Ilustración: Amílcar Rodas
Cuando escuché la voz estridente de Hugo Maul R. contrargumentando las ideas de Santiago Bastos, en un salón oscuro de la Cooperación Española, en la Antigua Guatemala, sentí como si me hubiera tomado un trago de sopa hirviendo. En parte me emocionó escuchar a Hugo criticar la ironía de que el presentador, Carlos Guzmán Bockler, usara las ideas de un español, en una institución española, en la antigua capital del Reino de Guatemala, para defender a los mayas. Por otro lado, me preocupaba que la audacia de Hugo nos trajera problemas entre una mayoría de personas afines a sus ideas. Pero, finalmente, el evento me hizo ver que los guatemaltecos somos tan buenos como cualquier otro intelectual del mundo. Y esta certidumbre, sobre la valía de nuestras ideas, me ha servido para sentirme con la seguridad para opinar sobre cualquier tema de mi profesión; y también me ha hecho admirar y respetar el genio de nuestros intelectuales y artistas y que no siempre hemos reconocido.
Así, rebuscando entre los archivos de la UNAM, de CIRMA y de la antigua Universidad Karl Marx, de Leipzig (UKML), descubrí la genialidad de Mario Payeras al adaptar las ideas europeas del marxismo occidental a la Revolución Socialista en Guatemala. Aún no he averiguado por qué él prefirió el marxismo occidental al socialismo soviético, ortodoxo e incluso castrista y guevarista. Tampoco sé por qué usó a autores no marxistas para sus análisis de Guatemala en los años setenta y ochenta. El reporte de la Dirección del Departamento de Filosofía de la UKML dice que Payeras había aprendido rápido el alemán, que manejaba bien a los autores marxistas y que era flexible para cambiar de parecer cuando se le probaba que estaba equivocado. Pero sus supervisores también notaron que era desinteresado y que incluía autores “burgueses” dentro de su pensamiento. Pero estos reportes se quedaron allí, en lo general, así como el resto de su archivo. Sé el nombre de las clases que tomó, pero no sé quiénes fueron sus profesores, qué libros leyó, ni qué ideas discutió. Sólo puedo decir qué, desde sus días en la República Democrática Alemana, Payeras ya tenía las actitudes y conocimientos que definirían su pensamiento adulto.
Pero estas actitudes y conocimientos no lo prepararon para encontrar su camino entre las selvas del Ixcán, para vivir con el estómago engusanado, cazar pavas en el bosque, ni para despertarse con el sol de la mañana y caminar sobre el suelo mojado por la lluvia nocturna. Sólo poco a poco descubrió que, en este mundo verde, el de Miguel Ángel Asturias y de Rodríguez Macal, los ciclos de su vida, de sus compañeros revolucionarios, de los campesinos indígenas y de sus enemigos estaban determinados por los grandes ciclos de la Naturaleza. Así como el halcón peregrino se guía en su viaje migratorio por todo el continente americano sin saber cómo lo logra, Payeras también aprendió a vivir dentro de los ciclos de la naturaleza chapina. Y, tal vez, esta experiencia más que otras, lo llevó a criticar la idea de la totalidad marxista y nuestra natural incapacidad de saberlo todo. Aquí, entre el lodo y las flores azules del Ixcán, Payeras descubrió que entender la totalidad de las relaciones humanas era imposible.
Mario Payeras también encontró que no solo Marx se había equivocado sobre la primacía de lo material sobre lo cultural, sino también todos los marxistas conservadores, doctrinarios y soviéticos de su tiempo. El mal llamado “Problema del Indio” o la dificultad para integrar a los indígenas a la civilización occidental no era un problema sólo económico, ni tampoco era un problema. Aunque Payeras no fechó sus textos sobre etnicidad e indigenismo en Guatemala, intuyo que su experiencia guerrillera primero le hizo ver que la desigualdad étnica, el racismo, la opresión colonial, eran problemas distintos, pero igualmente importantes a los de la explotación económica de los proletarios. Así, Payeras propuso que una futura dirección estatal socialista facilitara un acuerdo entre indígenas y ladinos para crear un estado multinacional. Pero pareciera que el creciente movimiento indigenista guatemalteco convenció a Payeras de defender la igualdad entre la opresión colonial del indígena y la explotación del proletario. Así, al final apostó por la idea de crear dos estados autónomos, uno indígena y otro ladino.
A pesar de qué Payeras innovó otras ideas, éstas que presento ejemplifican su aporte a la conversación global sobre el marxismo occidental y su enfoque empírico y cultural. De esta forma retó el intento de los marxistas conservadores por convertir a los indígenas en carne de cañón o en ficciones ideológicas. Rescatar a Payeras, el filósofo, es necesario para conocer cómo sus éxitos, fracasos y errores revolucionarios ayudaron a complementar el pensamiento político guatemalteco. Y, aunque su historia no sea la de todos los guatemaltecos, sí es la de muchos de nosotros. Por ello me disculpo si malinterpreté sus pensamientos y les pido qué, si conocieron de primera mano sus ideas, me escriban a [email protected]
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