El viaje musical de Dominique Hunziker

Con su álbum debut, la cantautora guatemalteca radicada en Suiza, invita a hacer recorridos por tiempo, espacio y sentimientos.

Ana Lucía Mendizábal     mayo 5, 2024

Última actualización: mayo 5, 2024 2:25 am

Dominique Hunziker. Foto: Marius Mattioni

Un momento decisivo para Dominique Hunziker sucedió el 25 de febrero de 2016. Esa noche, la joven cantautora actuó como parte del elenco del tercer festival Gaby Moreno y amigos, en el Teatro Nacional. “Fue el gran salto en mi carrera y me di cuenta que la música puede tomar estas dimensiones. Vi todo lo bonito que puede ser y tomé conciencia de la responsabilidad que conlleva”, asegura. Poco después de esa actuación, Gaby Moreno le produjo el EP Dos profundidades que fue grabado en Los Ángeles California (EEUU). 

Estos pasos sirvieron para acelerar el cumplimiento de una vocación, que según cuenta Dominique, se hacía latente desde la cuna. “Mis papás dicen que yo lloraba hasta que me ponían música. Era la única forma de calmarme”, cuenta. 

La vena musical le viene de parte de su familia materna, ya que tiene una tía cantante, una prima chelista y una sobrina violinista. Sin embargo, dice, ella nunca estuvo tan consciente de esos talentos. Lo que sí admite como una influencia fue la exposición que tuvo a la música clásica y a la música global, que recibió mientras pasaba las tardes en la librería Sophos, propiedad de su abuela y de su padre.

Otro recuerdo que tiene es lo que sucedía cuando viajaba junto a la familia a Río Dulce. “Cuando íbamos en las lanchas, ponía la cabeza en el viento y empezaba a interpretar algunas melodías. Me encantaba poder cantar en movimiento y que nadie me escuchara. Era un momento privado para mí”, rememora. Fue entre los 14 y 16 años cuando la vocación se hizo más fuerte y comenzó a plantearse la posibilidad de estudiar música. 

Muy pronto también se reveló en ella la necesidad de componer.  La primera canción que hizo fue motivada por una experiencia de desamor. Admite que fue la primera vez que sintió su corazón romperse. “No me quedó otra cosa que tomar la guitarra y tocar y tocar, hasta que no aguanté las ganas y me puse a cantar y a escribir una canción”, cuenta. 

“Me enamoré de (la idea de) escribir canciones porque fue una buena manera de procesar el desamor”, refiere. “La canción la escribí a los 16 años, se llamaba El dolor y la hice en francés, detalla. La decisión de escribir en francés no fue casual, se debió más bien, a la timidez.  “Fue para hacerla en un idioma en la que pudiera esconderme, porque no muchas personas a mi alrededor lo hablaban, era una manera de expresar algo muy íntimo sin que la gente lo entendiera y me viera así en toda mi desnudez y mi vulnerabilidad”, señala. 

En la actualidad, esa perspectiva ha cambiado para Dominique y escribir en español, inglés o francés depende del mensaje que quiere transmitir y a quién se lo quiere enviar. “Por ejemplo, cualquier cosa suena linda en francés, porque tiene una sonoridad preciosa. El inglés es muy rítmico y muy conciso y te da ciertas ventajas”, apunta. 

“Lo que me encanta de escribir en español es que es una lengua muy rica, y tiene varias interpretaciones posibles en una misma frase, en una misma imagen y por supuesto, se me facilita escribir más en español que en los otros dos idiomas”, añade.

Los pasos hacia Suiza 

Las primeras presentaciones públicas de Dominique se dieron en espacios pequeños, en donde compartía con otros aficionados a la música, ya fuera en ejercicios de micrófono abierto o en conciertos entre amigos. Más adelante, buscó ampliar un poco su audiencia en escenarios un poco más amplios. Pero la decisión de dedicar su vida a la música llegó precisamente luego de grabar su EP. “Decidí formalizar mi carrera, profesionalizarme y el camino que encontré fue venirme a Suiza a estudiar música”. En ese país, en el que reside en la actualidad, estudió primero una Licenciatura en Música Pop y después una Maestría en Pedagogía y Música Pop. 

“Aquí en Suiza vine a aprender primero a escoger un mensaje, estar segura de qué quiero transmitir en mis canciones y desarrollar las herramientas para poder transmitir ese mensaje claramente”, asegura. 

Dominique Hunziker y los Cuchumatanes. Foto: Marius Mattioni

Un álbum de ida y vuelta

Acerca de Renacer, su álbum debut, Dominique dice: “Este disco recoge 10 canciones que me han acompañado en mi proceso migratorio estando lejos de mi tierra natal. Creo que muchas de las canciones reflejan de alguna manera la cultura guatemalteca, la cultura latinoamericana y la experiencia de vida migrante”. “Creo que muchas de las personas que han dejado atrás su tierra natal, pueden encontrar algún eco de su historia en alguna de estas canciones”, añade. Pero las migraciones a las que se refiere Dominique no son solo de un país a otro. “Las canciones también van dirigidas a quienes han tenido que dejar atrás un lugar, a una persona, e incluso una profesión”, anota. 

El disco arranca con el tema Corazón de Madrugada. “La letra tiene mucho de realismo mágico, deja mucho a la interpretación de cada persona. Pero para mí es como una oda al sol”. Fue una de las primeras que compuso en Suiza. “Cuando llegué todo era tan distinto y el sol era lo único que yo podía reconocer. Es la canción más mítica de todo el álbum”, explica.

Mi río es un tema que compara la vida con un río.  “Uno siente que va en una barquita. A veces la corriente es muy rápida, a veces, es muy lenta y uno se desespera y quiere controlar el ritmo. La canción es un recordatorio para mí de dejarme llevar por la corriente y confiar que el río siempre vuelve al mar. Es un poco confiar en el camino que toma la vida”, refiere.  

Nieta del alba es uno de los temas más conocidos de Dominique, ya que la presentó en 2018 en una versión acústica.  “Habla de esa emoción de empezar un nuevo capítulo, explorar una nueva vida e irse a comer el mundo sin miedo, sin tapujos. Me hizo pensar en mi abuela porque ella era la que más me impulsaba en ese sentido”, relata. Además, dice que la hizo recordar su propósito firme en el momento en que llegó a Suiza. “Ya estaba en el avión, a punto de bajarme y dije voy a tocar suelo suizo y a partir del momento en que aterrice, yo soy música. Voy a hacer todo lo posible por mantener esta identidad y que siga siendo cierto que yo soy música… Esta canción fue como presentarme al mundo, decir esta soy yo y aquí les voy”, asevera.

El tema que Dominique identifica como “la canción de amor del disco” es Tu ausencia.  “Es peculiar porque no habla de la persona, sino de la ausencia de la persona.  Es una canción para quienes están tan presentes en la vida y en el alma de uno, y que por más que estén lejos y que estén fuera de vista seguís sintiendo que están ahí”. 

Cuando a Dominique le tocó cambiarse de ciudad dentro de Suiza experimentó sensaciones y sentimientos que había vivido cuando llegó proveniente de Guatemala. Entonces compuso No es el fin, una canción para despedirse de sus amistades y seres queridos, pero donde dejó constancia de que la distancia no borraría ni las experiencias ni las relaciones. 

El disco tiene tres temas vinculados directamente con Guatemala. El primero es El Coco. “Surge de la intención de hacerle una canción de cuna a mi sobrino antes de que naciera. Habla del recuerdo de la Isla de los pájaros en Río Dulce”, afirma la cantautora y describe ese lugar: “Es una isla pero no tiene tierra. Los árboles salen del agua, son manglares. Sus únicos habitantes son los pájaros. Cuando te acercás a esa isla escuchás una sinfonía”. Dominique expresa en la canción su deseo de transformarse en uno de esos pájaros para invitar a las personas a que la visiten. 

La siguiente canción es la musicalización de Kemebal, un poema de Humberto Ak’abal. Dominique la eligió porque le encantó la historia que relata. “Me recordó mucho al proceso de creación artística. Es la historia de una tejedora que se queda sin hilo para tejer y en la desesperación de no tener con qué crear, ve que empieza a llover. Sale de la casa para buscar la lluvia, corre, agarra una gota de lluvia, la enrolla y la enrolla, y con esa gota de agua hace hilo y se pone a tejer”. 

La trilogía de estos temas con tema guatemalteco se cierra con la canción que aparece al final del disco. El huipil fue escrita por Dominique en la casa de su abuela. “Lo que me inspiró fue que al darle el abrazo de buenas noches ella estaba vestida con uno de los huipiles que usa, porque mi abuela está fascinada con la indumentaria maya”. Con el tema, la artista rinde tributo a todas las mujeres que “cargan en sus huipiles la historia de Guatemala”.  

En el disco debut de Hunziker hay una sola canción en inglés. Se llama Stranger (Extraño). “La hice en inglés porque era un sentimiento que quería llegar a un público más amplio. Habla de ser parte de dos mundos diferentes. En muchos momentos esta multiculturalidad puede hacerte sentir que perteneces a dos mundos, pero a veces uno puede sentir que no pertenece a ningún lugar. Es un sentimiento de desarraigo y de soledad que me di cuenta que mucha gente tiene”, expresa. 

El tema que da nombre al disco es Regresar y, según su autora, resume todas las temáticas tratadas en la producción. “Habla de mucho tiempo de ausencia en tu lugar natal, darte cuenta que ya no necesariamente es el mismo lugar que tenías en tu mente y que quizás tú tampoco eres la misma persona que vivía en ese lugar”.

Dominique Hunziker y sus músicos. Foto: Marius Mattioni

Un disco, muchos talentos

El trabajo de composición, interpretación y producción de Dominique está respaldado por músicos y técnicos de primera calidad, entre ellos los artistas de su banda. Agustín del Pozo participó en la ejecución de la guitarra, el piano, los arreglos y el coro. También figuran como arreglistas el percusionista Vincent Andreae, el bajista Dante Laricchia y el pianista Mathieu Nuzzo. Martin Burger fue el ingeniero de grabación y Adriano Koch se encargó tanto de la mezcla como de la masterización. 

El disco contará con versión tanto en CD como en vinilo y para ilustrar el arte de la portada se contó con una fotografía de Marius Mattioni y sobre la base de esa imagen, Cyrielle Formaz trabajó el diseño final.

El disco se distribuirá en Guatemala en las librerías Sophos y Catafixia, además también se ofrecerán ejemplares durante los conciertos que Dominique realizará en el país entre julio y septiembre. 

La promoción de este material comenzó ya en Suiza con una serie de conciertos en espacios íntimos y según afirma Dominique, ha tenido buena aceptación. La cantautora proyecta dar a conocer su disco en diversos mercados, entre ellos, México y Estados Unidos.

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