En muchas ciudades del mundo, las noticias que ocupan los titulares de prensa son leídas por ciudadanos y las mismas hacen referencia a problemas, tales como que vacas traspasaron el mojón de una finca vecina, ocasionando desavenencias entre el dueño de aquellas vacas y el de dicha finca.
Noticias como estas, no dejan de concebirse como problemas, sin embargo, son de categoría ínfima y dan la sensación de provenir de ciudades tranquilas, con bajos niveles de corrupción y conflictividad y altos niveles en seguridad, brindando estabilidad a sus ciudadanos.
Lamentablemente, nuestra realidad es totalmente otra y tanto la Ciudad de Guatemala, como el país en su totalidad, aglutina agitación y algarabía en sus noticias diarias, en donde a la población le resulta imposible aburrirse, pero sí estresarse. ¡Al menos, a la mayoría!
Esa exitación constante, que produce tanta noticia conflictiva y la cual es exponente de décadas de corrupción, evidencia como la mente y las emociones de la ciudadanía, se convulsionan, percibiéndose éstas hasta en la lava volcánica de rojo intenso y profundo, que frecuentemente se libera, como muestra de su furia ante tanta injusticia.
Todo lo anterior resulta frustrante y deprimente para los guatemaltecos, dañando su nivel de vida y hasta su psiquis, tanto la individual como la colectiva, mermando su estabilidad y disminuyendo toda posibilidad de salir adelante, cayéndose en un círculo vicioso, que minimiza el involucramiento de la población, lo cual obstruye su capacidad para buscar soluciones certeras a tanta problemática que se presenta e impide la productividad en Guatemala.
En menos de ocho días, hemos enfrentado noticias tales como la denuncia de irregularidades en el manejo de Q36 millones, en el programa de veteranos militares.
El Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda (CIV), solicitó se apruebe Estado de Calamidad para rescatar esas desastrosas carreteras a Escuintla, argumentando que
Q205 millones 948 mil, para la compra y arrendamiento de maquinaria, igualmente no serán suficientes para cubrir tal emergencia.
El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA) denuncia corrupción en programas de asistencia alimentaria y ante el alza de la canasta básica, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) otorga un bono de Q5,000.
El Ministro de Finanzas, Jonathan Menkos, presentó una acción de amparo ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ), contra la Fiscal General, Consuelo Porras, por acciones intimidatorias e ilegales por parte del Ministerio Público (MP)
Por su parte, determinadas Municipalidades adjudicaron Q357 millones que se consideran difíciles de fiscalizar y por si esto fuera poco, el Cerro de la Cruz, en Antigua Guatemala, cierra parcialmente sus puertas, por daños en obra, calculados en Q3.5 millones.
Todas estas noticias, sólo por mencionar algunas, constatan la enorme corrupción de la cual ha sido presa esta nación, suprimida en una enorme vulnerabilidad y poca estabilidad, que no le suministra ni tiempo, para procesar tanto problema a la vez.
Aunado a ello, se percibe la fuerte y constante exigencia a la actual administración, para solventar toda esta problemática, representada en noticias que caen como ráfagas de estrellas punzantes al espíritu de una sociedad que se visualiza débil, fraccionada, apática al cambio, agresiva, desesperada y poco comprometida con sus roles y sin memoria.
En resumen, somos un país que hoy se consume en la herencia de conductas corruptas y destructivas, pero resistente y hábil para subsistir ante tanta negatividad, quizá porque no le queda otra alternativa para medio seguir adelante, con su baja autoestima o porque es la única manera en que sabe reaccionar, ante tan abrumadora realidad.
Estamos sumergidos en ese círculo enfermizo, al cual se hizo antes referencia y nubla toda la razón, para discernir la diferencia de roles, que como sociedad herida se juega.
Mientras en otras partes del mundo la ciudadanía lee noticias de vacas que traspasan límites a los derechos de los ciudadanos, ocasionando problemas entre estos, acá, en esta parte del mundo, llamada Guatemala, un grupúsculo de iguales semovientes, con una trayectoria de prácticas mafiosas y corruptas, son los que nos leen a nosotros estas quejas y denuncias, revestidas de preocupantes noticias, igualmente limitando nuestros derechos y ocasionando controversias entre todos.
Hoy seguimos sumergidos en la pobreza y abrumadores titulares, que evidencian esa aberrante e incesante corrupción, que no permite seguir adelante, para mínimo poder seguir comprando un poco de tomates y cilantro que no lleguen al precio de un buqué de flores.
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