Siempre disfruté relacionarme con personas mucho mayores que yo. De niña me encantaba ir de la mano de mi padrino a caminar por el campo o con amistades de mi mamá a escuchar sus “historias de antes”. Ya en la universidad, tuve la suerte de trabajar con Leo Zuckerman, un viejo maestro alemán que luchó contra el fascismo durante la Segunda Guerra Mundial y que impartió cátedras de marxismo desde una postura crítica en la Escuela Nacional de Antropología en México. Con él y su esposa Lydia ya un poco senil compartimos, siendo yo una chavala ingenua e ignorante, largas comidas en las que pude escuchar de primera mano historias de luchas y resistencias auténticamente épicas.
Seguí cultivando mi afición por las personas mayores y tuve la fortuna de conocer a gente nacida a inicios del siglo XX que había vivido las intensidades que lo caracterizaron. Así pude entablar relaciones entrañables con mujeres y hombres a quienes admiro y de quienes aprendí no pocas cosas. Ahora que yo misma soy persona mayor, disfruto las visitas con amistades ya bien entradas en años, referentes importantes en mi vida cotidiana y profesional.
Con feministas de mi generación valoramos haber tenido ancestras que abrieron brechas en distintos campos, de quienes heredamos conocimientos y saberes, y cuyos pasos nos permitieron llegar hasta aquí. Reconocemos y rendimos homenaje a las madres y abuelas, maestras, compañeras, artistas, políticas, profesionales que nos dejaron semillas cuyos frutos hoy cosechamos.
Una de ellas, sin duda, es Alaíde Foppa, figura icónica del feminismo latinoamericano, escritora, poeta, ensayista, traductora, catedrática, que destacó en los años setenta como fundadora en México de Fem, revista que para muchas de nosotras fue la vía de entrada a los feminismos de distintas partes del mundo. Fem fue una puerta que nos permitió transitar diversas rutas en la búsqueda de respuestas a nuestras dudas existenciales y a los enigmas políticos que enfrentamos.
Alaíde asumió los retos de su tiempo y lugar, colaborando con revolucionarios que lucharon por la democracia en Guatemala, país de donde era su madre, Julia Falla, mujer de gran valentía que desafió las rígidas convenciones de la sociedad ultraconservadora del país donde, en diciembre de 1980, fue secuestrada su hija y desaparecida hasta la fecha.
Para entonces yo era estudiante de antropología y recuerdo bien la escena de aquella noche en que entró una llamada telefónica para dar la terrible noticia de su captura. Todas sabíamos que su vida corría peligro y por ello las movilizaciones no se hicieron esperar. Frente a la embajada de Guatemala en la ciudad de México, representada por un desprestigiado periodista simpatizante de los militares, se hicieron plantones y manifestaciones exigiendo su aparición. En los diarios, en las universidades, en distintos medios del continente, al igual que en Europa, hubo presión para que la liberaran o informaran sobre su paradero. El mutismo oficial cubrió con su manto de impunidad aquel hecho de terror que se sumaba a los casos de violencia atribuidos al ejército y grupos paramilitares luego de sendas investigaciones realizadas en las postrimerías de la guerra contrainsurgente que cobró la vida de miles de personas con el pretexto de la lucha contra el comunismo.
Se ha especulado y escrito mucho al respecto, pero hasta el sol de hoy no se sabe qué fue de Alaíde ni del piloto que la conducía aquel día. No obstante, lo que ha prevalecido más allá del horror ha sido su obra misma, su fina poesía, sus lúcidos ensayos, las grabaciones de sus programas de radio, sus artículos y entrevistas, sus agudas palabras. Gracias a su prolífica creatividad y a la inspiración que ha suscitado, hoy tenemos el gusto de presentar un libro que recién sale de imprenta: Urgente futuro, escritos sobre Alaíde Foppa, en donde la doctora Mónica Albizúrez compila y comenta varios textos en los que encontramos descripciones y relatos sobre la infancia, estudios y viajes, el desarrollo artístico e intelectual de Alaíde, así como su militancia feminista y sus vínculos con los grupos de oposición en Guatemala. Los testimonios de sus hijas Laura y Silvia Solórzano Foppa hablan desde la intimidad de una familia cruelmente golpeada por la represión desatada contra toda persona pensante que desafiara al régimen dictatorial. Los análisis literarios y los comentarios de especialistas, editados con amor y cuidado, constituyen un valioso aporte a la historia de las mujeres, así como al acervo literario del país.
La lectura de los versos de Alaíde, conocer su recorrido vital, así como las lecciones que podemos sacar de su experiencia, nos permiten tener imágenes de una de las grandes mujeres que dejaron claves para sobrevivir a un sistema que nos menosprecia y que hoy hace del odio el arma patriarcal por excelencia, esgrimida para detener los avances hacia vidas plenas para todas las personas. Alaíde es integrante de una añeja estirpe feminista que me ha inspirado para hacer lo que considero necesario y para ser la persona que quiero ser. Así como ella, muchas otras nos dejaron sus luces y sombras para entender y transformar el injusto mundo en que vivimos.
El sábado 20 de abril, en el marco de la feria de editoriales organizada por el Centro Cultural de España, hicimos, con la maestra Luisa Gonzáles Reiche, la primera presentación pública de este libro coeditado por la Universidad Rafael Landívar y Ediciones del Pensativo, cuya hermosa portada es una acuarela de la artista Lucía Morán Giracca. Es necesario recordar que estos escritos fueron publicados hace unos años por la revista virtual Gazeta que generosamente nos cedió el derecho de imprimirlos, gracias a la iniciativa del escritor Jaime Barrios Carrillo y al apoyo del sociólogo Virgilio Álvarez.
Considero sumamente importante que surjan nuevas autoras, que la producción de libros no se detenga, que el público lector le dé curso a sus inquietudes y que la curiosidad siga moviendo a la juventud a preguntar e investigar. Todo ello contribuye a fortalecer las conciencias individuales y colectivas, lo que nos posibilita ser personas con criterios propios, capaces de pensar y decidir, no sólo de obedecer y agachar la cabeza.
Esperamos que las lecturas que en adelante se hagan de Urgente futuro vengan a enriquecer las ideas plasmadas allí. Estamos seguras que algunas fibras profundas se conmoverán. Ojalá eso sacuda mentalidades adormecidas y estimule a las jóvenes a seguir bregando por un mundo donde las niñas y las mujeres podamos vivir libres y con dignidad. Celebramos así el Día Internacional del Libro y todo lo que implica para la humanidad construir una cultura que promueva el bien común y la paz.
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