Sensibilidad global

“El dinero es la sustancia real, en la que encuentran el excitante sentido de lo corrupto”

Méndez Vides

octubre 3, 2024 - Actualizado octubre 2, 2024
Méndez Vides

La lectura de los autores contemporáneos permite saborear los cambios en el mundo, las tendencias de la sociedad, porque una vez que las obras trascienden pasan al esquema del sentido universal, que no se ve modificado ni por el tiempo ni el espacio.  

La condición humana no cambia, pero sí sus formas temporales, y es por eso que al leer, por ejemplo a Sally Rooney, la escritora irlandesa de moda en la actualidad, que en las últimas semanas está presente en los espacios premium del New York Times, o de El País de España, y por supuesto en los medios ingleses, los lectores intuimos hacia dónde se mueve la sensibilidad de este mundo radicalmente laico, sin creencias religiosas ni en nada que vaya más allá de la materia.  

A los personajes de la joven escritora (Irlanda, 1991) les preocupa entender la normalidad, tal y como se titula su obra más conocida, Gente normal, que data del 2018, y por lo tanto es anterior a la pandemia.   ¿Qué es ser normal?   Dos jóvenes, Marianne y Conell, viven la experiencia de iniciación sentimental finalizando el colegio y durante el período universitario, en privilegiadas circunstancias, teniendo la posibilidad de elegir pero sin la certeza de saber qué desean, hacia dónde van.  

Para ellos “no existe el mal tiempo, solo la ropa mal escogida”, donde el dinero es la sustancia real, en la que encuentran el excitante sentido de lo corrupto.  Su generación se aburre, experimentan con drogas y sexo, videojuegos donde hay alienígenas, hablan de fútbol, y se preocupan por la moralidad del trabajo, porque hay quienes no contribuyen, y ocupan empleos donde solo mueven papeles de un lado al otro sin aportar. Cuando se trata de dar es sexo o dinero, y está presente un vacío que recorre su existencia, vida construida de rompimientos y retornos, mientras transcurren los años.  

La novela al principio parece para adolescentes, y luego va agarrando fuerza, y deja al lector agotado, con la sensación de vacío, diciendo: “No sé por qué no puedo ser como la gente normal”, porque cuando se aproximan a lo común, la pasan mejor, pero de inmediato tienen que romperlo, por culpa de silencios, de no escuchar, de buscar el vértigo.

El mundo de jóvenes privilegiados que estudian en las grandes universidades, con espacio para la lectura y el estudio profundo, descubren en el pensamiento social, en la vieja escuela marxista y en la oposición al poder, una religión, un sentido.   En medio de las contradicciones, surge la necesidad de abordar alguna causa, buscando la razón de ser en el mundo.  

Pienso que en Guate todavía no se afirma tal espíritu, o viene aumentando, porque aquí la supervivencia ocupa y agota.  

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