Pavel Vega es un joven periodista de investigación que ha publicado inquietantes reportajes. El último de ellos, la semana pasada, en eP investiga, acaparó la atención de la gente: Empresas de la familia de Gustavo Alejos han recibido Q.2.6 millardos en contratos con el Estado.
El ejercicio de escarbar de vidas ajenas en esferas de poder se adentra en las versiones más avanzadas del periodismo investigativo, asociado al mundo anglosajón y al término muckraker, que se compone de dos palabras en inglés: muck que significa estiércol y raker, que significa rastrillo. O sea rastrilladores de estiércol.
La primera escuela de los muckraker viene de un grupo organizado, durante la famosa edad del oropel, que cubre la grandeza de Nueva York, y previamente la Inglaterra capitalista de 1885; destacando periodistas como Lincoln Steffens, quien se ocupó de analizar la corrupción en las grandes ciudades, con un célebre trabajo titulado en español: La vergüenza de las ciudades.
Luego surgen las investigaciones de los grandes mataderos de la carne en la ciudad de Chicago, ilustrativamente investigados por Upton Sinclar; y en 1911 resaltan las investigaciones sobre la familia Rockefeller y otros magnates.
La segunda camada de periodistas de tal talante viene a partir de los años 60, con el nuevo periodismo de investigación con temas como: los autos de la General Motors y la inseguridad, la mafia alrededor de Frank Sinatra, Watergate y Richard Nixon, y la corrupción en el Departamento de Policía en Nueva York, que nos recuerda la célebre película de Al Pacino, sobre las vicisitudes de Serpico, el policía honrado.
Se trata así de un periodismo de oposición al poder, un movimiento contrahegemónico, dedicado a denunciar la corrupción política, la explotación laboral y una serie de abusos e inmoralidades, removiendo así la basura, el estiércol.
Si lo vemos desde ese punto de vista, el artículo que se comenta sobre la familia Alejos Jansa representa un retrato típico de los procesos que se suscitan alrededor de la acumulación de capital en la Guatemala de hoy, y particularmente de las suciedades mercantiles de la gran urbe metropolitana: el helicóptero, la cómoda residencia en las afueras de la carretera a El Salvador, e incluso el encopetado edificio de cristales, a poca distancia de la mansión, en donde se cobijan incontables empresas de cartón. Ah, y lo más importante, la educación de los hijos, los sucesores de la dinastía, incluyendo a la esposa, encargados de mover las riendas del abanico de negocios, con características similares: controlar la importación de bienes, incluyendo ahora los afamados artilugios de la economía digital, fundación de sociedades anónimas por doquier, aprovechando la laxitud del Registro Mercantil y su Código de Comercio, imponiendo los dominios del Derecho Civil y Mercantil sobre el Derecho Público y los negocios del Estado. De allí vienen esas espurias figuras de los usufructos forzosos, patrimonio unitario, o servidumbre forzosa, hoy utilizada por Tu Muni para enajenar terrenos públicos.
Y el deporte de la familia: tener una pléyade de abogados y contadores como segundo anillo de poder, encargados no sólo de “sugerir” bases técnicas en diferentes entidades públicas compradoras y contratadoras de obra, sino apurar trámites, incluyendo los del Registro General de Adquisiciones del Estado -RGAE-, y los propios trámites de las licencias de construcción municipal, los permisos ambientales y de riesgos sobre terremotos y demás; en donde incluso ahora entra la institucionalidad de reducción de desastres.
Para un simple mortal, o consultor/proveedor en pantuflas, como le llama este escribiente, al que se aboca a los concursos estatales desde su casa, con su computadorcita e impresora afín, ello resulta toda una aventura tramitológica, que constituye toda una hazaña. Sin embargo, cuando se tiene a su disposición todo un ejército de contadores públicos, auditores, ingenieros de todo corte, choferes, secretarias, abogados y profesionales de toda talla y color ello se denomina, sencillamente emprendimiento corporativo mayor, el que incluye por supuesto rondar los complejos ambientes de postulaciones en SAT, cortes de todo tipo, Contraloría de Cuentas… ah, y por sobre todo: las apetecidas elecciones de los colegios profesionales, y el control de la Asamblea de Colegios Profesionales.
En los tiempos de la denominada Modernización Económica, del Ajuste Estructural, llámese también la era Arzú-Berger, se trató, como se trata también ahora, aislar al odiado Estado y sus cuerpos burocráticos, creando aparatos paralelos, como también se intenta ahora cuando se destacan los grandes vicios del proceso de contratación de obra pública, y su sustitución por el cuerpo institucional paralelo. Es parte así del saqueo del Estado por los grupos de poder económico.
Lo que Pavel retrata en el fondo, y a nosotros los columnistas nos queda al retomar los insumos del periodismo investigativo, es simplemente mostrar los devaneos de El Sistema, o bien El Mecanismo, como le llamó una sorprendente serie brasileña sobre el sistema de negocios en ese vasto país.
Hace algunos años me apasioné por una obra maestra del periodismo de investigación titulada Banqueros de Rapiña, escrita por el periodista argentino Ernesto Ekaizer, y que relata el auge y caída del ex banquero español Mario Conde.
Luego de su caída, Mario Conde responde con su libro El Sistema, que relata su experiencia con el poder, como diciendo no nos queda otro remedio que adaptarnos a la situación del poder……. Pero para mientras hacemos harto pisto.
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