Los milics

Marcos Melchor Palencia

febrero 15, 2025 - Actualizado febrero 14, 2025
Marcos Melchor Palencia

He escuchado, como todo un buen entrometido, una conversación entre dos personas que se quejaban del tráfico de los últimos días. Metafóricamente, hemos llegado a la misma conclusión, aunque cada uno desde su mesa y sin cruzar palabra: los milics y el tráfico de los viernes por la tarde no congenian ni, aunque los obliguen a dormir juntos. ¡Simplemente no se puede! Ignoro cómo le haya ido ayer a usted, querido lector, pero el viernes pasado imagino que ni siquiera pudo dormir tranquilo. Tal vez ni llegó a su casa a buena hora para descansar.

¿Y a quién culpo? ¿A los milics o a la Muni y sus presuntas soluciones para el tránsito? Finjamos que no es culpa de ninguno de los dos y que, curiosamente, se encontraron en el camino y, pues, no hubo de otra.

De acuerdo con el Departamento de Tránsito de la Policía Nacional Civil, solo el año pasado se registraron alrededor de 8,354 siniestros viales (363 incidentes más en comparación con el 2023). Y no crea que las siguientes cifras ayudan o mejoran la situación. Se estima que circulan al menos 1.2 millones de vehículos diariamente, de los cuales la mitad proviene de municipios vecinos o departamentos aledaños.

El tráfico es solo un reflejo de múltiples problemas estructurales. La infraestructura vial sigue siendo insuficiente para soportar el creciente número de vehículos en todo el país. En 2021, se reportaron más de dos millones de vehículos en circulación, un aumento del 5 % en comparación con años anteriores. ¿Y usted qué cree? Ya sobrepasamos los 5.3 millones de vehículos en el parque vehicular. Esta sobrecarga en las carreteras no solo contribuye a la congestión, sino que aumenta la probabilidad de accidentes.

No sé usted, pero sale mejor irse a Minerva, allá por la zona 10, y quedarse a dormir mientras se toma algún negroni. ¿No cree? Bueno, no conozco el horario. Déjeme consultar y con mucho gusto le cuento.

Y para que nos volvamos un poco más educados en la viabilidad y esas cosas, la falta de educación vial y la indiferencia de algunos conductores hacia las normas de tránsito agravan por completo la situación. Me gustaría preguntarle a una específica serie de conductores si en realidad han recibido algún tipo de capacitación en seguridad vial. ¿Cómo sabré si cruzará a la izquierda o a la derecha o si pasará el semáforo en rojo? Ah, y, por cierto, señores motoristas, ¡sepan manejar! No soy adivino, y tampoco los veo desde lejos e intuyo a dónde irán.

Descentralizar las oportunidades laborales y educativas, invertir en infraestructura vial adecuada y promover el uso de transporte público eficiente son pasos esenciales para mitigar el caos vehicular que, día tras día, consume tiempo, recursos y, lamentablemente, vidas.

El tráfico no es solo una cuestión de vehículos y carreteras; es un amargo y malévolo reflejo de decisiones y prioridades que, hasta ahora, han dejado la movilidad urbana en un segundo plano.

Vio, hoy no hablé de usted, querido lector. ¿O de ti? ¿Cómo se siente mejor que le diga? ¿Usted?, ¿tú? ¿O también le gusta el voseo?

¿Cómo estás, vos? Y vos, ¿qué pensás?

Suena grosero.

Y para no ofender a los estimados milics y sus cuestionables votos, déjenme felicitar a quien haya sido electo presidente y, desde ahora, le pido que escuche mis plegarias: ¡no vuelvan a hacer elecciones los viernes!

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