Estrellas de la política

Méndez Vides     junio 6, 2024

Última actualización: junio 5, 2024 6:55 pm
Méndez Vides

Los presidentes latinoamericanos mediáticos más comentados en el mundo en la actualidad por sus arranques de personalidad son el salvadoreño Nayib Bukele y Javier Milei.   Los dos mueven masas, dándoles más que pan, cierta ilusión, evidenciando que entienden el manejo de las redes sociales y no se amilanan en sus contradicciones, y siempre se la pasan dando de qué hablar.

El más popular ha sido el salvadoreño Bukele, que logró titulares mundiales por su alarde de fuerza contra los delincuentes, aunque en realidad lo que más sorprendió en su momento fue el estilo, la pose sencilla de joven con gorra al revés, que se enfrentó como David a Goliat, y ante las Naciones Unidas saludó a su esposa y retó a los gobiernos más poderosos del mundo a no inmiscuirse en sus asuntos.  

Esa manera suya de cautivar a los cheros impresionó en todas partes, creó un estándar de figura mediática internacional, y fue muestra de cómo en política, muy lejos del pasado de la monarquía con raíces divinas, la gente elige a sus autoridades por lo emotivo, el cae bien, lo chilero, y no necesariamente como un resultado racional.

Bukele estaba en la cumbre, pero lo eclipsó Milei con la melena de león, rompiendo todos los protocolos, presentando un libro de economía en el Luna Park, cantando como rockero su lema libertario, agitando la melena, soltando una plebe de carajos.   

La notoriedad del argentino lo hizo brillar internacionalmente, para hablar bien o mal.  Sus displicencias con las figuras del mundo acapararon la atención, como el caso del choque con el Papa Francisco, con quien ya ganador hizo las paces, o su choque con el gobernante español, aquel que ya se va pero se queda, rompiendo todos los supuestos, y en lugar de pasar vergüenza atrajo la atención de la masa.   

Más que gobernantes, ellos parecen estrellas de la farándula.   

La popularidad de Milei debe de haber encendido a Bukele, así que en un acto innecesario de festejo de reelección, en lugar de decir que no era necesario tanto festín, aviones y desfiles y omitirlo, optó por mostrarse suntuoso, vestirse de soberano, de emperador, a lo Simón Bolívar o el Tirano Banderas de Valle-Inclán, y rompió las redes ganándose el llamado de Lord, unos ofendidos, otros indignados, pero en la boca de todos.   Hubo quienes lo consideraron indicio de decadencia, pero en realidad apenas fue un ardite para dar que hablar.  Después de todos, por sus actos se juzga a los gobernantes, pero por su ingenio se los vuelve estrellas.  Una chaqueta más o menos adornada no influye en su trabajo, pero lo puso nuevamente en la conversación, al lado de Milei que no podía comerse el mandado.

El encuentro de los dos líderes más populares de Latinoamérica en San Salvador fue un breve estallido, se apretaron la mano como líderes en competencia mediática.

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