Es difícil encontrar las palabras adecuadas cuando una está lejos de quienes ama. A medida que transcurre el tiempo siempre me embarga una profunda tristeza al saber que no puedo verla ni compartir con ella debido a las circunstancias que me han llevado al exilio. La injusticia y la criminalización nos han separado físicamente, pero mi amor por ella es inquebrantable, y cada pensamiento y cada latido de mi corazón son para ella.
Este vínculo es indisoluble. Su amor incondicional y su fuerza han sido mi piedra en los momentos más difíciles, y me duele en el alma no poder estar con ella. Pero quiero que sepa que su esfuerzo y su amor han sido mi guía en este camino, que a veces se torna incierto, y que cada paso que doy lo hago con la esperanza de volvernos a abrazar algún día.
Sé que esta separación es tan dolorosa para ella como lo es para mí, y que a pesar de la distancia física que nos separa, siempre está conmigo. Me acompaña pues la tengo presente con sus consejos y sus platicas diarias.
El exilio es difícil y pone a prueba nuestra fortaleza y nuestra fe en un futuro mejor y diferente, pero mientras siga escuchándola con su amor, sé que podré superar cualquier adversidad que se interponga en mi camino. Aunque las circunstancias actuales que suceden en el sistema de justicia guatemalteca nos mantengan separadas, nada en mi corazón ha cambiado para mi ella, quien es mi luz y mi inspiración para seguir adelante.
Cada día que pasa sin poder verla me llena de determinación y esperanza de que algún día podremos estar juntas de nuevo, sin barreras ni fronteras que nos separen.
En este tiempo de exilio forzado, le pido a ella que siga siendo fuerte y que mantenga esa posición que trasciende todas las fronteras porque sé que podremos compartir juntas todos los momentos perdidos, todas las risas y todas las lágrimas.
A mi mamá le digo, seguiré luchando por la justicia y la verdad, por un mundo donde nuestros derechos sean respetados, donde las niñas y mujeres podamos vivir sin violencia ni daños, donde podamos ser libres, donde no seamos más criminalizados.
No he podido estar con ella en su cumpleaños, pero, aunque estemos separadas por la distancia y el exilio, ese lazo que nos une no podrá ser roto.
Gracias, a ella, porque está en cada pensamiento, espero con anhelo volver a reunirnos sin miedos, sin persecución, sin fronteras y así no perderme más otro cumpleaños.
Con amor para ella de su hija que está en el exilio.
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