Han Kang, la flamante ganadora del Premio Nobel de Literatura 2024

La elección de la autora surcoreana de 53 años sorprendió a los círculos literarios del mundo y ha colocado en un primer plano a la literatura hecha en su país.

Ana Lucía Mendizábal

octubre 13, 2024 - Actualizado octubre 12, 2024

“Cuando yo era niña, mi padre, un novelista joven y pobre, tenía nuestra casa sin muebles, llena de libros. Las estanterías rebosaban, el suelo estaba cubierto de torres desordenadas, como si fuera una librería de segunda mano cuyo orden se había pospuesto por siempre”. Así describió, Han Kang, la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2024, su niñez junto a su progenitor, el reconocido novelista Han Seung-won, durante una entrevista citada por la editorial Random House. 

En esa cita, la literata, nacida en la ciudad de Gwangju el 27 de noviembre de 1970, señala que esa priorización de los libros sobre otros bienes también la hizo tener una particular percepción de ellos: “Para mí los libros eran seres medio vivos que se multiplicaban todo el rato y que expandían sus fronteras”, señaló la escritora. 

Han Kang se convirtió, el jueves pasado, en la primera escritora surcoreana en obtener el máximo galardón de la literatura global. Desde hace algunos años, era la punta de lanza de las nuevas letras de su país, sobre todo luego de que la traducción al inglés de su novela La vegetariana conquistara el Premio Man Booker International en 2016.

La Academia sueca expresó que se dejó impresionar por la “conciencia única de las conexiones entre cuerpo y alma, los vivos y los muertos”, que expresa la autora en sus escritos.  Destacó también el estilo poético y experimental que la distingue como una innovadora de la prosa contemporánea.

Su editorial Random House señala que el galardón literario más importante del mundo “aterriza en manos de una autora extraordinaria, que una vez dijo aquello de que ‘el lenguaje es un medio único e importante, pero al mismo tiempo es lo que me hace sufrir’”.

Una carrera ascendente

Luego de una adolescencia difícil, Han Kang decidió estudiar Letras en la Universidad Yonsei, de Seul. Al graduarse trabajó durante tres años como periodista para revistas de actualidad. En 1993 comenzó su carrera literaria al publicar el poema El invierno de Seúl. Su primera obra narrativa fue El amor de Yeosu, que dio a conocer en 1995 y que sorprendió a la crítica por la precisión de su estilo. 

En 2013 reunió todas sus obras poéticas en el libro Dejé la cena en la gaveta, y hasta la fecha ha publicado cuatro recopilaciones de cuentos: El amor de Yeosu, Los frutos de mi mujer, Caja de lágrimas y El diseño amarillo de la eternidad. Además, ha escrito las novelas El venado negro, Tus frías manos, La vegetariana, La clase de griego, Blanco, Actos humanos, No digas adiós, Viene el muchacho.

Obras imperdibles

Estos son algunos de sus títulos más conocidos y recomendados por la crítica en el mundo: 

La vegetariana: Cuenta la historia de una abnegada y discreta esposa, quien se muestra conforme con su papel, hasta que unas violentas pesadillas comienzan a perturbarla. Lo sangriento de sus sueños hace que primero decida deshacerse de la carne en su refrigerador y luego imponga una dieta vegetariana a la familia. El enojo de su esposo no se hace esperar, pero él no sabe que este solo es el primer paso en el camino hacia una conversión más radical. 

La clase de griego: Considerada una carta de amor a la filosofía, la literatura y el lenguaje, esta pieza literaria relata la historia de una mujer que asiste a clases de griego,  luego de perder la capacidad de lenguaje. Su profesor también afronta pérdidas al enfrentarse a una inminente ceguera.   

Actos humanos: En una de sus obras más crudas y realistas, Han cuenta cómo el ejército sofoca una sublevación y deja a su paso a miles de muertos en la ciudad de Gwangju. La obra ofrece siete historias de desaparecidos, sobrevivientes y deudos. 

Blanco: La creatividad disruptiva de Han puede apreciarse en este libro en el que, a partir de la elaboración de una lista de cosas blancas, introduce al lector al centro de su dolor existencial. El blanco es para algunas culturas orientales un color de luto y, para ella, expresa su duelo por una hermana que no conoció.

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