La sexta edición de La puerta del cielo y otras puertas del escritor Luis de Lión está saliendo de imprenta en estos días bajo el sello de Ediciones del Pensativo y es un gusto inmenso anunciar su regreso, enriquecido con otros cuentos que se suman a los de ediciones anteriores. Mayarí, su hija, guardiana de sus papeles, encontró estos textos traspapelados que formaban parte de un libro en proceso, truncado por la violencia contrainsurgente que buscaba eliminar a quienes osaran pensar libremente.
Como toda la obra de Luis de Lión, éste es un texto de múltiples facetas, como un cristal que refleja aspectos diferentes de la realidad. Las reseñas y las críticas sobre este libro han dado cuenta de la riqueza que contiene. Los prólogos de Mario Roberto Morales (+) y de Rafael Romero que anteceden las ediciones de 2011 y 2015, respectivamente, analizan y ubican la narrativa del autor, nos facilitan el acercamiento a lo que quizás no podemos percibir. Pero es la intuición, el gusto, la sorpresa lo que realmente maravilla al leerlo. Su capacidad de sembrar la duda, de suscitar sonrisas, de decir las cosas directamente, con el arte que tiene quien le nace. Es decir, con ingenio y sabiduría. Con la certeza de quien apunta al corazón.
El juego que Luis orquesta con las palabras y las imágenes es maravilloso: cómo va haciendo un ritmo significante, un escenario fantástico y cruelmente realista, interpretado por animales, árboles, gente común. Juan Nana, Juan Caca, Juan Burro, Juan Poste, Juan Tata. Los personajes sonoros, son libres, como los del maestro Joaquín Orellana, otra Rara Avis del paisaje guatemalense. Poetas ambos.
He estado pensando en qué les pudo decir Luis -el maestro de escuela, el catedrático universitario, el militante comunista- a los seres abyectos que lo capturaron con lujo de fuerza e impunidad, siendo él un hombre inerme, enfermo, vulnerable. Seguramente lo que les dio fueron lecciones de dignidad. Y eso me da cólera, pensar en las posibilidades que aniquilaron, en el sufrimiento que dejaron, en todo lo que nos robaron. Al asesinar a Luis, mataron también el acceso de la niñez y la juventud a una educación que les estimulara, que les abriera puertas. Nos quitaron sus enseñanzas, las otras puertas que nos habría abierto si no lo hubieran secuestrado, asesinado, desaparecido.
La puerta del cielo y otras puertas es el título de una colección de cuentos que reflejan a la sociedad guatemalteca de una manera llana, sin pretensiones: es con frases limpias, surgidas de la tierra, que Luis de Lión nos introduce en la cotidianidad que se repite en las familias, en las entrañas de un país tan injusto como hermoso. Las otras puertas son las avenidas que Luis abre, las grietas en el muro que nos invitan a mirar desde dentro. A estar allí y vernos.
La sexualidad, tabú de tabúes, es uno de las caras que se reflejan subrepticiamente en los relatos, a veces de manera cruda, y las más de las veces, sutilmente, como quien resiste de manera clandestina a la censura conservadora oficial. Las putas, la calentura, el sexo sin amor, la violencia, son elementos que nos permiten ver cómo se conforma la masculinidad, atravesada por el racismo que el autor conoce en primera persona. Con chuchos, gorilas y santos va elaborando una representación del macho chapín que el Teniente y el Dictador encarnan a la perfección.
Rebelde como muchas personas de su generación, pone a la iglesia bajo la lupa, desenmascara a curas y obispos, desmitifica y resignifica. En El tiempo principia en Xibalbá conjuga magistralmente esta visión crítica con un erotismo prohibido. Además de maestro y escritor, Luis es un antropólogo que habla desde sí, con el conocimiento de quien es parte de su pueblo, que conoce las demandas campesinas, que canta a la belleza de los árboles y las flores. De quien, como sujeto, tiene autoridad.
Desde una mirada ecologista, este libro nos da muchos elementos para visualizar el entorno (el Africa de Tarzán de los monos) que día a día va decayendo bajo la invasión del cemento. Los nombres de los pájaros, de los árboles, de la comida, de la gente y los lugares, también son testimonio del despojo de un tesoro en vías de extinción. El volcán de Agua, es una presencia ineludible en nuestras vidas, así como en éste y otros libros de un autor que trasciende el tiempo desde San Juan del Obispo.
Otra vez vuelvo a agradecer a la vida que existan personas que escriben libros como los de Luis, que con cada lectura descubren otras puertas, puertas de salida de a saber dónde.
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