Magistrados mal calificados

Marcos Melchor Palencia

septiembre 21, 2024 - Actualizado septiembre 20, 2024
Marcos Melchor Palencia

Carolina Escobar Sarti decía que: “Hay mil ejemplos cotidianos de por qué la elección de cortes nos importa. Luego de que el pacto de corruptos nos sometiera a un retraso ilegal de cuatro años en la elección, el año pasado lo promovieron a marchas forzadas, después de las elecciones generales, con el fin de seguir moviendo sus hilos en el sistema de justicia”. ¿Qué tan éticas fueron las calificaciones otorgadas a los próximos magistrados? ¿Hubo injerencia? Al menos sabemos que personajes como Lester Castellanos, Mynor Moto o Jimi Bremer, quedaron fuera de la CSJ.

La divulgación reciente de las puntuaciones asignadas a los aspirantes a magistrados de la Corte Suprema de Justicia y las Salas de Apelaciones ha suscitado un acalorado debate en torno a la transparencia y la rectitud del proceso de elección. Ese estudio electoral “antropológico-político” pretende explorar las repercusiones de esas debatibles evaluaciones y su influencia en el sistema judicial del país.

Por fin, la Comisión de Postulación para CSJ, liderada por Miquel Cortés, ha finalizado el análisis de los expedientes de más de 300 postulantes. Vaya ajetreo ese. Un dato notable es que solamente uno de los candidatos logró obtener un puntaje perfecto de 100 (debatible, pero como no soy candidato, tampoco opino), mientras que otros cuatro más, alcanzaron los 99 puntos. Por poco. No obstante, lo que ha generado mayor controversia es que varios funcionarios públicos fueron excluidos del proceso por sus bajas calificaciones, lo que ha despertado inquietudes sobre la imparcialidad y los parámetros empleados en la evaluación.

La tabla de gradación que aprobó la Comisión de Postulación toma en cuenta factores como títulos académicos (chafas, pero aún cuentan), experiencia en la docencia universitaria, producción intelectual, participación en eventos académicos y otros méritos académicos (¿cuáles?). A simple vista, estos criterios parecen exhaustivos y equitativos. O al menos a mi humilde parecer.

Sin embargo, en la realidad han provocado bastante polémica. Los detractores señalan que la tabla parece inclinar la balanza a favor de ciertos aspirantes, en particular aquellos que buscan ser reelegidos o que tienen conexiones dentro del sistema judicial. Así, lo que debería ser un proceso justo y transparente se enfrenta a cuestionamientos sobre si realmente está diseñado para elegir a los mejores o si está moldeado para beneficiar a unos pocos.

Así como la directora ejecutiva del Movimiento Pro Justicia, Carmen Aída Ibarra, lo mencionaba: “Que muchos hayan sacado de 90 a 100 puntos, unos pocos de 70 y 80, lo que está desvelando es que la tabla de gradación es defectuosa […]”. Además, varios aspirantes que enfrentan graves señalamientos por parte de la sociedad civil y de gobiernos internacionales obtuvieron calificaciones altas, lo que pone en tela de juicio la integridad del proceso.

Esto ha generado interrogantes sobre si las calificaciones reflejan auténticamente las competencias y méritos de los candidatos o si han sido influenciadas por factores externos. Como por ejemplo el uso de operadores políticos. Por no decir nombres al aire, pero aquel vendedor de tenis, y aquel uno que decía estar enfermo en un sanatorio de la zona 2, pueden estar moviendo sus tentáculos políticos e influencias. Si regalaban hasta apartamentos de lujo en zona 14, ya quiero imaginar lo que se estará jugando en estas elecciones.

La impresión de que el proceso ha sido manipulado o influido por intereses particulares puede socavar gravemente la confianza pública en el sistema judicial y, por extensión, en el propio estado de derecho. Si la ciudadanía percibe que las decisiones se toman en función de intereses ajenos a la justicia, se debilita la legitimidad de las instituciones y se erosiona la credibilidad del sistema en su conjunto.

Ya nos faltan pocos días para conocer a tan esperados funcionarios públicos. Por el momento sentémonos, tomemos algo, y esperemos las siguientes noticias en cualquier plataforma digital o física. Esperemos lo peor de este proceso. No sería raro ver a Rafael Curruchiche como magistrado de la CSJ o CC. Gracias a Dios, no pasaría ni los primeros filtros.

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