El dinero no lo es todo en esta vida, pero nadie es ajeno a lo útil que resulta ser el mismo. En Guatemala los fantasmas de la “república bananera” parecen seguir presentes a pesar de los muchos años que han transcurrido ya desde que éramos un sistema feudal, esclavista y aristócrata… ¿Si dejamos de ser una república bananera verdad?
La interrogante surge como una duda razonable, en especial al notar que en la vida política de Guatemala siguen vigentes clanes familiares que sostienen bajo una red económica oligárquica sometido al Estado y la población. Ya lo han señalado autores como la renombrada socióloga Dra. Marta Elena Casaús en su obra Guatemala: linaje y racismo, así como el Dr. Paul Dosal quien incluso resalta en su obra Power in Transition: The Rise of Guatemala’s Industrial Oligarchy a estos clanes familiares como los “Rockefeller, Vanderbilt, Mars, Walton o Du Pont guatemaltecos”.
Pero este esquema de sumisión se vuelve un instrumento de tortura para la clase trabajadora guatemalteca. No se entiende cómo según datos del Banco de Guatemala, el costo de vida, canasta básica y salario mínimo en el país era más balanceado en mayo de 1996 con una tasa de inflación del 11.02%, y en pleno mes de mayo de 2024 con una tasa inflación de apenas el 3.36% el salario mínimo es de apenas Q3,477.82 cuando la canasta básica por persona es de Q2,384.44 al mes, que si lo sumamos en una familia de 4 personas se convierte en más del triple de la cantidad del salario mínimo actual.
La situación se agrava aún más cuando se observan las diferencias negativas del salario mínimo “no agrícola” en contraste con los agrícolas y de exportadora y de maquila. Y que tampoco se nos olviden los cientos de miles sino millones de emprendedores y empleados del sector “informal” que son una radical mayoría.
Creo que no necesitamos, ni ustedes estimados lectores ni su servidor, ser estadistas para darnos cuenta de que algo falla en la ecuación. Trabajar más, equivale a ganar menos.
No importa si un trabajo es de fuerza y otro es mental, ni importa si uno es de campo y el otro de oficina, el salario debería de ser ecuánime tanto a la labor que desempeña el trabajador como a las condiciones económicas del país. Los precios no se mantienen al alza en Guatemala porque el “mercado internacional” se está comportando de esa manera, se mantienen así porque a las élites les conviene seguir desangrando al pueblo.
Los mayores crímenes que se cometen en este país es el asesinato sistemático de los sueños y el conformismo. Un joven que sueña en trabajar en el área que le apasiona, ya sea leyes, economía, ingeniería, etc, muchas veces se debe conformar con las mínimas condiciones que le ofrece un call center, que le exige 10 horas o más de su día, y le ofrece condiciones mínimas limitando su oportunidad de estudiar y desarrollarse profesionalmente por lo que en apariencia es un “salario competitivo”.
Conformarse con lo mínimo no es una forma sana resignación, es una mentalidad feudal mediocre que nos condena al fracaso. Aceptar salarios de miseria nos impide soñar con un futuro mejor, nos priva de oportunidades y nos convierte en esclavos de un sistema que nos explota. No debemos conformarnos con un Congreso con una mayoría servil que legisla para favorecer a las élites y trabaja lo mínimo, o Cortes que protegen a los poderosos, mucho menos con un sistema educativo que perpetúa las desigualdades.
No podemos pretender avanzar como nación si seguimos aferrándonos a estas estructuras obsoletas que nos mantienen en la miseria. Debemos exigir un cambio radical en el sistema, un nuevo modelo económico que valore el trabajo digno, premie la productividad y se enfoque en la competitividad. Un país que aspire al desarrollo no puede basarse en la explotación de su gente.
Todos tenemos derecho a un trabajo y costo de vida digno, mujeres, hombres, jóvenes, adultos y adultos mayores. Debemos cambiar la fórmula de la ecuación y no caer en la situación de mencionada en la frase de Juan Domingo Perón: “Los precios suben por ascensor, los sueldos por escalera.”
Héctor Raúl del Valle es internacionalista. Involucrado en simulaciones diplomáticas, participación ciudadana y dedicado al servicio.
@hrdelvalle
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