Con el avance de un mundo cada vez más globalizado y conectado, la autoidentificación de los jóvenes se ha ido convirtiendo en un fenómeno trascendental, puesto que ha ido evolucionando la manera en que entendemos la identidad. Este proceso no solo se trata de cómo los jóvenes se ven a sí mismos, sino también de cómo eligen relacionarse con su entorno.

A diferencia de generaciones anteriores, los jóvenes de hoy tienen acceso a una infinidad de información y recursos que les permiten explorar y comprender una amplia gama de identidades. La diversidad étnica, cultural y de género se visibiliza como nunca, las redes sociales y otras plataformas digitales juegan un papel crucial en esta transformación, brindando espacios donde los jóvenes pueden compartir sus experiencias y encontrar su voz.

La cultura popular-plural y la tecnología han desdibujado las fronteras tradicionales de incidencia e impacto, debido que permiten que los jóvenes adopten y adapten elementos de diferentes culturas y experiencias para formar identidades únicas y genuinas. Esta flexibilidad de cambio empodera a los jóvenes para cuestionar y desafiar las normas establecidas, pues está creando una generación que busca modificar su presente y el futuro de los que vienen atrás.

La autoidentificación ha impulsado una creciente conciencia en los jóvenes de las injusticias y desigualdades que existen en los diferentes entornos y contextos. Reflejándose en el aumento de la participación activa y participativa en todos los ámbitos. Asimismo, su habilidad para movilizarse y organizarse a través de plataformas digitales les ha dado una ventaja significativa para influir en la opinión pública e iniciar a posicionar la necesidad de ser escuchados y atendidos.

Sin embargo, este proceso de autoidentificación e incidencia política pueden ser caminos llenos de conflictos internos y externos. La presión social, un Estado que no escucha, las expectativas familiares, la discriminación y la represión política siguen siendo barreras significativas que se deben enfrentar.

La resiliencia y la determinación son características que los jóvenes poseen y que les permite inspirar a su entorno. Esta generación de jóvenes no solo se define por su capacidad de adaptarse y reinventarse, sino también por su firme compromiso de luchar por un país más justo e inclusivo. La autoidentificación se convierte en una herramienta poderosa para la transformación social, dando voz a quienes buscan un cambio y demostrando que, a pesar de las dificultades, el futuro puede ser reescrito por aquellos que se atreven a soñar y actuar.

Por lo tanto, se hace notar una revolución silenciosa que está cambiando la forma en que percibimos la identidad y el activismo. Es un recordatorio poderoso de que la identidad no es estática ni unidimensional, sino un proceso dinámico y en constante evolución. A medida que continuamos avanzando hacia un país más inclusivo, es esencial que se materialicen el respeto y diversidad identitaria, por medio del reconocimiento a la autoidentificación y participación política de los jóvenes como fuentes de fortaleza, esperanza y transformación para todo un país.