Magda Angélica y el poder sanador del sonido

Con una carrera musical de casi tres decenios, la cantautora y académica se adentra en el espacio sonoro y encuentra respuestas sanadoras que ahora comparte en talleres y conciertos.

Ana Lucía Mendizábal

febrero 2, 2025 - Actualizado febrero 3, 2025

Foto: Cortesía Fredy Corado

En repetidas ocasiones, al concluir sus conciertos, algunas personas se acercaban a Magda Angélica para expresarle cómo su música les había impactado y le decían: “algo sanó en mí”. La cantautora se sorprendía porque, a veces, pensaba: “tengo crisis peores que las de ellos, pero vienen y me dicen esto”.

La repetición de esas experiencias hizo que la artista comenzara a adentrarse en el estudio de los sonidos como elemento sanador. “Primero comprendí que cuando hacemos música o cualquier tipo de arte somos canales de una energía más grande. Simplemente somos como instrumentos”, refiere.

Esa comprensión también la llevó a explorar más acerca de las bases científicas que hay detrás de esos efectos. “Por eso saqué el disco Esencias en 432 (su disco anterior), que está afinado en 4:32 hertz. Se ha comprobado que esta frecuencia genera estados de equilibrio y balance”, externa. En su búsqueda, Magda Angélica cursó dos diplomados en sonoterapia, “uno con una escuela de Barcelona y otro con una de Londres”, refiere.

En la actualidad la artista continúa su formación en la Escuela Peter Hess que tiene representación en Guatemala a través del centro Holistic Bloom, en Jocotenango Sacatepéquez. Hess es un médico alemán que ha estudiado el llamado masaje sonoro que es a través de las frecuencias de los cuencos.

A través de su voz y diversos instrumentos, Magda Angélica explora en el mundo sonoro y encuentra formas de sanación. Foto: Fredy Corado

La fusión de las experiencias sobre los escenarios y los nuevos conocimientos adquiridos llevaron a Magda a planificar un encuentro sonoro con sus seguidores a través del Concierto Medicina: Canciones para volver a ti, que presentará el sábado 8 de febrero, a las 17:00 horas en Holistic Bloom: Finca La Azotea, 1a calle y 1a avenida, zona 3 Jocotenango, Antigua Guatemala. (Información sobre precio de entradas en sus redes sociales)

En el concierto, Magda Angélica estará acompañada por Jeffrey David Ortega Carazo, de quien la cantautora expresa: “es un gran músico y es también director artístico del coro Vocalis”. “La idea es hacerlo en febrero que hay tanto bombardeo de mensajes del amor romántico y comercial, porque nuestro punto es: ¿y el amor propio dónde quedó”, explica la artista. Añade que todas las canciones que interpretará “han nacido para reconectarnos con nuestro interior y fortalecer el amor propio”.

Sanación musical

Magda Angélica señala que el concepto de Canciones medicina no es nuevo. “Se ha trabajado en distintos pueblos ancestrales del mundo. Tanto el sonido y como la música como son vías de sanación interna. El sonido de la música nos ayuda a reconectar con nosotros mismos”, enfatiza la artista.

La artista señala que la principal diferencia de la sonoterapia y la musicoterapia es que la primera no es necesariamente música lo que se utiliza, sino frecuencias. “En mis contenidos manejo también elementos que están a nuestro alcance. Por ejemplo, el de la respiración, ya es un sonido sanador”, apunta.

En sus exploraciones, Magda Angélica ha descubierto ideas que se utilizan en diversos países. “En Japón se usa también el concepto de baños de naturaleza, que implican a la naturaleza, sus sonidos, y las sensaciones que hay con el agua, los pájaros y todos los seres”. Añade que, “también electrónicamente se pueden generar frecuencias con cierto número de hertz que no es música”. Entre otras técnicas también se utiliza colocar los instrumentos sobre el cuerpo de las personas, porque según señala la experta, en este tipo de ejercicios, “además del sonido lo que ayuda es la vibración del instrumento”.

Un trayecto de evolución

“Siempre estoy buscando cómo evolucionar, como ir creciendo la propuesta artística”, comenta la cantautora que inició su carrera a mediados de los años 90 y presentó su primer disco Jardín interior en 1996. “Ha sido curioso, porque en los discos que he sacado, a veces hay una canción que marca el siguiente paso”.

“Nunca hice música muy comercial, pero sí era como más pop, pero yo quería otra cosa, conectar más con la gente”, explica. Su segundo disco, Ángeles de barro llegó en 2001. Su visión musical siempre estuvo ligada a la autenticidad. “Esa cuestión más acústica no vestir las canciones con tanto arreglo”, comenta.

Después llegó lo que describe como “una búsqueda muy respetuosa dentro de los elementos de la Cosmovisiones ancestrales mesoamericanas”. Entonces surgieron discos como Tejedora de sueños (2005), Ilhuikatzin (2007) y K’aslem (2012). “Después pensé que si mi búsqueda es la de construir puentes y estos son lugares de tránsito y de encuentro, entonces existen sabidurías ancestrales que están en todo el mundo y me llamó mucho la atención que la gente llegara a decir que se había sanado. Eso marcó el siguiente paso”. Así surgieron sus más recientes producciones Esencias 432 (2019) y Eter (2023).  

Autodescubrimiento y dones encontrados

Magda Angélica es académica investigadora en el Instituto de Investigación en Estudios Sociohumanistas, ICESH, en la Universidad Rafael Landívar. Posee un doctorado del programa de Historia de América Latina, Mundos Indígenas, por la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla. Es Magister en comunicación y cultura por la Universidad Iberoamericana de México y Licenciada en comunicación por la Universidad Rafael Landívar.

“Me interesa mucho seguirme formando para tener una base científica, pero también confiar en mi intuición. Debemos escuchar a esa maestra o maestro que todos llevamos dentro y que desde nuestra cultura occidental nos han enseñado a no oír”, asevera. En consonancia con ese pensamiento, cuenta: “Una vez me sorprendió mucho que yo llegué con una comadrona que trabajaba en San Marcos y le pregunté: ‘¿cómo estudió usted?’, con esta idea del Occidente que tenemos. Ella me dijo: ‘yo recibí mi don una vez que íbamos migrando a la cosecha de café y una señora entró en trabajo de parto y yo la atendí’”.  Ese tipo de experiencias le han enseñado que hay otras fuentes de conocimiento que no son las aulas y los libros.

“Lo que voy aprendiendo, lo voy combinando con el arte que yo siento que es más fuerte para mí que es mi voz. Trabajo mucho en mi voz y le enseño también a las personas cómo trabajar con la suya para encontrar un sonido que calme su ansiedad”. Este tipo de enseñanza también lo practica a través de “baños de sonido”. Estas son sesiones en las que es que “la gente recibe literalmente un baño de frecuencias. Se usan distintos instrumentos como cuencos, tambores, flauta, voz, guitarra y otros que son afinados a 432 hertz. Simplemente se acuesta a la persona sobre un mat y se deja bañar por los sonido y las frecuencias”, explica.

Otros proyectos

En su trabajo de investigación del arte, Magda Angélica  ha aportado varios proyectos al ámbito académico. Entre ellos, uno sobre sistematización de lo vigente en política cultural y legislación cultural de Guatemala.

“El año pasado terminé una investigación de tres fases: una base de legislación, luego un análisis de cómo el arte y la cultura se vinculan con otras dimensiones sociales sustantivas como Economía y Salud. En otra, entrevisté a funcionarios que han servido en el Estado, específicamente en el Ministerio de Cultura. También a expertos urbanistas para ver cómo el arte contribuye a generar seguridad y apropiación y rescate del espacio público y a gestores culturales para ver cuáles son los procesos en los desafíos y las fortalezas en el país”, cuenta. La última parte de ese trabajo fue, según indica, un análisis de once casos referentes de colectivos que dejaron una huella importante desde la post guerra y al presente.

En la actualidad, trabaja en una investigación con jóvenes en el Oriente del país. Con ellos explora ámbitos como la creación poética y paisaje sonoro para indagar temas de identidad, de cultura y cómo ellos ven su realidad y tienen la postura frente a su contexto. “Estamos trabajando junto a María Belén Méndez Baüer. Ella en la parte de tecnología y yo en la parte  artística”, detalla.

En cuanto a la música también desarrolla sesiones acústicas Gerber del Cid. “La idea de estas es  interpretar canciones solamente con voz y guitarra. Se llama Desmaquillando canciones”, del que se desprende el sencillo Sin maquillaje. Este un concepto que es acorde al deseo siempre implícito en ella de encontrar la autenticidad de la música.

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