febrero 3, 2025
Elías Talé

Guatemala se ha vuelto más insegura de lo habitual, la percepción de criminalidad es alta en todo el territorio nacional, lo que convierte las calles en un lugar inseguro. Es primordial que se implementen medidas que garanticen la seguridad de los ciudadanos de a pie, los centros comerciales y lugares instaurados con capital privado son más seguros que cualquier parque público, es preocupante que a pesar de tener libertad de locomoción, no podamos ejercerla plenamente.

Es interesante la manera en que el Ministerio Público (MP) conoce el modus operandi de diversas organizaciones criminales, incluyendo sus nombres, direcciones, formas de vida, métodos delictivos e incluso sus extrañas formas de comunicación. No obstante, esta información no se traduce en cambios tangibles para la realidad que viven los guatemaltecos. El trabajo de los fiscales se limita a recibir denuncias, sin comprometerse con la búsqueda de la verdad y la reparación de los daños ocasionados por el crimen organizado. El descaro está en su máximo nivel llegando a presenciar juicios donde el juez favorece al criminal, el sistema en el que vivimos se ha encargado de normalizar la delincuencia llegando al punto de aceptar todo tipo de acciones que atenten contra nuestra vida, este secreto a voces es una metástasis que pronto nos lapidará.

Es alarmante que no pase un día sin que alguien muera a causa de la inseguridad que vivimos, no podemos aspirar a mejores condiciones de vida cuando nuestro derecho fundamental, la vida, es vulnerado. No podemos seguir viviendo bajo esta trágica situación, me invaden tantas preguntas, pero una de las que más resuena es: ¿Cuánto vale mi vida?, ¿por qué se ha normalizado que nos la arrebaten con tanta facilidad? El gobierno actual, al igual que varios anteriores, no ha sido capaz de ofrecer estrategias que frenen con contundencia esta situación que cada día se agrava.

Hace un par de semanas se viralizó el actuar de dos agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) que se encontraban bajo efectos del alcohol en horas de servicio, esto evidencia cómo los máximos encargados de poner orden y velar por nuestra seguridad no se centran en su objetivo, las malas prácticas en dicha institución continúan. A pesar de los cambios de gobierno y de autoridades, las instituciones siguen teniendo elementos que no le sirven a la población con eficiencia y eficacia. No podremos vivir la tan anhelada “primavera” si estas malas prácticas en el ámbito público continúan, todas aquellas instituciones que le sirven al pueblo deben brindar mejores servicios.

Hablar desde el privilegio resulta sumamente fácil, como sucede con las autoridades que brindan estadísticas para demostrar que ha habido cambios. Sin embargo, resulta inútil mostrar datos estadísticos cuando la vida del ciudadano sigue igual o peor, las condiciones de vida no son favorables para las grandes mayorías. A diario se siguen cobrando extorsiones a trasportistas o comerciantes, en las calles se sigue percibiendo un alto nivel de inseguridad ciudadana que afecta a un gran número de personas.

¿Mi vida o la tuya tienen precio? La respuesta más frecuente es que, a nivel económico no se puede medir, que cada uno posee un valor incalculable. A pesar de eso, la cotidianidad nos demuestra que somos seres frágiles, la vida es nuestro bien más preciado, pero el más vulnerable, es difícil descifrar la incógnita sobre el precio de nuestra vida cuando cada día vemos personas morir por la inseguridad.

Mientras el mayor logro del gobierno es remozar y gastar miles de quetzales en cárceles, la sociedad guatemalteca sigue bajo el yugo de la inseguridad, es importante implementar estrategias que combatan esta situación, no debemos normalizar actos criminales que atentan contra la vida de ciudadanos honestos y trabajadores. Los guatemaltecos no merecemos estar dominados por el crimen organizado, limpiar las instituciones de actores corruptos y poco éticos es importante. A la vez, fortalecer a las instituciones encargadas de la seguridad pública y ocuparse de la prevención del delito podrían ser pasos importantes para dejar atrás este capítulo tan oscuro que estamos viviendo.

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