Las mujeres enfrentamos un sinfín de problemáticas que afectan nuestra vida diaria, aún más cuando decidimos integrarnos al mercado laboral. La administración pública, que debería ser un bastión de equidad y justicia, se convierte en un escenario hostil, incómodo y lleno de desconfianza para muchas de nosotras.
Como mujeres jóvenes que iniciamos nuestra vida laboral dentro del sector público, llegamos con la ilusión de desempeñar nuestras habilidades y capacidades. Sin embargo, nos encontramos con que debemos acceder a lo que nos dicen, aceptar lo que se hace y no cuestionarlo.
Aún cuando hay algo que nos incomoda, que no nos permite tener la libertad de actuar y ser como somos por la percepción que genera con los otros, intentamos creer que podemos ir avanzando, pero pasa el tiempo y cuando menos lo esperamos nos damos cuenta de que el acoso sexual es uno de los problemas más graves que enfrentamos, que los pequeños actos sutiles y con doble intención se hacen presentes.
Las miradas inapropiadas, los comentarios despectivos y las insinuaciones son solo la punta del iceberg de una cultura laboral que muchas veces tolera y perpetúa estas conductas. Es fundamental que empecemos por reconocer la violencia y el acoso sexual que sufrimos sin darnos cuenta, sin percibirlo y que sin querer, lo normalizamos.
Violencia que afecta nuestra intimidad, confianza y seguridad, limitando nuestras aspiraciones profesionales y afectando nuestra salud mental y emocional.
Es urgente que las instituciones públicas reconozcan y aborden estos problemas de manera efectiva. Necesitamos espacios de trabajo seguros y justos, donde nuestras voces sean escuchadas y nuestras capacidades valoradas.
Es fundamental que se sensibilice y forme sobre el respeto mutuo y la valoración de los límites del otro. No podemos seguir permitiendo que el acoso y la discriminación sean parte de la cotidianidad de las mujeres en el ámbito laboral. La lucha por nuestros derechos y dignidad debe ser constante y colectiva.
Las mujeres no buscamos favores ni privilegios, ni que se nos perciba como objetos a la disposición de los otros, lo único que exigimos es el respeto y las oportunidades que merecemos.
Tu mujer, que sin previo aviso haz sufrido acoso sexual dentro de tu ámbito laboral, no estás sola, hay redes que te pueden apoyar a no seguir normalizando las sutilizas del acoso sexual.
Debemos unirnos y alzar la voz contra cualquier forma de violencia sexual y laboral hacia nosotras. Comencemos a transformar nuestros espacios laborales en lugares donde la justicia, la igualdad y el respeto sean la norma.
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