El escritor Ismaíl Kadaré (Albania, 1936), con su prestigio y calidad literaria, abrió nuevamente una grieta que no ha parado de supurar desde junio de 1934, cuando el poeta Boris Pasternak (1890-1960) respondió una llamada telefónica que lo aturdió, informándole que le iba a hablar Stalin, lo que era tan sorprendente como temible, porque de lo que él contestara podría derivarse múltiples efectos. Tal y como sucedió, porque el temido dictador de la Unión Soviética dedicó una llamada de tres minutos para preguntarle por el poeta Osip Mandelstam, que acababa de ser detenido, como otras veces antes y después, debido a su incomodidad con el régimen. En los días recientes, Mandelstam le mostró a su amigo un poema que había escrito en contra de la situación que vivían, y Pasternak tembló y deseó no haberlo leído. Las redadas tras la captura del poeta, significó el arrastre de otros amigos y la llamada lo destanteó. Lo que surgió a partir de esa conversación fue un levantamiento de juicios, criticando a Pasternak por no haber defendido o apoyado a su amigo detenido, aprovechar para pedir su liberación, pero él sorprendido simplemente se distanció.
En 1913, los dos poetas eran parte de un grupo acmeísta que hizo historia en el siglo XX. Pasternak empezó a escribir desde entonces su novela Doctor Zhivago, que completó en 1956, y que se prohibió en la Urss, por considerarse revisionista, antirrevolucionaria. Un ejemplar salió clandestinamente hacia occidente, se publicó en el 57, se tradujo a un sin número de lenguas, se le concedió a su autor el Premio Nobel, que le obligaron a rechazar, y murió dos años más tarde, marginado y mal querido en su mundo detrás de la cortina de hierro.
Mandelstam se opuso al régimen en 1933 y vivió persecución y cárcel. Murió en 1938 en un campo de concentración. Sus poemas del Cuaderno de Vorónezh se publicaron muy posteriormente.
El drama es recuperado tantos años después por Kadaré, que con fino talento va dilucidando las diferentes versiones de lo que sucedió en esos tres minutos de una llamada que puso a la Unión Soviética a tomar posturas entre los dos poetas, donde Pasternak siempre resultaba bien y Mandelstam mal. Fue tan popular la llamada, que la población se dividió: “¿Mandelstam o Pasternak, café o té? Se convirtió de inmediato en proverbial”.
El libro expone el juicio social, la furia con la que la sociedad atenta contra los autores, por motivos distintos a su obra, porque no perdonan y destruyen. Los dos amigos dejaron una obra importante, pero una llamada de tres minutos de Stalin, ha generado multitud de libros y opiniones, llegando al broche de oro con la reflexión genial del autor Albano.
Tags: Borís Pasternak Iósif Stalin Ismaíl Kadaré Literatura Méndez Vides Portada