Confieso que nunca había escuchado nada sobre Mr Stiven, el youtuber Steven Tangarife Caicedo, pero busqué en las redes para saber el motivo que provocó esta semana la bulla en Cayalá tipo manifestación venezolana, porque las recientes nuestras son raquíticas y de puras caras conocidas a pesar de estar viviendo una época controvertida, de campaña política permanente en TikTok, sin estar permitida la propaganda ni el partidismo (¿o ya se superaron tales restricciones?).    Varios de los candidatos para las elecciones del año pasado siguieron con el activismo, porque no paran de atacar a los demás, de maldecir y señalar vicios ajenos, astillas en el ojo ajeno sin notar la viga en el propio, resaltar omisiones que se deben a sus propias medidas entorpecedoras, porque es obvio que lo que les atrae es la presidencia (por mal que terminen), pero en lugar de dedicarse a expresar sus cualidades, se dedican de oficio a llamar la atención perjudicando a los demás, aserruchándole el piso a los opositores o adoptando la postura vil de delatores a la vista pública, porque ya ni lo hacen a escondidas como en los tiempos de Manuel Estrada Cabrera, el dictador de los veintidós años, sino ahora dan la cara sin revelar pizca alguna de vergüenza.   Y por eso, por más que se esfuerzan, no atraen a la masa, mientras se aparece un youtuber colombiano de sorpresa en Ciudad Cayalá, y en pocos minutos una gran cantidad de gente se entera y reúne para conocer al famoso, y es tal el alboroto, que él emite un mensaje de disculpas porque ya no cumplirá con presentarse en un Centro Comercial de la zona 18, porque no tiene certeza de que se pueda velar por su seguridad.   ¿Quién es este personaje? ¿Qué hace para atraer a tantos mirones? 

Mr Stiven es creador de contenidos, con más de 11 millones de suscriptores, que elabora largos videos insufribles que sin embargo tienen su gracia, porque son un reflejo de la nueva sociedad latinoamericana posterior a las utopías.   La ambición en el mundo digital tiene su referencia en el sueño americano de los colonos del lejano oeste, los buscadores de oro en California y emprendedores actuales, pero libres de los límites geográficos y nacionalismos, que alcanzan la fama creando contenidos virales, porque hacen a diario mensajes que se buscan un espacio en un universo que tiende al infinito, para monetizar la frecuencia, que vende publicidad de motos (el nuevo caballo de los antiguos vaqueros), juegos y camisetas y expresan la medida del éxito en relación al dinero acumulado, a la casa que se compró en Medellín, a otra que le regaló a su mamá en Cali.   Lentamente, conduce a los extraños por los recovecos de su mundo de ensueño, rodeado de amigos aterrados que quieren ser como él, hasta su hermano está luchando por llegar a los 100 mil suscriptores con su ayuda, pero no es así de fácil, porque no basta con querer.   Mr Stiven habla y habla sin parar, muestra lo que aprecia, las grandes pantallas planas en cada habitación, el lujo de la vista desde lo alto en casas de esquina, en la libertad de poder hacer ruido afectar a los demás.   Viste como rapero, camisetas y tenis, y el triunfo sin estudios ni grandes esfuerzos se encuentra en las redes, y en caer simpático a muchos.   Estamos en un mundo que todo lo fija en relación a lo cuantitativo, despojados de la cualidad y el valor del esfuerzo.   Vida breve y beneficio instantáneo, bien por él, lo asombroso es descubrir que existen tantos admiradores que viendo sus videos se distraen e identifican.