Cuando el poeta Humberto Ak’abal vio las pinturas que Roberto González Goyri realizó, inspirado en sus poemas, quedó maravillado. El poeta maya, incluso, se hincó frente al pintor, escultor y muralista, y le dijo que nunca imaginó que sus letras inspiraran esas obras. Esta escena la presenció Ana Carolina González Pérez, la segunda de los 10 hijos del artista, de quien el próximo 20 de noviembre se conmemora el centenario de nacimiento.
Carolina relata que su padre era un ávido lector y, en cierta ocasión, el escritor Hugo Cerezo Dardón le platicó acerca de Humberto Ak’abal, a quien describió como un maravilloso poeta indígena. Entonces, él se dio a la tarea de buscar los poemas de Ak’abal y le gustaron tanto que decidió plasmarlos.
Con este trabajo terminado, el pintor llamó por teléfono a la casa del poeta y habló con Mayuli Bieri, la pareja de Humberto, porque él se encontraba de viaje en Argentina. González Goyri le comentó que deseaba mostrarle a Ak’abal los cuadros que había hecho. El escritor atendió la invitación y así se dio el encuentro entre los grandes artistas.
Luego de la muerte de ambos, la familia de González Goyri se puso en contacto con Mayuli, gracias a la relación que Irene Piedrasanta tenía con ella y se maduró la idea de una publicación.
La unión de los 14 poemas y las obras plásticas que se inspiraron en ellos es el contenido del libro Ak’abal y González Goyri, el color de la poesía, que será presentado el 7 de agosto, a las 18:00 horas, en el Centro Cultural de España. Esta es una de las actividades conmemorativas, que se realizan por el centenario de González Goyri.
Conferencias, cartas y homenajes
Las actividades conmemorativas del centenario comenzaron con el anuncio que hizo Carolina durante una conferencia en la Universidad Mariano Gálvez, en la que expuso parte del legado de su padre, en 2023. Después, por iniciativa del Colectivo Pie de Lana, su hermana Luisa Fernanda ofreció una ponencia en la que se exaltaron obras en las que su padre hizo referencias al Popol Vuh, en la Biblioteca Nacional.
En los últimos meses, ya se han realizado tanto actividades coordinadas por la Asociación González Goyri, que en la actualidad preside Carolina, como por otras entidades interesadas en difundir el legado del artista.
El 27 de junio, en la Universidad del Valle de Guatemala, se presentó la conferencia Ecos de la nacionalidad: un viaje por los fragmentos discursivos en el mural de Nacionalidad guatemalteca. Esta ponencia ya había sido presentada por Miguel Flores Castellanos cuando el Maestro González Goyri acababa de fallecer. En ella, el conferencista comentaba que cuando sus padres trabajaban en el IGSS y debían laborar durante los fines de semana, él y un primo bajaban a admirar el mural y se ponían a imitar la batalla entre los ejércitos indígena y español. Desde ese entonces se apasionó por esa obra y, posteriormente, la estudió con detenimiento.
Otra de las recientes actividades se realizó el 13 de julio en la Feria Internacional del Libro de Guatemala (Filgua). Ahí se presentó el libro Cartas desde Nueva York. Esta obra es una recopilación de las misivas que González Goyri le enviaba a su entonces novia y luego esposa Carmen Pérez Avendaño, mientras permaneció en la ciudad estadounidense, en donde se especializaba en escultura, gracias a una beca otorgada por el gobierno de Juan José Arévalo. Carmen guardó las 83 cartas y, en cierta ocasión, durante una visita que hizo a su casa Miguel Flores Castellanos, le comentó que las tenía. Así nació este libro publicado por la editorial Cara Parens, de la Universidad Rafael Landívar.
Flores Castellanos realizó la introducción, en la que se ofrece el contexto de los escritos y posteriormente se reproducen las misivas que están llenas de referencias culturales de aquellos años, entre 1948 y 1951. De esas cartas, Carolina destaca una en la que el artista relata la visita que él y un amigo hicieron al escultor francés Jacques Lipschitz, a quien identificaban como uno de los más grandes maestros de la plástica contemporánea.
De esa carta, Carolina leyó:
“Al no más entrar a su estudio, sentí la atención cogida por todas partes a la vez. Pues donde quiera que ponía la vista, había piezas, bocetos, obras apenas en género, con todo el misterio que me hicieron… En un rincón su enorme Prometeo y en otro El regreso del hijo… Todo un mundo extraño y ajeno, creado por la poderosa imaginación del genial escultor. Cada pieza me detenía y me obligaba a quedarme de pie, mirándola detenidamente, tal es la fuerza del contenido y la exquisitez de las formas que emergen de cada una de ellas. Tienen vida por sí mismas, pero su mensaje solo se lo entregan a quien se esfuerce en poseerlo. Es, sin duda, esto último, porque saben el misterio del arte y del amor”, relataba el artista a su enamorada.
Los homenajes se extendieron también a La Antigua Guatemala. En esa ciudad, el 16 de julio, el Porta Hotel Antigua ofreció una actividad en la que se exhibieron fotos, tanto familiares como profesionales, de González Goyri. Posteriormente, se realizó un video foro en el que participaron José María Magaña y Rodrigo Santa Cruz Anchissi.
Restauración y descubrimiento
Otro de los recientes actos que se celebraron en honor al artista, fue la colocación de una placa conmemorativa en un mural que el maestro realizó en el Edificio Ibiza, ubicado en la 22 calle 4-35 zona 14, y que recientemente fue restaurado. “Ese lo pintó mi papá directamente en el muro. Es un mural de 9.4 x 2.5 metros. Está en el vestíbulo del edificio”, comenta Carolina. La restauración estuvo a cargo del artista Jorge Rodríguez, con el apoyo del arquitecto Pablo Marroquín.
Al acto acudieron tanto la viuda como algunos de sus hijos, quienes se llevaron una sorpresa, cuando uno de los más antiguos vecinos del edificio los llamó para mostrarles otra obra de su padre. En el respaldo de las gradas de emergencia del edificio, de piso a cielo, hay otro mural pintado por González Goyri, del cual no sabían nada porque dicen que el artista era muy discreto.
Nuevas miradas
Una de las obras públicas más conocidas de Roberto González Goyri es el mural Nacionalidad guatemalteca, ubicado en el edificio de las oficinas centrales del IGSS, sobre la 7a. avenida. Es una de las tres obras que el artista realizó en el Centro Cívico. Esta pieza marcó una innovación en cuanto a la técnica y los materiales. Fue elaborado y fundido en concreto durante ocho meses. Fue inaugurado el 15 de septiembre de 1959 y en 2014 fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación.
Como un tributo al maestro González Goyri, la Municipalidad de Guatemala encargó una reinterpretación de esa obra, la cual está siendo elaborada por el diseñador gráfico David Ramírez. Este trabajo, que fue aprobado por el Consejo cultural municipal y la familia del artista, se ubicará en el muro que se encuentra en la 7a. avenida, entre 13 y 13 calle A, en la zona 1. La imagen que se mostrará tendrá fondo blanco con línea anaranjada. La inauguración será el 14 de agosto, a las 10:00 horas.
Al mismo tiempo, se abrirá una exposición en las galerías municipales, en el antiguo edificio de Correos. En ella se exhibirán algunas piezas del maestro González Goyri, junto a reinterpretaciones de sus obras realizadas por alumnos de la Escuela Municipal de Arte, de la ENAP y de la Universidad de San Carlos. En esa muestra, se colocará una línea del tiempo, en la que se podrá apreciar la trayectoria del artista.
Estos homenajes se suman a la exposición Roberto González Goyri: Vivo en la memoria, que desde hace un par de años exhibe la Universidad del Valle de Guatemala. En ella se pueden apreciar 50 piezas que representan su legado y que fueron elegidas por el mismo artista.
Un artista disciplinado y apasionado
De acuerdo con el documental Trazos de la vida y obra de Roberto González Goyri, el artista que dedicó 60 años de su existencia a la pintura y la escultura, descubrió su vocación desde muy temprana edad. “Era un niño al que le gustaba garabatear todo su entorno”, señala el audiovisual, en el que el propio artista contaba cómo, en la escuela primaria, sus compañeros le pedían hacerles los dibujos de sus tareas a cambio de recompensas.
La influencia de sus tíos marcó también su camino. Fernando era caricaturista, mientras que Oscar se destacaba en la pintura. Todavía cursaba la primaria, cuando comenzó a asistir a la Academia Nacional de Bellas Artes, que era dirigida por el escultor Rafael Yela Günther. Entabló amistad con otros jóvenes junto a quienes fue ayudante en el taller de Julio Urruela Vásquez, quien trabajaba en los vitrales del Palacio Nacional de la Cultura.
El joven artista fue favorecido con una beca que lo llevó a especializarse en escultura en Nueva York, a donde partió junto a su amigo el pintor Roberto Ossaye. En la Gran Manzana se encontró con el escultor colombiano Edgar Negret, que lo influenció, sobre todo en la claridad de sus objetivos. En cuanto a sus contemporáneos en Guatemala, González admitía la influencia e inspiración de Dagoberto Vásquez.
La visita al escultor francés Jacques Lipschitz fue determinante y al volver de Nueva York, González presenta la escultura Cazadora de pájaros.
Su vuelta al país no fue lo que el artista esperaba, porque no encontró trabajo en el ámbito artístico. Consiguió un empleo como oficinista en un hotel, pero estaba frustrado. Se casó con Carmen Pérez Avendaño el 15 de febrero de 1953. La familia que formaron junto a sus 10 hijos, se caracterizaba por la armonía. “Era un hombre que sabía controlar muy bien, administrar su tiempo y controlar sus emociones”, recuerda Carolina.
En 1953 comenzó a trabajar como jefe de exhibiciones en la Embajada de Estados Unidos. En ese puesto permaneció durante 25 años. Alternaba ese cargo con sus actividades artísticas. En esos tiempos, volvieron al país tanto artistas como arquitectos que se habían formado en distintos países del mundo. Es entonces, en los años 50, cuando los arquitectos proponen la creación del Centro Cívico y a González Goyri le correspondió el relieve del IGSS, la fachada poniente del Banco de Guatemala y la fachada opuesta del Crédito Hipotecario Nacional. Ver: Obra pública González Goyri
Otra de sus obras públicas relevantes fue la escultura de Tecún Umán, de 6.5 metros de altura, que se ubica en el paso a desnivel del bulevar Liberación; la escultura en lámina de hierro del Banco de Occidente, en la zona 9; además del diseño del mural en mosaico veneciano en la Calzada Los Próceres.
Durante 60 años, González Goyri trabajó arduamente y nunca dejó de realizar propuestas tanto en la pintura como en la escultura. Su trayectoria fue reconocida con múltiples premios. Entre ellos, la Orden del Quetzal en el grado de oficial, en 1961 y el diploma de Emeritissimum, otorgado por la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos en 1978.
Roberto González Goyri falleció el 13 de noviembre de 2007. Tanto su familia como el ámbito artístico nacional, lo recuerdan como un hombre tan apasionado en su arte como maduro en su actuar. Sus obras dan cuenta de una gran precisión, pero, sobre todo, de una diversidad y variada inspiración.
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