Existen muchos libros sobre mujeres, para mujeres, de mujeres, y de personas que creen que entienden a estas. La mayoría de ellos, no tienen desperdicio ¿Quién no ha caído rendido ante los enredos y confusiones de las hermanas Bennet o Dashwood? ¿Quién no ha sentido al distante y amargado Heathcliff o quién no ha sentido empatía y deseado un cuarto para ella sola? Pero desde mi cultura literaria y mi ser mujer, debo decir que dos novelas son fundamentales para sentir y comprender la relación y la amistad entre las mujeres. La primera es Vanity Fair (Feria de las vanidades) de William Makepeace Thackeray y la segunda es La amica geniale (La amiga estupenda) de Elena Ferrante.
Las amistades literarias a menudo no son sólo relaciones entre personajes; actúan como espejos de las tensiones sociales, sicológicas y culturales de sus épocas. Thackeray y Ferrante ofrecen dos pares de amigas cuyos vínculos, a primera vista, parecen opuestos, pero en realidad revelan dinámicas similares. Rebecca Sharp y Raffaella Cerulo son personajes vibrantes, ambiciosos y disruptivos. Amelia Sedley y Elena Greco, por su parte, son personajes que representan el lado más reflexivo, pasivo y moralmente estable de estas relaciones. Ambas novelas exploran a través de estas amistades complejas el poder de la ambición, el deseo, la rivalidad, la identidad femenina y la lucha por el ascenso social e intelectual.
Becky y Lila, son personajes que rompen con lo impuesto en sus respectivos entornos. A través de su inteligencia, ambición y astucia, desafían las normas que intentan limitarlas. Becky, nacida en circunstancias humildes, se niega a aceptar su destino de subordinación y usa su ingenio para escalar socialmente. De manera similar Lila, creciendo en un barrio pobre de Nápoles, desafía las expectativas que la sociedad tiene para ella utilizando su aguda inteligencia y su espíritu rebelde para resistir estructuras que la mantienen cautiva. Tanto Becky como Lila son conscientes de las limitaciones impuestas por su clase social y género, pero en lugar de conformarse, la enfrentan directamente. Becky, aprovechando sus encantos y su ingenio manipula a todos los que la rodean para abrirse camino en los círculos sociales a costa de quienes confían en ella. Lila, por su parte, se rebela contra las instituciones del matrimonio, la educación y el trabajo, ejerciendo una influencia magnética y destructiva en su entorno.
El paralelismo entre Becky y Lila es evidente en el rechazo a conformarse con las limitaciones de su tiempo. Mientras Becky ve la Inglaterra victoriana como una feria de vanidades donde la ambición y tener lo es todo, Lila percibe el barrio de Nápoles como una prisión social de la que debe escapar, al menos, y destruir desde dentro. Ambas mujeres representan el lado más transgresor de la feminidad en sus respectivas historias, utilizando cualquier herramienta a su disposición para tomar el control de sus vidas incluso si eso significa sacrificar la lealtad o la moral.
En contraste, Amelia Sedly y Elena Greco, representan el lado más reflexivo, pasivo y moral de la amistad. Amelia es la personificación de la bondad, una mujer que se deja llevar por las circunstancias, pero cuya pureza y lealtad frecuentemente se ven manipuladas por Becky. De manera similar Lenù, aunque es la narradora, a menudo se encuentra eclipsada por la intensidad y el carisma de Lila. Ambas mujeres parecen aceptar los roles que la sociedad les asigna, aunque con cierto grado de resistencia interna.
Amelia, en su amor incondicional por George Osborne, representa un ideal de sacrificio femenino que contrasta con la ambición desenfrenada de su amiga Becky. Amelia se resigna a su destino, confiando en que su bondad y lealtad eventualmente le traerán recompensa. De manera similar, Lenù sigue el camino tradicional de la educación y el esfuerzo personal siempre bajo la sombra de su amiga cuya presencia desafía continuamente su propia autoestima y autoconfianza.
Amelia y Lenù comparten una relación con la moralidad que, aunque las coloca como figuras pasivas frente a la más agresivas Becky y Lila, las dota de una resiliencia interior. Amelia, al final, demuestra una fuerza que Becky nunca puede alcanzar. Su bondad y lealtad, aunque inicialmente concebidas como debilidad, son finalmente recompensadas. De manera similar Lenù, aunque siempre compite con Lila en su interior, se convierte en la figura que da testimonio de la vida de ambas, canalizando su experiencia en su narrativa y encontrando en la escritura un poder transformador.
Lo más fascinante de estas amistades es cómo la rivalidad y la competencia actúan como motores de crecimiento para las protagonistas. Becky y Lila, son personajes fuertes y dominantes que obligan a Amelia y a Lenù a replantear sus propias identidades. Amelia y Lenù, aunque más pasivas, encuentran en sus amigas el impulso necesario para avanzar en la vida. Sin la ambición y brillantez de Becky, Amelia nunca hubiera sido capaz de reconocer lo evidente por el bueno de Dobbin; sin la inteligencia y la brillantez de Lila, Lenù no hubiera tenido la motivación para sobresalir académicamente y convertirse en escritora.
Este tipo de amistad ambivalente, donde la admiración y la competencia se entrelazan constantemente, crea tensión en ambas historias. Amelia y Lenù, aunque aparentan depender de sus vivaces amigas respectivamente, también encuentran en esta dependencia una fuente de fortaleza. A medida que la relaciones avanzan durante el proceso de hacerse adultos, ambas mujeres se dan cuenta que su propia valía no depende únicamente de su relación con sus amigas, sino de cómo estas relaciones las han empujado a descubrir sus propios límites y posibilidades.
Tanto Thackeray como Ferrante nos ofrecen una mirada profunda y multifacética sobre la amistad femenina. Becky y Lila, en su ambición y rebeldía, desafían las normas sociales de sus respectivos tiempos. Amelia y Lenù, son más estables y moralmente firmes, representan un tipo de fuerza más sutil pero igualmente poderosa. Ambas relaciones están marcadas por la ambivalencia, la rivalidad y la profunda influencia recíproca, convirtiéndose en relatos complejos de cómo la amistad puede ser al mismo tiempo un espacio de competencia y un refugio emocional.
Estas amistades literarias nos revelan que la amistad femenina no es un simple apoyo mutuo, sino un proceso de auto definición y confrontación con los límites impuestos por la sociedad. Las cuatro protagonistas nos enseñan que las relaciones más importantes no son aquellas que nos hacen sentir cómodos, sino aquellas que nos empujan a descubrir quiénes somos realmente en un mundo lleno de contradicciones y retos.
Etiquetas:Beatriz Salazar Weiss Elena Ferrante Feria de las vanidades La amiga estupenda Literatura Mujeres Portada William Makepeace Thackeray