El tráfico en nuestro país aumenta en la medida que la población puede pagarse un vehículo propio, como una moto sin enganche, llevársela a casa al instante, sin licencia ni papeles.  En el caballo metálico se descubre la comodidad de ir directo a su destino, sin esperas, y con libertad, más expuestos a perder la vida, pero dichosos.   Con los carros ocurre parecido, porque hay financiamiento, y los compradores tienen ingresos que permiten actuar.   Antes no se podía porque el plazo era de dos años, y los sueldos eran más apretados, pero ahora se dispone de media docena de años para pagar, porque el negocio reside en los intereses.  

El bienestar se nota por todas partes, en la capital, en Mixco, en Villanueva, en la Antigua, en San Lucas, Chimaltenango, Xela, Cobán, etcétera.    Somos víctimas de algún tipo de prosperidad, que aunque no querramos admitir, existe, y lo demuestran los edificios que van volando y pronto habrá rascacielos, con seguridad privada y vida de acuerdo a otras partes del mundo.   La bonanza trae sus inconvenientes.

Pero lo increíble es escuchar las quejas de quienes vienen a la ciudad de otros municipios, donde ellos escogen a sus autoridades, y alegan contra los ajenos porque les lleva tres horas la venida y otra la vuelta.   ¿A quién culpan?   También podrían irse a diario a trabajar a México, a Costa Rica, a El Salvador, y no tendrían la culpa de la tardanza dichos países porque ya sabemos que están lejos, en distancia o tiempo.

Lo que no hemos aprendido todavía es a adaptarnos, porque echamos la culpa de nuestra tragedia a otros.   Si se vive en una aldea se puede cruzar de un extremo al otro dando tres pasos con los ojos cerrados.   Pero las ciudades grandes exigen nuevas formas de adaptación.   La gente debe vivir donde vive.   Si son de Villanueva, pues allí debieran ocuparse, o trasladarse a donde encuentren más oportunidad.   En las ciudades grandes también hay regiones, porque no se puede mover todo el mundo de un lado al otro sin más.

El problema del tráfico se resolverá cuando el agotamiento nos ponga a nivel.    Hay que escoger dónde vivir, para no perder tanto tiempo en el tráfico.   Cada uno en su lugar, vivir donde nos conviene, sin tener que lidiar con olas de tráfico que llegan de variadas procedencias.   Quizás habría que cobrar el parqueo al ingreso a las ciudades, para demostivar a los que se atreven a gastar tanto tiempo en movimiento, como ya sucede en algunos municipios, que así obtienen recursos para infraestructura masiva.

Lo que no es justo, es que quienen viven en una ciudad paguen con tráfico las decisiones de quienes llegan de otro lado.