Se acercan las elecciones del Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala (CANG) y ciencias afines para la integración de las comisiones de postulación para la Corte Suprema de Justicia y las Salas de Apelaciones. Con ellas, llegan las rifas, los churrasquitos, los “seminarios” y las “conferencias” pagadas con fondos del CANG e incluso con dinero público. Todo ello evidencia el alto nivel de relevancia que estos procesos electorales tienen para los agremiados y la poca dignidad y decoro con la que son llevadas a cabo.
Constitucionalmente, se diseñó un sistema para la elección de las altas cortes del país cuya intención era garantizar la participación de diversos sectores, sobre todo de aquellos más interesados en una justicia independiente. Por ello, se reguló la intervención de los tres poderes del Estado, la academia y el gremio de abogados, que, supuestamente, desde las aulas comprendían la importancia de impartir justicia de manera objetiva e independiente. ¿Qué podía salir mal? Ni la academia ni el Colegio de Abogados y Notarios se prestarían a intereses espurios. Pues, resulta que todo salió mal y descubrimos que ambos sectores son totalmente permeables y, además, se prestan a intereses corruptos.
En primer lugar, la escasa participación de los colegiados activos en el CANG ha logrado que, de los más de 35,000 agremiados, menos del 10% acudan a votar. Esto se debe, en primer lugar, al poco interés que el gremio tiene en estos temas. Además, no existe ninguna acción del CANG que haga un llamado al voto y explique el rol fundamental que estas elecciones representan. Por último, la mayoría de los grupos que se postulan están cooptados por intereses de personas que históricamente han manipulado las cortes para mantener el sistema de impunidad que impera en el país.
Los agremiados del CANG tienen una deuda histórica con el país: mostrar un verdadero interés por el fortalecimiento institucional de la justicia, demandar una justicia independiente y exigir que los representantes voten por personas honorables e idóneas para ocupar los cargos en las altas magistraturas.
No más selección de jueces alrededor de una cama o una mesa con personajes corruptos intentando cooptar la justicia, no más recompensas por el voto que dañan nuestra dignidad. Es hora de acudir a votar y derrocar a las planillas clientelares y aliadas de corruptos.
La participación activa y consciente en estas elecciones es crucial para comenzar a construir un sistema de justicia verdaderamente independiente y honorable. Es nuestra responsabilidad como agremiados asegurar que aquellos que nos representen en la selección de las altas magistraturas sean personas de integridad y compromiso con la justicia. El sistema de comisiones de postulación está agotado, pero mientras continúe poniéndose en práctica debemos de intentar cambiar el rumbo de nuestro sistema judicial y, con ello, el futuro de nuestro país.
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