Cuando compartimos nuestras experiencias con otros, nos percatamos que cada uno desde su espacio ha experimentado un sinfín de emociones, máxime cuando se habla de liderazgo. Puesto que, no solo se habla de ocupar una posición de poder o de incidencia, sino también guiar, inspirar y servir a otro, implica tener la capacidad de asumir la responsabilidad que conlleva la decisión que se decide tomar.
Aceptando que al tomar la decisión, se debe tener claro el objetivo y propósito por el cual se inició el camino, para saber orientar sus decisiones sin dejarse influir por los entornos negativos donde puede interactuar. Claro está, que no siempre serán decisiones fáciles, pero que sin duda, deben ser justas y pensadas en colectivo. La ética y la integridad son esenciales; un buen liderazgo debe actuar con honestidad y transparencia, teniendo en cuenta que sus acciones tendrán un impacto directo o indirecto a su alrededor.
Cuando nos desarrollamos en entornos no ideales, la coherencia debe de liderar, pues no es solo lo que se dice sino lo que se transmite a través de los actos. Haciéndose necesario considerar que, mediante se ejerce el liderazgo, es indispensable mantener la confianza y credibilidad que merece.
Pero esto no solo depende de la búsqueda del bienestar colectivo, sino primero buscar la estabilidad personal para reflejar el equilibrio de lo personal con lo colectivo. Pues un buen líder no actuará bajo instintos prematuros con el afán de satisfacer sus propios intereses, siempre buscará las decisiones más acertadas e inspiradoras.
El camino del liderazgo está lleno de desafíos, no solo por el reto de tomar decisiones, sino también enfrentar el desconocimiento de los procesos administrativos, sociales, políticos y económicos que requieren las diversas situaciones. Limitando el desenvolvimiento de las metas y expectativas planteadas al inicio de este reto.
Asimismo, la escucha asertiva se vuelve un reto en una sociedad donde reina la inmediatez y desesperanza por los cambios inmediatos, los liderazgos deben de tener la capacidad de mediar y resolver con firmeza y convicción las diferencias entre unos y otros. Resistiendo al cambio y cualquier obstáculo que se presente, sin perder el norte del porque están en donde están.
Por lo que, el liderazgo es un arte que requiere responsabilidad, preparación, conciencia y capacidad de enfrentar con determinación y sabiduría todo tipo de obstáculo. La reflexión y autoevaluación suelen ser herramientas pafa la mejora continua.
Por tanto, aquellos que deciden asumir este rol deben estar dispuestos a crecer, aprender y adaptarse constantemente. Liderar es una oportunidad para hacer una diferencia significativa en la vida de otros, pero sobre todo transformar nuestra realidad.
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