Es cierto que en ocasiones el uso de símiles para describir fenómenos complejos, puede parecer poco original. Sin embargo, me gustaría hacerlo y en esta ocasión, lo considero oportuno. La situación es grave y por ende la analogía en la que me apoyaré, pueda que no sea nueva, pero su poder evocador seguirá siendo inigualable al utilizarlo como un recurso común en la retórica política y social.
Y así comienzo evocando la insuficiencia cardíaca congestiva, siendo ésta una patología crónica y devastadora que afecta a millones de personas en el mundo. Dicha enfermedad se caracteriza por la incapacidad del corazón para bombear suficiente sangre y satisfacer así las necesidades del cuerpo.
Lo anterior resulta ser un raso recordatorio de cómo el fallo de un órgano vital, arrasa con la salud de un ser, obstaculizando su correcto funcionamiento y llevándolo a sufrir consecuencias catastróficas para con el resto del organismo. De manera similar y por tiempo prolongado, el contexto político y social de Guatemala, ha sido afectado de esta misma forma, pero por la corrupción, misma que se ha arraigado profundamente en todas sus instituciones gubernamentales, debilitando la capacidad de éstas para funcionar de manera justa y efectiva.
Nadie debe permitir ignorar la devastación que causa la corrupción, simplemente porque la metáfora sea demasiado común. Más bien, debemos utilizar todas las herramientas a nuestra disposición, incluso las más familiares, para luchar contra esta plaga que amenza con consumirnos por completo. Evocar la gravedad del problema y la enfermedad, nos enfrenta con urgencia a otro problema mayor, resultando imperativo subrayar la importancia de abordarlo. Es decir, tomar consciencia del problema que nos ha causado la corrupción es fundamental. Saberlo y no hacer lo correcto o peor aún, no hacer nada, nos llevará a cometer el peor de los delitos, la acción por omisión.
Esto no es gran ciencia y lo sabemos perfectamente. He aquí la contundente realidad, mucho más devastadora que la falla cardíaca en el cuerpo o la implacable corrupcíón en el Estado. La erudición y conocimiento de todo este caos que nos han heredado, así como el sobrediagnóstico sobre él existente, nos debe hacer reaccionar y llamarnos a la pronta y efectiva ejecución de diversos procesos que comiencen a minimizar los problemas de este país en agonía, con su tejido social debilitado y sin desarrollo.
Es imperativo comenzar a entender que el sistema “cardíaco” político de Guatemala, está en hacer funcionar el corazón de la justicia y la transparencia, aprovechando esa voluntad política ampliamente manifestada por este nuevo gobierno y el cual ha puesto al centro de su gestión, la lucha anticorrupción. Esto supondrá la necesidad de saber escuchar y a profundidad, enfocando nuestros esfuerzos de forma conjunta, para ser parte de este brío y trabajo, que busque las salidas y las soluciones que nos arriben a buen puerto. ¡No escuchar, sería un grave error!
Empezar por nosotros mismos, haciendo uso de nuestro derecho de acción y de opinión, con la responsabilidad de hacerlo en forma constructiva y con harta consciencia de saber que no es solo menester del funcionario público el luchar por el bienestar de este país, así como no es únicamente la del médico tratante curar la cardiopatía del paciente. Éste también debe cuidarse para sanar. La colaboración y ahínco de toda la población es indispensable para mejorar y salir avante de esta enfermedad.
¡Usted y yo, juntos, somos el paciente de esta nación! Le invito estimado lector a pasar de la crítica y el sobrediagnóstico a la acción y ejecución de múltiples proyectos que provean una cura. Deje ese sedentarismo, deje las excusas, despójese de ese aprovechamiento de las circunstancias que nos permiten actuar “torcido” y únase a construir.
Cumpla, denuncie, fiscalice, hágase presente e instrúyase de las diversas formas para estar atento a su estado como ciudadano. ¡Sea parte de este cambio!
Apliquemos juntos esas prácticas que han sido ejemplo y muestra de resultados positivos a nivel mundial para estabilizarnos y salir adelante.
Para restaurar la salud de nuestro país, es fundamental abordar la corrupción con determinación y audacia. ¡Esto va para todos!
Considero que el tratamiento curativo, requiere un enfoque integral que incluya cambios y esfuerzos desde varios ámbitos. Esfuerzos que se abarquen desde lo administrativo, lo legal y judicial, manteniendo el principio de pesos y contrapesos.
Los cómo, son la eterna pregunta, esperando los mismos sean el producto que surja de plantear estos temas aquí y allá y si es necesario, con sus respectivas analogías.
Lo importante es comenzar y no quedarnos en el “ojalá”.
Necesitamos ese compromiso renovado de todos los ciudadanos que deseamos el bien, para proponer proyectos y sistemas que propicien la transparencia, así como la rendición de cuentas en todos los niveles del Estado.
Al igual que el paciente con aquella insuficiencia cardíaca, este país necesita y con prontitud, un tratamiento multidisciplinario para recuperarse.
Necesitamos una respuesta coordinada y unificada por parte de todos los sectores de los cuales se compone esta nación y entender que para ello será ultra necesario restaurar la confianza entre nosotros mismos, dejando fluir la sangre del orgullo y el resentimiento, para sentarnos a negociar bajo la premisa de la buena fe. Negociar implica ceder, más no obviar la ley y la justicia.
Buscar los más elementales beneficios para la población, despojados de venganzas, nos permitirá llegar a grandes acuerdos. La fuerza colectiva y la individual deben estar presentes y ser el punto de apoyo para quienes hoy juegan un papel prepoderante en esta historia.
¿Qué órgano es fundamental para que todos los demás órganos funcionen? Sin duda alguna ¡el corazón! ¿Quién es el corazón de Guatemala? ¡Usted lector, sabe la respuesta!
Mariana Rohrmoser Moreno es Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales, Abogada y Notaria. Involucrada en la participación ciudadana, la fiscalización y la proactividad [email protected] @Marohrmoser
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