Gómez Carrillo, cosmopolita

Gómez Carrillo, al final de su vida, comenzó a añorar su país, pero no se atrevía a regresar. Su imprescindible texto Evocación de Guatemala es una pieza maestra de la nostalgia por la patria. El texto impresionó a su amigo el escritor belga y Premio Nobel Maurice Maeterlinck que le dijo: “Vamos a morir allá”.

Jaime Barrios Carrillo     agosto 11, 2024

Última actualización: agosto 11, 2024 12:14 am

Enrique Gómez Carrillo residió la mayor parte de su vida fuera de Guatemala donde nació en 1872. Falleció en París, su ciudad de elección, a los 55 años de edad. ¿Cuál era su verdadera patria? Como un parangón cabe recordar a Luis Cardoza y Aragón y su visión de la patria guatemalteca que según el mismo Cardoza lo rechazaba sistemáticamente. Se refería a su larguísimo exilio en México. Cardoza daba razones políticas para esta estigmatización por sus ideas y posiciones de izquierda. Pero ¿ha rechazado Guatemala históricamente a Enrique Gómez Carrillo?  

En una ocasión en el Teatro Nacional, a donde Gómez Carrillo había asistido con su padre a una función, fue abucheado e insultado por el público a causa de un artículo muy crítico sobre la obra de José Milla y Vidaurre, que era entonces la gloria nacional en literatura. El joven Gómez Carrillo cayó en una depresión profunda. Rubén Darío llegó a Guatemala poco después a fundar el Diario de la tarde y le dio empleo de reportero a Gómez Carrillo. Darío interpuso también su recomendación para que el presidente de la República Lisandro Barrillas le concediera una beca para estudiar en Europa, a donde Gómez Carrillo viajó para no volver a vivir en Guatemala, haciéndolo solo en un par de oportunidades durante estancias breves. Entre París y Madrid se desarrolló como cronista y llegó a ser reconocido tanto en esas urbes como en Buenos Aires y otras ciudades hispanoamericanas. Gómez Carrillo hizo el exitoso recorrido de salir de una depresión de juventud al éxito profesional y cosmopolita.

Luis Cardoza y Aragón, inexplicablemente contradictorio e injusto en la valoración de Gómez Carrillo, nos da sin embargo una pista interesante: si Gómez Carrillo se queda en Guatemala hubiera terminado ahorcándose por la restricción del conservadurismo de la sociedad guatemalteca de su tiempo. París fue su liberación. Patria es el lugar dónde se nace, Gómez Carrillo nació en Guatemala y sería entonces siempre guatemalteco. Pero el escritor, el artista nació en Paris. El mismo Gómez Carrillo se define en una respuesta que da al escritor y filósofo argentino Manuel Ugarte: 

“Pues yo… soy guatemalteco… -Aunque bien visto soy más argentino que guatemalteco-. No, en el fondo, vean ustedes, soy español… Aunque no, tampoco, bien pensado, no cabe duda, la realidad es que soy parisiense. Eso es: mi única patria, mi verdadera patria es París.”

Y Cardoza, con sus enormes desaciertos y disonancias en la valoración de Gómez Carrillo, o sea su apreciación de la obra y el hombre, afirma sobre la nacionalidad del cronista. “Si existe el divorcio porque no puede aceptarse el cambio de nacionalidad”. Aunque aseguraba que solo él (Cardoza) se acordaba de Enrique Gómez Carrillo.

Gómez Carrillo en su afirmación de ser “más argentino que guatemalteco”, “español” y, finalmente, “parisiense”, expresa una identidad múltiple y fluida que caracterizaba a muchos modernistas. París, en particular, se convirtió en un símbolo del cosmopolitismo modernista, representando la cumbre de la civilización y el arte a la que aspiraban estos escritores. Para ellos, la verdadera patria no estaba necesariamente vinculada a un territorio geográfico, sino a un ideal cultural y estético que trascendía fronteras.

El cosmopolitismo modernista hispanoamericano fue una postura de apertura al mundo y un rechazo a las formas restrictivas de nacionalismo. Los modernistas buscaban conectar con las corrientes culturales y artísticas más avanzadas de su tiempo, incorporando influencias extranjeras para renovar y enriquecer la literatura en español. Al hacerlo, no solo ampliaron los horizontes de la literatura hispanoamericana, sino que también ofrecieron una nueva concepción de la identidad, más compleja y universal, que sigue siendo relevante en el mundo globalizado de hoy.

Gómez Carrillo, al final de su vida, comenzó a añorar su país, pero no se atrevía a viajar a Guatemala. Su imprescindible texto Evocación de Guatemala es una pieza maestra de la nostalgia por la patria. El texto impresiona a su amigo el escritor belga y Premio Nobel Maurice Maeterlinck que le dice: “Vamos a morir allá”, y Gómez Carrillo le contesta: “No es tierra para morir, sino para vivir”.

Su tercera esposa Consuelo Suncín planificaba una visita que, según ella, sería triunfal a Centro América. La Sunción siempre escogió emparejarse con escritores famosos y gustaba del reconocimiento y la fama de estos. Gómez Carrillo se resistía diciéndole a ella que temía los insultos que les harían en Guatemala, refiere su biógrafo Juan Mendoza en una entrevista que le hace a Consuelo Suncín en el Hotel Palace de Ciudad de Guatemala, donde la recién viuda estaba hospedada en su camino a su país natal El Salvador. Y es que la estigmatización de Gómez Carrillo en Guatemala en esa época era muy grande. En parte por sus novelas inmorales escritas en su juventud y por el “famoso beso maldito” al andrógino Ramoncillo, personaje que aparece en su novela de auto ficción Treinta años de mi vida.

El París de la postguerra de los veinte había atraído a muchos latinoamericanos que veían a la capital de Francia como “tierra prometida”. Asimismo, bastantes guatemaltecos, hijos de familias pudientes, escogieron París para realizar estudios. Entre la pequeña colonia de guatemaltecos reinaba la idea del escritor maldito, del Gómez Carrillo pervertido, pederasta y otros calificativos terribles. 

Dentro de los guatemaltecos estaba Luis Cardoza y Aragón, con su padre y su hermano. Los Cardoza eran una familia de ricos cafetaleros que les permitía permanecer largos periodos en París. Y Enrique Gómez Carrillo era una figura inevitable, aunque la mayoría de aquellos guatemaltecos evitarían encontrarse con él. No fue el caso de Luis Cardoza que lo buscó y se encontró varias veces con Gómez Carrillo, pero no consiguió que le escribiera un prólogo o presentación para su segundo poemario que publicó después en París. En sus memorias, Cardoza reconoce que en un encuentro con Gómez Carrillo este le resalta que los escritos de ambos eran demasiado diferentes y su libro no podía interesarle. De ahí el cambio total y definitivo de la actitud y opiniones del poeta antigüeño sobre el cronista. De admirador a detractor.

El estudiante de medicina Epaminondas Quintana, miembro de lo que se conoce como la “Generación del 20”, en su libro sobre la misma describe peyorativamente a Gómez Carrillo, presentando además datos que por la animadversión hacia el cronista resultan tergiversaciones. Es ilustrativa la larga cita siguiente:

“…un atardecer de Mayo […] lo divisamos [a Gómez Carrillo] sentado en la terraza del Café Napolitano […] El famoso cronista estaba más de allá que de acá y nos oía con la mirada perdida, balbuceando de vez en cuando algo con cierta impaciencia. Pronto supimos por qué, cuando de repente irrumpió en la terraza del Napolitano una bella mujer vestida de madrileña de fantasía, que luego se acercó a Gómez Carrillo y diciéndole un montón de groserías en caló gitano, le arrojó con desprecio, cinco o seis billetes de cien francos sobre la mesa y desapareció furiosa como había llegado. Era Raquel Meller, la famosa cupletista, esposa del escritor, que en esos días hacía sensación en París cantando La Violetera en el Palace Music Hall de la rue du Faubourg Montmartre. Gómez Carrillo recogió los billetes sin inmutarse, los colocó en su cartera uno por uno, sin decir una sola palabra y volvió a sumergirse en su muda indiferencia. Nos dieron ganas de mentarle a todos sus antepasados, pero preferimos abandonarlo allí tomando sus coñaquitos […] No supimos más de él”.

Enrique Gómez Carrillo con Raquel Meller

Resultan lamentables las superficiales observaciones de Quintana. La más notable:  no hay evidencia que sugiera que Raquel Meller fuera gitana. A menudo, en la historia de la música y el espectáculo, ciertas figuras han sido erróneamente asociadas con el pueblo gitano debido a estereotipos culturales o por el estilo de las canciones que interpretaron, pero en el caso de Meller, no existe documentación que respalde esa afirmación. Otra imprecisión: Raquel Meller se presentó en París, como lo había hecho triunfalmente antes en Buenos Aires, gracias a los contactos de su esposo Gómez Carrillo que en esa época gozaba de un gran prestigio a nivel internacional y de solvencia económica. Por último, el desprecio que sintieron Quintana y sus compañeros en ese encuentro superficial con Enrique Gómez Carrillo, solo confirma la estigmatización del escritor entre los guatemaltecos en París, y en general en Guatemala, en círculos de la clase alta y media de derechas. 

Enrique Gómez Carrillo es un ejemplo de cómo el éxito en el extranjero no siempre se traduce en reconocimiento en el propio país. Las diferencias culturales, estéticas y políticas, así como los prejuicios sobre su estilo de vida y su aparente desarraigo, contribuyeron a que fuera ignorado e incluso despreciado en Guatemala. 

No obstante, su legado literario ha sido reevaluado en años recientes, reconociéndose su aporte a la literatura modernista y su influencia histórica como cronista. Y una paradoja: el internacionalmente olvidado ahora es Cardoza y Aragón, mientras se hacen reediciones de la obra de Gómez Carrillo y se escriben tesis doctorales sobre su vida y obra en universidades de Europa y América.

Gómez Carrillo descansa para siempre en el cementerio Pere Lachaise en París, entre grandes personajes de la historia cultural y política de Francia y el mundo. A finales de los sesenta hubo un intento de retornar sus restos a Guatemala. El embajador de Guatemala en París era Miguel Ángel Asturias, que comprendió la improcedencia y error de realizar tal retorno de los restos y calladamente no movió un dedo para que se consumara semejante tontería.

En el siguiente link se puede descargar gratuitamente la novela Del amor, del dolor y del vicio de Enrique Gómez Carrillo:

https://www.lanovelacorta.com/novelas-en-la-frontera/del-amor-del-dolor-y-del-vicio.pdf

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