Me molesté con Jessica sin ninguna razón. Me enojé porque ya era tarde para ir al aeropuerto, porque el Uber no llegaba, porque mi cabeza y estomago se habían puesto en contubernio para hacerme pasar un mal rato y por una puta almohada que ella había amarrado a la agarradera de la maleta grande y que yo estaba tratando de halar hacia el parqueo. “¡Aaaah!”, grité cuando arranqué la almohada de un jalón y me calmé cuando llegó el conductor del Uber y al verme en mi predicamento me ayudó a subir la maleta grande a la palangana del pick up. Y todo esto no hubiera pasado si yo no hubiera perdido mis plumas fuente Sailor nuevas, en la casa, veinte minutos antes de pedir que el Uber pasara por mí.
Pero esta historia comenzó unos meses atrás, cuando vi el documental de Netflix Unknown: Cave of Bones, en el cual el paleoantropólogo Lee Berger nos lleva por un viaje casi imposible a las profundidades de la tierra para descubrir lo que podría ser el cementerio, la escritura y la pluma de escribir más antiguas de la humanidad. Berger, de la National Geographic, nos muestra lo que parecen ser pruebas de un cementerio antiguo, de unos 300,000 años de antigüedad, escondido en las profundidades de las cavernas de la Cuna de la Humanidad, en África del Sur. Luego de casi quedar atrapados en unas aberturas de unos treinta o cuarenta centímetros de ancho, en medio de una obscuridad absoluta, los investigadores nos llevan a una cueva en la que nos muestran lo que ellos creen que son las pruebas del cementerio más antiguo de la humanidad: unos nichos excavados en la piedra y donde se encuentran algunos cuerpos en posición fetal; hollín de antorchas antiguas que se usaron para iluminar el lugar; y, más importante aún, unas marcas cuadriculadas en una piedra grande y que parecen haber sido hechas con un “pluma” de piedra que se encuentra entre la mano de un jovencito naledi, uno de los cuerpos sepultados en el lugar.
Antes de ver este documental, tenía años de sentir que ya no había misterios interesantes por descubrir. Curiosamente mientras las redes sociales generan cada vez más noticias falsas, sesgadas, mal informadas y sin evidencia, al mismo tiempo todo parece cada vez más real, más cercano a nuestros sentidos, y tan profundo como la superficie de nuestra vanidad. Pero para mí la historia y la escritura siguen siendo fuentes de misterio y sabiduría. Seguimos encontrando civilizaciones en donde y cuando no las debería haber: en el Amazonas de hace 7,000 años atrás, cuando aún no había reinos ni imperios centralizados; en el Perú de hace 5,000 años, cuando aún no había alfarería; en Turquía de hace 12,000 años, cuando los humanos sapiens todavía eran cazadores recolectores y dependían de los rebaños de cabras y ovejas de la región.
Y como lo demuestra la cuadrícula del cementerio de los naledi, la escritura sigue siendo mágica; la escritura es la única tecnología para viajar en el tiempo, el espacio y entre las mentes de personas que vivieron en distintos contextos y que hablaron distintos idiomas, muchos ya desaparecidos. Además, ¿podría ser que esa cuadrícula que escribió algún humano naledi hace 300,000 años haya sido la base de otros símbolos similares encontrados en las pinturas de los neandertales y los humanos antiguos y en los jeroglifos egipcios o en la no-descifrada escritura Linear B de los minoicos? Tal vez no, pero me interesa el misterio de la similitud de los signos. La escritura humana sigue siendo un misterio. Hasta donde sabemos, la oración más antigua del mundo es un texto en una peineta de arcilla del Medio Oriente que le desea buena suerte contra los piojos a quien la use – ¡jajaja! -. La historia más antigua del mundo tiene alrededor de 51,200 años de antigüedad y es una pintura de tres figuras humanas jugando o cazando a un cerdo en Sulawesi. Pero, como dije al principio de este párrafo, lo más importante de la escritura es que es mágica, es la única forma de superar nuestra mortalidad y de que nuestras ideas sigan discutiéndose con generaciones que nunca vamos a conocer. La escritura es la única forma como los humanos podemos crear ideas complejas, compartirlas, discutirlas y reformarlas ad aeternum, por siempre.
Esto me lleva al principio de mi historia. Mi enojo por mi atraso en salir de mi casa hacia el aeropuerto se debió a que no quería dejar mis plumas fuente Sailor nuevas, en especial la gris y que compré “en honor” a la “pluma” de piedra del humano naledi. Para mí, estas plumas son la expresión más sublime de la perfección en la escritura y que solo pudieron haber sido creadas por el pueblo que más venera la escritura en el mundo actual: los japoneses. Esta pluma fuente es un cruce entre katana, instrumento zen, tecnología de escritura y producto industrial de alta calidad del Japón. Y en este mundo en el que las redes sociales y el uso de los medios digitales están destruyendo la capacidad de reflexión y la inteligencia de la humanidad, este pequeño instrumento es un símbolo de una rebeldía mágica y milenaria en contra de nuestra muerte individual y como especie.
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