Guerras, desorden internacional y el mundo en el péndulo

Fernando González Davison

junio 29, 2024 - Actualizado junio 29, 2024
Fernando González Davison

“El poder de Estados Unidos está disminuyendo y un Eje del Desorden está surgiendo para ocupar su lugar. El orden mundial se está volviendo más riesgoso para los ejecutivos de negocios. Las empresas deben adoptar un enfoque proactivo ante el riesgo y contar con planes para cuando se produzca una crisis…  El peor de los casos es aquel para el que no existe un plan. Ahora es el momento de planificar y encontrar las asociaciones adecuadas para protegerse”.  Zev Faintuch, 

 Mientras la OTAN decide dar de todo en ayuda a Ucrania para defenderse de Rusia por un tiempo más, hay que entender que estamos ya en un periodo nuevo y arriesgado al término de la hegemonía de Estados Unidos y los reacomodos y la guerras se hacen presentes, cuando hace unos años era impensable que eso sucediera en pleno siglo XXI en Europa.

          La guerra es el recurso que los estados emplean para obtener lo que creen que es propio o para asegurar lo que creen en riesgo de perder, dispuestos a dar su sangre de sus jóvenes por su causa.  La mayor parte de las guerras parecen ser irracionales ante la desproporción de lo que se está dispuesto a sacrificar en vidas humanas y destrucción. Europa con mucho supera en la historia al resto del mundo en el número de guerras habidas en su territorio, sea por intereses revestidos de luchas religiosas entre católicos y protestantes, que en un momento pretendieron el exterminio del rival, hasta que vino la Paz de Wesfalia en 1648 que cimentó un sistema de relaciones internacionales sustentado en el equilibrio de poderes entre estados plenamente soberanos y desligados de toda autoridad supranacional. Es decir, sin que alguna potencia pretendiera ser una monarquía universal, como lo intentaron los Habsburgo con el pretexto de defender el credo católico frente a los protestantes que querían ser libres de un poder hegemónico, es decir, de los Habsburgo. Westfalia dio paso a una Europa de estados nacionales laicos y soberanos donde todo giraría en torno a un orden racional que tendría en cuenta las diferencias de poder político y de fuerza militar, de manera que el emperador y el Papa, que en la Edad Media se habían erigido como líderes de la cristiandad, pasaban ya a un segundo plano, subordinados ante el protagonismo de los Estados. Napoleón rompió ese equilibrio de poder al convertirse en emperador hegemónico en el Viejo Continente. Y al ser derrotado por los estados ocupados se celebró el Congreso de Viena en 1815 donde las potencias europeas de la época se reunieron en esa ciudad de 1814 a 1815 para decidir las nuevas políticas en el continente y el reparto de los territorios reconquistados a Francia. Así se reconfiguró el mapa europeo en favor de los vencedores, Londres, Berlín y Moscú. Se mantuvo la tesis del equilibrio de poder y la paz relativa duraría un siglo, con las excepciones de guerras puntuales en Crimea, donde Rusia se enfrentó 1856 al Imperio otomano, Francia y Reino Unido, el Mar Negro convertido en territorio neutral. La guerra franco-prusiana en 1871 luego de la reunificación de Alemania y la guerra ruso-turca en 1877, muy puntuales.

          Ese esquema de equilibrio de poderes voló en pedazos con la red de alianzas entre unos y otros estados dada la desconfianza y el armamentismo creciente, las rivalidades por las colonias. Berlín, sin colonias, quiso prevalecer en Europa y activó la I Guerra Mundial y dejó unos diez millones de muertos. Se firmó un armisticio pero los ganadores impusieron a Alemania, Austrohúngría e Italia reparaciones por montos dinerarios muy elevados. Luego de una  breve tregua vino el ascenso de A. Hitler, quien continuó en 1939 con ansias de prevalecer sobre Europa, con una política expansiva que generó la II Guerra Mundial. Y se rompió de nuevo el principio del equilibrio de poder.

         Tras la victoria de los aliados en 1945 quedó Estados Unidos como la única fuerza hegemónica, pero la URSS, resurgió de sus cenizas de la guerra y ya en 1947 Stalin volvió a reconocer a la lucha de clases internacional como su objetivo (expansionista), rechazando el Plan Marsshall. Y a los dos años estalló su bomba nuclear que le paró el pelo a los estadounidenses. La Guerra Fría se volvió caliente en muchos lugares por el reparto del III Mundo colonizado: las rivalidades entre Washington y Moscú en un mundo bipolar se hicieron valer. Participaron en las guerras de liberación colonial, la de Vietnam la más notoria, así como las guerras de baja intensidad en África y en América Latina.

        Con el final de la Guerra Fría y la implosión de la URSS en 1991, como sucedió en 1945 por algunos años, Estados Unidos quedó único como potencia hegemónica casi sin buscarlo. Buscó el respeto de las leyes internacionales, la libertad de navegación… y los conflictos interestatales fueron esporádicos. “Eso ya pasó: Estados Unidos disminuyó su poder y emergió un sistema multipolar en su lugar, que genera inestabilidad y desorden entre las principales potencias: Estados Unidos, China y Rusia, la Unión Europea. Estados Unidos carece del liderazgo necesario en lo geopolítico, económico y militar, y la geopolítica vuelve con fuerza”, dice Zev Faintuch, quien agrega que: “En los últimos años, el poder económico relativo de Occidente ha disminuido. En 2000, Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido (conocido como el Grupo de los Siete (G7)) representaban el 43% del PIB mundial en paridad de poder adquisitivo (PPA). Sin trabas, este bloque podría proyectar fuerza económica y militar a nivel mundial. Ese mismo año, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS), la alternativa a las alianzas occidentales, representaron el 18% del PIB mundial (PPA). Sin embargo, para 2023, la participación de los BRICS se había disparado al 32%, mientras que la participación del G7 cayó al 30%. La posición relativamente débil del G7 ha privado a Washington y a sus aliados más cercanos de una palanca importante para hacer cumplir el orden mundial: las sanciones”.

        El mundo económico de occidente ya no es el más poderoso, razón por la cual no funcionaron con Rusia las sanciones de  congelar sus activos ni la prohibición de vender ciertas tecnologías en el corto plazo. Moscú vendió como nunca su petróleo a través de una “flota fantasma”, burlando las sanciones usando terceros países. Luego de la retirada de Estados Unidos de Afganistán en 2021 las guerras no atraen al electorado y el nuevo desorden internacional  amplía los conflictos en Medio Oriente y Sudán…  Es en un mundo sin árbitro alguno hay caos.

          China, Rusia, Corea del Norte e Irán enfrentan a occidente  pues quieren tener exclusivo poder en sus regiones lo que hace  latente un conflicto mayor. Faintuch dice: “Esto recrea un sistema multipolar repleto de inestabilidad y aumenta la amenaza de perturbaciones globales que afectan el clima político y de negocios en un escenario impredecible. A medida que la hegemonía estadounidense decae, los pilares fundamentales de la economía global se erosionan. Las empresas deben adoptar un enfoque proactivo ante el riesgo y tener planes para cuando se produzca una crisis. Ahora es el momento de planificar y encontrar las asociaciones adecuadas para proteger los propio”, recomienda.

         El ascenso de la economías del BRIC y la merma de las de occidente genera gran tensión por lo que urge a crear un nuevo orden propio de un equilibrio de poder como el generado en la Paz de Westfalia antes que explote la III Guerra Mundial.

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