Ante un coctel que sabe a trago amargo

Renzo Rosal

enero 24, 2025 - Actualizado enero 22, 2025
Renzo Rosal

Por mucho que algunos vean en las decisiones tomadas por el presidente Trump como una oportunidad, planteo que tenemos varias brechas aún pendientes de concretar, o al menos, de avanzar en parte, como para ver que los posibles cismas o repercusiones puedan convertirse en plataformas para despegar.

Para comenzar, el momento no da para que asumamos la posición conformista y creamos que los vientos no llegarán hasta acá o que, con las acciones emprendidas es suficiente para defendernos, pues estamos amolados.

La lógica del nuevo presidente norteamericano pasa por lo rupturista, por sacar ases hasta debajo de las piedras, por irrumpir como planteamientos impensados e incluso considerados inviables por el análisis tradicional. Corresponde, en tal sentido, pensar y actuar fuera de la caja. El conformismo y la pasividad no son opciones. Lo anterior se traduce que, por ejemplo, en materia de política exterior, la inmovilidad no es opción. Algunos pensarán, que en tal sentido tenemos que ser más agresivos y no a la espera que otros muevan el tablero; otros promueven la cautela.

Nada o muy pocas de las decisiones anunciadas por el presidente Trump pueden ser consideradas como sorpresivas. En materia migratoria, la lista de acciones por emprender dominaba los artículos periodísticos, los reportajes e investigaciones en la materia desde tiempo atrás. Por lo tanto, si no los vimos pasar antes, ese es nuestro problema. Ahora no podemos asustarnos, o concebir los escenarios por enfrentar como algo inusitado o inesperado.

La insistencia de ver los asuntos como escenas sueltas, da como consecuencia la puesta en marcha de decisiones parciales, bien intencionadas, pero que en generalmente se quedan cortas. Un ejemplo es la iniciativa anunciada recientemente por el gobierno, denominado Plan Retorno al hogar”, el cual consta de tres fases: 1) Atención humanitaria, 2) Recopilación de información para integrar a los retornados en programas gubernamentales de empleo y formación, y 3) Desarrollo comunitario enfocado en la generación de empleo y el fortalecimiento económico local. El primero es básico, pero no significa solamente crear más stands en el aeropuerto para repartir comida, ofrecer llamadas y llenar formularios a diestra y siniestra. La fase tercera es la esencial: qué hacemos como Estado para responder a la serie de demandas que presentarán los deportados en su nueva etapa de vida, donde se verán forzados de retornar a un país que en su momento los expulsó.

Pero la situación no se detiene solo en esta agenda. Por ejemplo, qué haremos para encarar las repercusiones de la Orden Ejecutiva que designa a los cárteles y otras organizaciones como organizaciones terroristas extranjeras y terroristas globales”. Esa medida se ha destinado a combatir a los cárteles internacionales y otras organizaciones transnacionales, como el Tren de Aragua y la Mara Salvatrucha (MS-13), consideradas estructuras que “amenazan la seguridad nacional y, de manera similar, la estabilidad del orden internacional en el hemisferio occidental”. Es probable que la decisión se traduzca en el desplazamiento de las estructuras criminales hacia Guatemala y Honduras (no hacia El Salvador, ante las medidas tomada por Bukele).

Estos factores se entrecruzan con los nacionales ya existentes, como la volatilidad política, la constante desinstitucionalización, la dominación de los territorios por actores no estatales y la incesante tendencia al socavamiento que protagonizan actores de poder. El coctel 2025 se presenta cuesta arriba.

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