Hace algunos días fuimos testigos de una desastrosa conferencia de prensa que bien podría haberse resumido en un simple tuit. En ella, el tío Bernie invitaba a la Fiscal General a una reunión amena, acompañada de champurradas, solo para charlar y chismosear.

Si era para eso, mejor la invito yo a mi casa: pongo café —aunque no sé si toma descafeinado o con leche—, compro galletas y nos ponemos a platicar. Así de sencillo.

Pero la invitación fue efímera, la señora le dio vuelta a la tortilla, lo invitó a él en su lugar, y resulta que el don tampoco se presentó a la tertulia en Gerona. La invita, no asiste, lo invita, la deja en visto.

Se han ghosteado el uno al otro, o algo así se dice. No lo sé. No me gusta la palabra. No tengo idea si alguno de los dos sabe quien es jefe de quien, porque yo no tengo la menor idea. O tal vez sea yo y les tenga que dar las órdenes personalmente a ambos. Así funcionaría todo mejor.

Por lo menos sabemos que se encuentran vigentes nueve investigaciones en contra del Gobierno de Yamanetti. Que se encuentren activas pero de momento descansando en las Bahamas, no lo sé. Al final no llegamos a nada. Lo único que lograron fue la no inclusión de periodistas y fotoperiodistas al palacio de concreto gris. Lo que parece contradictorio con su “el Ministerio Público es de puertas abiertas”. La puerta que siempre estará abierta será este espacio para que podamos platicar abiertamente sobre lo que sea.

Además de esa tertulia mañanera, la fiscal argumentó que se le presentaran pruebas para acusar formalmente a los Net Centers de filtrar información confidencial. Pruebas hay. Que necesiten anteojos o binoculares para ver lo que filtran sus amigos en Twitter, ese ya no es mi problema. ¿Qué tan difícil es aceptarlo? La filtran y sale como pan caliente a venderse en redes sociales.

Dejémonos de cualquier tipo de diplomacia, protocolo y discreción, y por favor, pongamos las cartas sobre la mesa y discutamos cómo adultos. Tampoco tengo idea de por qué hablo en primera persona, si a mí no me citaron ni en Gerona ni en el Palacio Nacional. ¡¡Solucionen de una vez por todas sus problemas!!