Casa Popenoe, ubicada en el casco urbano de la ciudad de La Antigua Guatemala, fue reconstruida en el siglo XVIII sobre estructuras coloniales preexistentes de los años 1550-1560. Un inmueble que los esposos Popenoe adquirieron en 1930 para su completa restauración.
La casa cuenta con un amplio zaguán de ingreso peatonal o de carruajes, el cual se abre a un primer patio que llena de luz y aire fresco los corredores y estancias construidos a su alrededor. El patio, fue convertido por Popenoe en un jardín de grama verde, muy al estilo de las casas antigüeñas remodeladas por extranjeros, y posteriormente por los lugareños, ya que en las casonas coloniales los patios eran empedrados, no solo el primer patio o principal sino también el segundo, deparando el huerto para los árboles frutales y los montes verdes.
Al subir un par de gradas, al lado derecho, encontramos un corredor que comunica a un salón de grandes proporciones que Popenoe denominó “la sala”. Espacio iluminado directamente por tres grandes ventanas rectangulares y una doble en la esquina, protegidas por balcones de madera torneada, similares en estilo al de Casa de las Campanas, cuya propietaria y restauradora, Mildred Palmer, amiga cercana de los esposos Popenoe y, según consta en correspondencia particular de Palmer, tuvo a bien dirigir la obra de restauración de la casa de sus amigos, después de trágico fallecimiento de Dorothy Popenoe, su íntima amiga. De allí, la hipótesis que ambas residencias comparten elementos que las hacen semejantes, como los mismos balcones de madera torneada en color oscuro (recientemente cambiados de color en casa P) y el jardín engramillado.
Las rejas o balcones de madera torneada que actualmente la identifican, junto con la gran puerta de entrada, fueron copiados de una elegante residencia de la época colonial. La doble ventana de la esquina, con un cipo adosado a la pared para sentarse, fue el lugar predilecto de las mujeres que habitaban el inmueble, ya que aprovechaban la doble luz de las ventanas para bordar, tejer o par tareas más ligeras que oficiosas, como “ventanear”. Así, los interesados en cuestiones de flirteo o cantineo solo tenían que acercarse a la repisa de piedra del doble balcón, con todo y jumento, sin desmontar siquiera del caballo, para iniciar o retomar la conversación.
Según testimonio del doctor Popenoe, al restaurar el artesonado quedaron asombrados al descubrir que no se habían empleado clavos en los restos del artesonado original aún en pie. Las vigas habían sido atadas únicamente por correas de cuero y ensambladas por medio de empalmes. Para el sobre techo y el piso se repusieron las piezas de barro.
Seguido de la sala, se encuentra la biblioteca, lugar en donde Popenoe mandó a construir una chimenea al estilo europeo, con el objeto de abastecerse de calefacción en los meses y noches de frío. Solución muy particular y postiza de su parte, ya que en Guatemala se han empleado tradicionalmente los braceros de barro de carbón y nunca esas grandes chimeneas de leña.
Sobre el corredor Sur de la casa, están dos habitaciones más, totalmente aperadas con mueblería y cuadros de época, como lo está el resto del inmueble. Estos dormitorios ocuparon el lugar del antiguo comedor y despensa.
La mayoría de los visitantes consideran que la cocina es la estancia más interesante, ya que es la pieza que parece como menos intervenida, precisamente porque en tiempos coloniales e inclusive hasta bien entrado el siglo veinte, era común que los empleados domésticos laboraban en condiciones casi de esclavismo o similar, y a los dueños de casa les interesaba muy poco reconstruir y mejorar las estancias en donde vivían o trabajaban sus servidores.
Las paredes y linterna de la cocina están manchadas de negro por el humo de más de tres siglos de uso. Se conservan en muy buen estado dos hornos grandes y un poyo piedra con tres hornillas que funcionaban con carbón, estufa utilizada en los tiempos de Popenoe.
En el lado Norte, se localizaban los cuartos de la servidumbre, además de un segundo patio y un patio con arriates altos en los que se sembraban hierbas medicinales, aromáticas o flores para adornar la casa.
Estos patios de altos arriates son conocidos con el nombre de patios de lectura, ya que las personas podían gozar del aire fresco y el aroma de las plantas leyendo, deambulando por entre los pasillos de los arriates, ejercitándose a todo lo largo del patio. En la ciudad capital, contamos con uno de estos patios de lectura en la bella casa colonial sede del Colegio Francés, en la Quinta Avenida y Décima Calle zona , Centro histórico.
Casa Popenoe cuenta con dos piezas únicas, una sala de baño al estilo morisco y un palomar en donde habitaban mensajeras, dos de varios temas que trataremos en nuestra próxima entrega.
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