La lucha en contra del monstruo de la corrupción: un llamado a la alianza estratégica

Estuardo Porras Zadik

septiembre 9, 2024 - Actualizado septiembre 8, 2024
Estuardo Porras Zadik

En el contexto actual, el gobierno de Guatemala se enfrenta a un desafío monumental: la necesidad urgente de implementar cambios estructurales que beneficien a las mayorías. Sin embargo, este gobierno y sus protagonistas se encuentran atrapados en un entramado de corrupción profundamente arraigado en el sistema, que ha capturado las instituciones del Estado y que ha convertido cada intento de reforma en una batalla estéril. Este fenómeno no es nuevo, es el resultado de décadas —si no siglos—, de prácticas corruptas que han desvirtuado la esencia de la gobernanza.

La corrupción se presenta como un monstruo de mil cabezas que se alimenta del miedo, la desconfianza y la apatía ciudadanas. Cuando un gobierno genuinamente comprometido con el cambio intenta enfrentarse a esta bestia, a menudo se encuentra con una resistencia feroz, no solo de quienes se benefician del sistema corrupto sino también de aquellos que, por desilusión o por desconfianza, deciden no apoyarlo haciendo patente su indiferencia. Para estos últimos, tras años de desilusiones con cada gobierno que resultó ser peor que el anterior, la lucha contra el monstruo parece imposible. Este ambiente hace que el combate a la corrupción sea una misión quijotesca, en la que los esfuerzos del gobierno chocan una y otra vez contra un muro impenetrable.

Sin embargo, la clave para avanzar en esta difícil tarea radica en la capacidad de formar alianzas estratégicas en un sistema en el que las alianzas parecen imposibles. No obstante, todos tienen un precio y necesidades que hacen que las alianzas no solo sean viables sino que funcionen como bisagras en la agenda del gobierno. Si la agenda busca genuinamente el bienestar de las mayorías y librar del secuestro de las mafias a las instituciones del Estado, las alianzas serán un apoyo valioso. En lugar de intentar desmantelar el sistema corrupto de manera frontal y sin el respaldo adecuado, los gobiernos deben buscar la colaboración de los actores clave que compartan su visión de un futuro justo y equitativo. Esto incluye a organizaciones de la sociedad civil, a grupos empresariales comprometidos con la ética, académicos y ciudadanos comunes que anhelan un cambio real. Aparentemente, esta es la ruta por la que transitan el presidente Bernardo Arévalo y su gobierno. Desde los tiempos de la contienda electoral y el tortuoso camino para asumir los cargos para los que fueron electos, el presidente Arévalo evitó la confrontación, logrando más de esa forma que con el desgaste al que sus opositores le instigaban a abordar. Para algunos, el presidente es una persona temerosa que no aborda la lucha en contra de la corrupción de manera frontal; sin embargo, puede que sea un estratega que avanza en la ruta correcta de la manera menos esperada o en la que estamos acostumbrados.

Forjar alianzas no solo es inteligente sino necesario. La corrupción no se combate en solitario, requiere un frente unido que desafíe y debilite las estructuras enraizadas que perpetúan el statu quo. Los gobiernos deben ser astutos en su enfoque, identificando a aquellos que, aunque estén incrustados en el sistema, están dispuestos a cambiar su lealtad hacia una causa mayor: el bienestar de la sociedad. Estas alianzas empiezan a materializarse y a rendir frutos en el Congreso de la República, en las diferentes corporaciones municipales y en las interacciones del gobierno con el sector empresarial.

Un ejemplo de esto se ha visto en naciones en las que los movimientos ciudadanos han logrado presionar a los gobiernos para que actúen en contra de la corrupción. Estas coaliciones, a menudo formadas por un amplio espectro de la sociedad, han demostrado ser más efectivas que cualquier intento unilateral de reforma. Al unir fuerzas, pueden crear el ambiente en el que la rendición de cuentas y la transparencia se conviertan en la norma, en lugar de la excepción. Poco a poco se suman al apoyo internacional diferentes sectores de la sociedad, comprometidos con un cambio real.

Sin duda, el camino hacia el cambio necesario es complejo y está lleno de obstáculos. Pero es fundamental que si este gobierno busca el bienestar de todos los guatemaltecos, comprenda que no está solo en la lucha, establezca alianzas estratégicas y construya un frente común que desmantele poco a poco las estructuras corruptas que han limitado el progreso durante tanto tiempo. Solo así podrá avanzar en la misión de transformar la sociedad y restablecer la confianza en las instituciones que deben servir al pueblo.

En conclusión, la lucha en contra del monstruo de la corrupción requiere no solo de valentía, sino también de inteligencia estratégica. Al formar alianzas con actores clave, el gobierno del presidente Arévalo empieza a encontrar el camino hacia un cambio real y duradero, desafiando la corriente y el statu quo que han asfixiado el desarrollo y la justicia social. La esperanza de un futuro mejor reside en la colaboración y en el compromiso conjunto de los sectores de la sociedad. Poco a poco se asfixia la corrupta e impune minoría, con la unión de los que anhelamos un país diferente, ¡un país mejor para todos!

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