Lección de anatomía, de Darío Escobar. Obra ganadora del concurso Juannio 1998.
“En junio no me olvides” era la frase con la que hace unos decenios, Juannio le recordaba a la sociedad guatemalteca que, precisamente en ese mes, se abría la posibilidad no solo de contribuir con el Instituto Neurológico, sino también de adquirir obras de arte a través de su subasta. Porque sí, el origen de esta iniciativa era precisamente rescatar del olvido a niños con capacidades diferentes y ayudarlos a desarrollar sus potencialidades; muy pronto también contribuyó a destacar artistas que habían permanecido en el anonimato y realzar el valor de quienes, a pesar de contar con logros internacionales, no eran bien apreciados en el país.
Quienes en 1964 vieron en medios de comunicación una invitación dirigida a los artistas que quisieran unirse a una buena causa, poco podían imaginar la trascendencia que, con el tiempo, el evento adquiriría. Y es que, a pesar de ese humilde inicio, Juannio contó con buena estrella y logró convocar a figuras que ya contaban con un importante nombre en la plástica del país.
Raíces firmes
En el libro conmemorativo de los 50 años de Juannio, el estudioso de arte Guillermo Monsanto anota: “Estos autores no solo estaban creyendo que su producción podría accionar positivamente dentro de una actividad que para aquellas fechas lucía como sui generis, sino que se planteaban la posibilidad de calentar un mercado renuente a pagar justamente por las obras de arte”.
Andrés Cordón, quien está próximo a asumir la dirección de Juannio, destaca que la escena artística en 1964 en Guatemala era muy pequeña. “Los espacios culturales eran muy escasos, pero eso hacía que los artistas fueran muy unidos. Había mucho ánimo y espíritu de colaboración y si un artista estaba participando venían los demás”, explica.
De esa cuenta, nombres como Carlos Mérida, Dagoberto Vásquez Castañeda, Guillermo Grajeda Mena, Roberto González Goyri y Efraín Recinos dieron lustre a las primeras ediciones de Juannio en los años 60. Su presencia atrajo no solo a los coleccionistas, sino también a otros artistas que, conocedores del bien ganado prestigio de estos autores, se animaron a participar.
La Endecha, de Carlos Mérida; Memorias infantiles de la antigua ciudad, de Efraín Recinos y Aloría, de Rodolfo Abularach. Catálogo 50 años de Juannio
La participación de Recinos fue constante y como indica Monsanto, “siempre donó gran parte de lo que alcanzaran sus acrílicos para beneficio de los niños del Neurológico». Otro nombre recurrente dentro de la muestra benéfica fue Rodolfo Abularach, quien a pesar de haber radicado casi toda su vida en Nueva York, siempre se hizo presente. En la historia de la muestra se lucieron, entre otros, sus dos temas emblemáticos: la fiesta taurina y los ojos”.
Luis Díaz, quien ya triunfaba con sus obras en concursos a nivel internacional, también contribuyó desde los albores de Juannio. Es más, según Monsanto, en su autobiografía el artista señala que participó en la subasta de 1965, cuando esta ni siquiera se llamaba Juannio.
Escena romana, de Guillermo Grajea Mena; Ritmo de danza, de Dagoberto Vásquez y El candidato, de Luis Díaz. Fotos: Catálogo 50 años de Juannio
Trascendencia internacional
La fama de Juannio comenzó a rebasar las fronteras desde los primeros años. Cordón atribuye esta trascendencia a la relevancia de los artistas participantes en las primeras ediciones. “Si uno ve los catálogos de los primeros años de Juannio es una colección de los nombres más importantes de la escena local”.
“Había mucha colaboración de artistas mexicanos, colombianos, bolivianos e incluso europeos, que de alguna forma se fueron involucrando por esas conexiones y experiencias con los artistas locales que tenían oportunidad de viajar. Entre las piezas que ilustran esta participación se cuentan Lady with pocket book, del colombiano Fernando Botero; Hombre contemplando la luna, del mexicano Rufino Tamayo y Viaje a Marruecos, de José Luis Cuevas.
Lady with pocket book, de Fernando Botero; Hombre contemplando la luna, de Rufino Tamayo, y Viaje a Marruecos, de José Luis Cuevas. Fotos: Juannio
Realidades y tendencias
Andrés Cordón indica que en los años 60 y 70 convergieron dos corrientes distintas. Por un lado, estaban los artistas más interesados en la realidad social del país y, por otro, los que partían más de la experimentación estética.
Surgían nombres como Arnoldo Ramírez Amaya, Rolando Ixquiác Xicará y Alfredo Guzmán Schwartz, que eran considerados por la crítica local como emergentes con grandes posibilidades.
De la serie Esperanzas de papel, de Rolando Ixquiac Xicará, y Tecolotzin, de Arnoldo Ramírez Amaya. Fotos: Catálogo 50 años de Juannio.
En este tiempo aparece también Jamie Bischof que, siendo estadounidense, se enmarca en las corrientes del posmodernismo guatemalteco. Esta artista, que será homenajeada en la edición 2024 de Juannio, se caracterizó por una propuesta que incluyó lo que más adelante podría haberse clasificado como instalaciones.
De la serie Geometría personal II, de Jamie Bischof.
Los años 70 marcaron también el despegue del grupo Vértebra, integrado por Elmar René Rojas, Marco Augusto Quiroa y Roberto Cabrera Padilla. A ellos se unieron, con el tiempo, Enrique Anleu Díaz, Ramón Ávila y Gilberto Hernández y todos participaron con sus piezas en Juannio. Lo mismo sucedió con pintores como César Izquierdo y Manolo Gallardo.
Sin título, de Marco Augusto Quiroa; Personajes, de Roberto Cabrera, y El gran señor, de Elmar René Rojas. Fotos: Juannio
Otros emblemáticos artistas de la década de los 70 fueron Magda Eunice Sánchez, cuya obra adquirió más fuerza en las subastas posteriores a su fallecimiento, y Francisco Tún, quien de acuerdo con Monsanto, es calificado por algunos de sus colegas como el artista “único” de Guatemala debido a lo inusual de sus piezas.
Sin título, de Magda Eunice Sánchez y Fusilamiento, de José Francisco Tún. Fotos: Catálogo 50 años de Juannio
Figuraban también en esos tiempos Zipacná de León, Erwin Guillermo, Alejandro Urrutia, Édgar y Alejandro Guzmán Schwartz y Rafael Piedrasanta.
Las décadas de los 80 y 90, abrieron la puerta a artistas del Occidente del país como Rolando Sánchez, Rolando Pisquiy y Alfredo García. Cordón indica que estos artistas ofrecen estéticas más locales. Ya no son solo las tendencias internacionales o las que están apegadas a los conflictos sociales del país, sino se dan también visiones distintas del arte, desde las vivencias del interior.
Flautista, de Rolando Pisquiy, y Oratorio de los Gómez, de Alfredo García. Fotos: Catálogo 50 años de Juannio.
Concurso y cambio generacional
El siglo XXI estaba por comenzar, cuando Juannio experimentó un salto evolutivo. “En 1998 se instauró el concurso y este abrió todo un abanico de posibilidades para nuevos nombres. Obviamente ese relevo generacional que comenzaba a darse en la escena guatemalteca, posibilitó que en ese momento artistas que eran muy jóvenes tuvieran la oportunidad de posicionarse en una actividad compartiendo el escenario con los grandes maestros”, destaca Cordón.
Mangles, de Verónica Vides de El Salvador, primer lugar en 2003; de la serie Zona de asalto II, de Abel López, ganadora en 2007, y 180 kilómetros PPP, de Benvenuto Chavajay, primer puesto en 2008. Fotos: Catálogo 50 años de Juannio.
También se enfatiza aún más con la incorporación de corrientes performáticas, que tienen entre sus exponentes a artistas como Regina José Galindo y Aníbal López. Curiosamente, dice Cordón, algunos de estos conceptos ya eran conocidos y practicados en décadas anteriores por exponentes como Margarita Azurdia, Luis Díaz y Ramírez Amaya.
A la escena se integraron nombres como Benvenuto Chavajay, Sergio Valenzuela, Mynor Cojulún y Marlov Barrios.
La pandemia y sus efectos
Como sucedió con todo el medio cultural, la pandemia causó incertidumbre. Sobre todo, porque ante la crisis económica que se derivó de ella, el arte que nunca ha sido prioridad, se vio rebasado por la cobertura de las necesidades básicas que también se vieron vulneradas.
A pesar de ese panorama que pudo ser desalentador, la organización de Juannio comenzó a plantearse la posibilidad de realizar actividades digitales. “Obviamente ese año no pudo haber subasta presencial”, indica Cordón. Sin embargo, los coleccionistas se adaptaron a formatos digitales y la muestra se abrió a nuevos públicos a través de redes sociales.
Este año se presentaron 186 piezas al concurso, de las cuales fueron preseleccionadas 36, por un jurado compuesto por la curadora Marivi Véliz, el fotógrafo y activista cultural Andrés Asturias, así como el gestor independiente Andrés Cordón de la Fuente. El 16 de mayo se premiará a los tres primeros lugares.
Entre los expositores de la muestra de 2024 se encuentran Denis Leder, Orlando Villatoro y Santiago Albert, a quienes corresponden estas piezas. Fotos: Juannio
Ese día quedará abierta la exposición que cerrará el 30 de junio. Podrá visitarse de 9:00 a 19:00 horas en el Museo Miraflores (7a. calle 21-55, Zona 11, Paseo Miraflores, Ciudad de Guatemala). El domingo 26 de mayo se celebrará el Sunday Funday, que es una actividad familiar de convivencia que se llevará a cabo en la terraza del museo, habrá venta de comida y el ingreso será por consumo. La subasta se realizará el 28 de mayo. Para esta se invita a los coleccionistas que se encuentran ya registrados en una base de datos.
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