Semanas quemándonos hasta el “cogote”, como decimos coloquialmente. ¡Cómo duele verte en llamas Guatemala! Y más si es por negligencia. Negligencia de años y he aquí el dilema, todos dicen, todos saben, todos dudan y todos creemos tener la respuesta correcta… ¡y punto en boca!
Pero, ¿qué hace usted, qué hago yo? ¿Opinar? ¿Criticar? ¿Realmente cambiamos algo?
Estar dentro del estira y encoge, entre el enredo y la inoperancia, entre las gavetas de donde salen sapos y ranas, entre los múltiples intereses que siempre rondan la escena y sólo nos confrontan, supongo no debe ser fácil y menos para actuar con absoluta asertividad.
Aunado a ello, no olvidemos el tema de la experiencia! Quizá haciendo lo mismo, o sea opinar, trataré de abordar este complejo tema que resuena por doquier y es el relativo a la actual administración, cuyo escenario es dual, en donde la llegada de funcionarios hoy llamados novatos y sin experiencia, encarna la esperanza de cambio y renovación. Sin embargo, esta expectativa puede enfrentarse con la realidad de funcionarios con vasta experiencia pero carentes de integridad, quienes utilizan ese conocimiento para tejer redes de corrupción y saquear los recursos públicos. Mientras los novatos enfrentan el desafío de aprender sobre el funcionamiento del gobierno y tomar decisiones estratégicas, aquellos con experiencia; si es que a eso así se le llama, malversan fondos y perpetúan un sistema viciado. Es crucial discernir entre la inexperiencia genuina y la malicia disfrazada de conocimiento, para promover un liderazgo honesto y efectivo que verdaderamente sirva a la sociedad.
Seamos serios y congruentes y vuelvo a preguntar ¿cuántos años de este atasco para comprender que de este fango no se sale de la noche a la mañana y menos cuando se dice que se han ganado el elefante sin haberse preparado para ello. Comprendamos que esta situación no es fácil y que todo esto se basa en una responsabilidad compartida!
Sensatez e involucramiento, palabras esenciales.
¿Por qué esa actitud de ser destructivos y apuñalarnos unos contra otros? ¿Por qué nos cuesta tanto trabajar en un sólo sentido, sin importar nuestras creencias?
Nadie me pide ni me paga para defender a nadie, sólo intento ser fiel al sentido común y al reto de aportar. Resulta que dar la milla extra, compartiendo responsabilidad es sinónimo de ser parte del sistema y absorbida por la institucionalidad. No soy funcionaria pública y no me pronuncio en favor de parte alguna. Soy sólo una ciudadana común y corriente que intenta comprender la situación y apoyar a mi país. Opinando, sí, pero dando la milla extra, también!
¿Por qué? ¡Porque eso es ejercer la ciudadanía, despojada de teorías e intereses, respondiendo sólo al bien común!
Qué nivel de trauma desbordado nos han dejado, que nos ciega el raciocinio y permite florecer el sinnúmero de rumores y hasta ideas conspirativas que paralizan y sólo infunden miedo.
Supongo que eso se traduce en la falta de confianza hasta en la sombra, pero es imperativo madurar y pasar del estado catatónico de la crítica infructuosa e inherte a colaborar.
Existen muchas formas de hacerlo, incluida aquella que reza ¡si no ayuda, no joda!
“Qué irónico que el humo permitió ver y confirmar el estado de calamidad en que vivimos”, dijo mi tía!
Dentro de todos los dimes y diretes, esto me motivó a seguir motivando, pues así nos la pasamos, de incendios forestales al incendio del vertedero, de traslados de más de 80 jueces al nombramiento de una nueva Ministra de Ambiente, de la notificación del vencimiento del período de Magistrados del Organismo Judicial a la próxima convocatoria del Legislativo para Comisiones de Postulación, de la aprehensión de una fiscal del MP a un largo etcétera.
En mi artículo anterior, https://www.epinvestiga.com/opinion/responder-al-llamado-bajo-la-trivialidad-de-la-analogia/, invoqué una similitud para llamar su atención e invitarle a ser partícipe del cambio y para no caer yo también, en la dinámica de la crítica enfermiza, manifesté mi compromiso de aportar simples propuestas que podrían ser desarrolladas en sus ámbitos respectivos, a sabiendas del ataque descalificador al que podré someterme, típico de muchos y hasta tachado de romanticismo.
Las concibo para el tema de los vertederos, poniendo a disposición mi apoyo en lo que se pueda:
- Implementar sistemas de monitoreo contínuo de los gases y niveles de desechos para detectar anomalías a tiempo y así tomar las medidas preventivas.
- Capacitar personal que brinde seguridad, controle y ayude a la prevención de incendios.
- Ejercer la correcta manipulación y disposición de los distintos tipos de desechos.
- Establecer protocolos de rápida respuesta e implementación, en coordinación con autoridades locales.
- Fomentar la participación y consciencia cumunitaria para gestionar responsablemente sus desechos, separándolos y reciclando.
- Establecer mecanismos de seguimiento y evaluaciones periódicas de todas estas medidas que se implementen para garantizar su eficacia y ajustarlas cuando el caso lo amerite.
- Invitar a expertos que sepan del manejo y gestión de residuos y medio ambiente para hacerlos parte en la toma de decisiones y planificación.
- Mejorar la insfrasestructra de los vertederos para reducir la acumlucación de desechos inflamables y mitigar los riesgos de fuego.
Enfrentemos a esas mentes maquiavélicas que con simple irreverencia y falta de moral, avientan la llama de la avaricia o la descalificación. Hagamos eco de ello, pues nos urge entendernos y atendernos. Permitamos que el corazón ardiente de esta Guatemala, bombee su sangre por la vena de la transparencia y que la misma corra bajo el precepto de ser la norma y no la expeción.
¡Que sea un hecho y no sólo un dicho!
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