Sorprende ver a las autoridades de gobierno sorprendidas por los intentos de fraude ocurridos en sus narices, en la licitación y cotización de la reparación del fallo en el kilómetro 44 de la autopista Escuintla. La única propuesta al primer evento era por 105 millones, costo evidentemente sobrevalorado que obligó a las autoridades a tomar un segundo paso invitando a otras empresas a cotizar dicha reparación siendo la más baja de ellas una por 30 millones.
A la luz de expertos independientes que han visitado el lugar la reparación a los daños originales no sobrepasa la cifra de los seis dígitos . Sin embargo la empresa que detentaba la concesión del tramo carretero hizo movimientos de tierra que ampliaron la zona de intervención. La brecha que existe entre la primera oferta de 105 y la última de 30 millones evidencia lo antojadizo que pueden llegar a ser los montos de una obra cuando el sistema está atrapado por un cartel de contratista donde no existen precios de mercado y, por el contrario la normalidad es que se adjudique la obra al precio más alto.
Si el gobierno quiere llegar al fondo en este caso para sorprenderse aún más del saqueo que ocurre en la obra pública, debería invitar a un grupo de expertos independientes, mejor si son internacionales, a cotizar el precio de reparación de dicha obra y darse cuenta de los costos reales y se sorprendería de ver que la oferta más baja que obtuvo podría estar muy por encima del valor real.
Para facilitar la tarea el gobierno debería echar mano del apoyo de la iniciativa Cost (Iniciativa de transparencia en construcción) para invitar a un panel de expertos cuya única tarea es costear la obra del kilómetro 44. Se trata de una tarea simple que no debería tomar más de una semana en realizarse.
En este caso el gobierno tiene una oportunidad única de demostrar a la población con cifras duras el saqueo que sigue ocurriendo en la construcción de obra pública y justificar así una reforma integral de todo el sistema.
Solo póngase a pensar estimado lector que si una misma obra es cotizada por una empresa por 105 millones y por otra a 30 millones, entonces, ¿por qué no podría estar su valor real en 10 millones o menos? por decir algo.
Por decisión propia, en lugar de entrar con una agenda reformista del sistema de administración gubernamental en las áreas de mayor corrupción, el gobierno optó por montar al potro salvaje de la corrupción y este rápidamente lo ha botado y arrastrado demostrando su poder real.
Falta ver si con la crisis actual ocasionada por el colapso de la infraestructura vial ante las inclemencias de la temporada lluviosa, y cuyas raíces están en la corrupción y la impunidad que garantiza su continuidad, el gobierno opta por una visión reformista y renunciar a montar la bestia salvaje que representa la corrupción indomable del actual sistema.
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