La crisis de la Usac y el miedo al conocimiento

Jorge Mario Rodríguez     octubre 2, 2024

Última actualización: octubre 1, 2024 7:09 pm
Jorge Mario Rodríguez

En su libro Lanzallamas: Milei y el fascismo psicotizante, el filósofo italiano-argentino Rocco Carbone captura con notable exactitud la ejecutoria enajenada del presidente argentino Javier Milei. El término “fascismo psicotizante” capta las acciones irracionales de un personaje que se entusiasma con motosierras y amputaciones.  Rocco trata de explicar la razón por la que una sociedad como la argentina llevó al poder a semejante personaje. En su esfuerzo analítico, este filósofo reflexiona sobre Erich Fromm quien acertó a identificar la relación entre el fascismo y el “estado de cansancio interior y de resignación” que ha llevado a sociedades desesperanzadas a caer bajo el embrujo de políticos tan sinvergüenzas como delirantes. Aquí no se puede exagerar. ¿Qué rasgos comparten figuras como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Rodrigo Duterte y Javier Milei?

Desde siempre, los fascistas saben que sus maniobras triunfan cuando se profundiza un ambiente de caos, miedo, odio y desesperanza. La imposibilidad de un mañana incrementa el nivel de confusión que se necesita para apoyar a personajes que no tendrán empacho para establecer una política de la crueldad. Al final, estamos en manos de grupúsculos que hacen mofa de toda moral que vaya más allá de las lealtades mafiosas. De nuevo, no se puede exagerar: el mismo Milei afirmaba en Chile que prefiere a la mafia que al Estado.

Este ambiente sombrío surge del declive de la conciencia del bien común, la cual siempre supone el ejercicio crítico de la razón. Debemos recordar, en ese sentido, el odio particular que siente el fascismo hacia el ejercicio de la conciencia crítica. Uno de los rasgos de Milei es su desprecio a la educación pública. No es casualidad que Milei haya convertido al ministerio argentino de educación en una secretaria del Ministerio de Capital Humano.

Al entender la problemática de la ultraderecha tan agresiva como mentirosa, puede entenderse la profunda indiferencia hacia la problemática que enfrentamos con la Universidad de San Carlos de Guatemala. Tanto el ataque a la universidad nacional como la misma conformación del mismo pacto de corruptos son concreciones de fenómenos globales que deben ser entendidos de manera precisa. Si seguimos en este rechazo cotidiano a la obligación de pensar y actuar en correspondencia, será difícil concebir la lucha que debe realizarse para exorcizar dichas manifestaciones de un destino que, en nuestro caso, se vuelve más aciago debido a nuestra propia historia de desazones.

El odio global que las élites corruptas sienten hacia la universidad se deriva del hecho de que el sistema de corrupción y desigualdad encuentra en dicha institución una instancia crítica que es capaz de descifrar sus claves secretas. El “pensamiento’ de Milei y sus seguidores no es precisamente un dechado de rigurosidad, sino más bien el resultado de un sistema generado por el capitalismo digitalizado que solo puede ofrecer memes y mensajes virales.

En ese contexto acontecen los espejismos más bizarros. Una de las cruzadas religiosas que lleva a cabo la descabezada derecha en Guatemala es su creencia que su búsqueda de la corrupción equivale a una lucha contra el comunismo. Claro, esta visión se nutre de esa visión salvaje del comunismo que ha colonizado la imaginación calenturienta de la derecha internacional, de la internacional reaccionaria como ya se le llama, y que lamentablemente, muestra la radicalización del mundo. Sin embargo, dicha lucha no hubiese ni siquiera avanzado si de manera confusa, en su esfuerzo por legitimarse, la oligarquía guatemalteca no hubiese desesperadamente buscado sus referentes intelectuales.

En este contexto, la ultraderecha internacional ha influenciado al pacto de corruptos con su discurso anti-intelectual. No es un desatino pensar que gran parte de la necro-oligarquía nacional suspira por una versión guatemalteca de Milei. Esta es la razón por la que los sectores de poder no se molestan en lo más mínimo por la Usac. Simplemente no tienen cuidado por la promoción del pensamiento crítico el cual solo puede poner en evidencia la ilegitimidad de sus demandas. Por esta razón, todos debemos ayudar a esta lucha de recuperación del poder sancarlista.

Los ciudadanos de este país capturado por la injusticia no deben cumplir su función de convidados de piedra al festín cuyo manjar principal es la misma dignidad y bienestar de un pueblo tan golpeado como el guatemalteco. Los enojos deben ser dirigidos no contra el gobierno, sino contra los que están causando este desmadre. Sin embargo, las actuales autoridades no deben olvidar qué sucederá si no luchan de manera frontal e inteligente por el bien común.

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