Salarios Mínimos: Modelos, Mitos y Demagogia

John Stewart Mill publicó en “Principios de Economía Política”, en 1848, “Puesto que la tasa de salarios que resulta de la competencia distribuye todo el fondo salarial entre el conjunto de población trabajadora, si la ley o la opinión logran fijar los salarios por encima de esta tasa, algunos trabajadores se quedarán sin empleo.”

José Gálvez

enero 26, 2025 - Actualizado enero 25, 2025

¡Esta idea tiene 177 años! En una disciplina tan extensa y dinámica como la economía, sólo el paso del tiempo ya brinda razones para ser escépticos sobre este paradigma. Además, es evidente que los mercados laborales son complejos. En ellos hay conflictos, así como problemas de coordinación e información. Estas razones sugieren que el modelo de competencia, descrito en la cita, provee explicaciones limitadas sobre todo lo que ocurre entre trabajadores y empleadores. Sin embargo, muchos siguen regurgitando la conceptualización de Mill literalmente. Pocos consideran el contexto histórico del gran pensador inglés. Por lo mismo, es útil explorar los efectos del salario mínimo sobre el desempleo desde una perspectiva más actual. Para hacerlo, podemos usar otros marcos teóricos que no ignoren las complejidades que se presentan en este tipo de mercados.

Sobre las causas del desempleo, Shapiro y Stiglitz desarrollaron un modelo microeconómico que describe las dinámicas entre creadores de puestos de trabajo y trabajadores, tomando en cuenta problemas de información. Partiendo de que existe disparidad de conocimiento sobre el nivel de esfuerzo que un trabajador ejecutará en un trabajo en el momento de su contratación, la información que el empleador posee sobre el potencial de una relación laboral es limitada. Debido a esto, muchos empleadores tienden a pagar salarios por encima de la tasa de mercado: una remuneración conocida como salario de “eficiencia”. Esto le permite al empleador incentivar el esfuerzo y la obediencia futura del empleado, y así, disminuir la rotación de personal. Mientras el salario de “eficiencia” beneficia a empleados contratados, otros trabajadores dispuestos a aceptar la tasa de mercado quedarán sin trabajo.  La implicación medular de este modelo es que las causas del desempleo van más allá del salario mínimo: Para Stiglitz, el desempleo estructural es producto, en parte, de problemas microeconómicos de información incompleta.

Barbara Bergman, usando el lenguaje de la economía neoclásica, propuso un modelo de “monopsonios” en mercados laborales. Un monopsonio se presenta cuando existe un solo empleador demandando el trabajo del resto de la población en una localidad. Esta estructura en el mercado de trabajo implica que existe “poder de mercado” sobre la remuneración del trabajo demandado. Un caso de esta situación se dio en pueblos mineros en Estados Unidos en el pasado. Podríamos especular que dinámicas similares se presentan cuando los puestos de trabajos formales de mayor calidad se concentran en una ciudad de forma limitada. En el modelo de Bergman, los empleadores pagan un salario por debajo de la productividad, y la “renta de monopolio”, simplemente se traduce análogamente a un excedente de “explotación” por parte del empleador; Este se puede dar el lujo de pagar un salario por debajo de la productividad ya que el trabajador cuenta con limitadas alternativas de empleo en esa localidad. Los mercados laborales monopsonísticos, típicamente producen empleos de baja calidad, remuneraciones injustas e incentivan la migración. Según la lógica del modelo, incrementos en el salario mínimo pueden reducir el excedente de explotación y hasta aumentar el empleo. 

Estos acercamientos alternativos al tema de mercados laborales imperfectos sugieren que, funcionarios, empresarios y economistas sensatos, debiesen desarrollar criterios amplios y matizados sobre los efectos económicos, políticos y sociales de incrementos en el salario mínimo. Existirán siempre aquellos ideólogos que intentarán instrumentalizar el argumento de Mill, ignorando su contexto u otros modelos para racionalizar su perspectiva y distorsionar la verdad a modo de avanzar sus intereses. Debemos recordar que el abuso de marcos teóricos incompletos es deshonesto. La instrumentalización de modelos económicos descontextualizados es una forma de demagogia. El abuso de este tipo de retórica refleja que, quien le ejecuta, intenta engañar a otros antes de salir de un autoengaño conveniente.

Etiquetas:

Todos los derechos reservados © eP Investiga 2024

Inicia Sesión con tu Usuario y Contraseña

¿Olvidó sus datos?