¡La comunicación es clave, pero la que es asertiva, es fundamental!

Mariana Rohrmoser

junio 25, 2024 - Actualizado junio 24, 2024
Mariana Rohrmoser

La comunicación es la base sobre la cual se fundan todas las relaciones entre los seres vivos, especialmente entre los humanos, para construir así, sus relaciones tanto personales, familiares, amistosas como laborales. Por lo tanto, ésta se considera vital y multifacética entre los mismos.

Subsistir sin ella, sería prácticamente imposible, por lo que aplicarla y en forma asertiva, resulta no sólo importante, sino poderoso.

Por razones obvias, los columnistas de opinión, no somos la excepción a ello y nuestra labor y deseo es precisamente ese, comunicar y con ello transmitir un sentimiento individual o colectivo, a quienes nos leen.

Por esta razón, en esta ocasión me enfocaré en comunicar la controversial comunicación, valga la redundancia, que se brinda a la ciudadanía, por parte del Ejecutivo y otras instituciones del Gobierno.

Ya he hecho hincapié, en cuán importante es este tema entre los humanos, por lo que ésta no puede fallar entre gobierno y población. En cualquier sociedad, es y será una de las piezas más importantes, sino es que la piedra angular que sostendrá sus relaciones, lo que implicará que la misma deba ser correcta para lograr el funcionamiento eficiente del Estado, propiciar el desarrollo y la cohesión social.

Quienes somos cercanos a espacios como sociedad civil y otros sectores, una de las mayores y más frecuentes quejas, respecto a este Gobierno, es la poca o confusa comunicación que se brinda a la ciudadanía.

Muchas de las acciones que éste ejecuta, podrán ser correctas o realizadas con buenas intenciones, sin embargo las mismas, se comparten deficientemente y con limitaciones.

Muchos nos confesamos inexpertos en temas de comunicación, pero quizá esto haga que la queja, que al respecto se tiene, sea más genuina y desinteresada, pues no estamos criticando formas, tecnisisimos, creatividad o innovaciones en estos campos, sino eficiencia y claridad para saber transmitir la información de interés nacional, de una manera que no queden más preguntas que respuestas.

¡En la medida que esta información sea clara y efectiva, mayor será la confianza que se tenga a la autoridad!

Por lo tanto, urge encontrar con celeridad a profesionales que sepan asesorar y trabajar correctamente la comunicación gubernamental, para no seguir generando confusiones, dudas y zozobra en la población, pues de no tomarse cartas en el asunto, esa desinformación nos conducirá a una desconexión grande entre pueblo y gobierno, construyéndose relaciones nocivas, de desconfianza,  inestables y de poca accesibilidad a la verdad.

Existen múltiples ejemplos de esa falta de comunicación asertiva, pero bastará tomar uno de los más recientes sucesos, para entender a lo que se hace referencia.

El pasado 18 de junio el presidente Arévalo compartió su decisión de dar en licitación el Aeropuerto Internacional La Aurora (AILA) bajo el mecanismo de una alianza público-privada (APP), sin embargo, dos días después, cambió de opinión, exponiendo que buscaría una licitación internacional con una empresa de capital mixto.

Para terminar de generar aún más las dudas y confusiones, el mensaje para muchos fue que el AILA sería privatizado. Para esto último, el mismo presidente aclaró que no sucedería, pero tanta explicación y cambio de posturas, sólo generaron controversia y tergiversación de las acciones a tomar, quedando en el ambiente esa sensación de incertidumbre, dejando la impresión que las mismas autoridades no tienen claridad alguna, de lo que realmente desean hacer.

Muchos aún nos preguntamos, cosas como ¿qué modelo contractual será finalmente utilizado para el mejoramiento y remodelación del aeropuerto? ¿Se implementará un solo mecanismo para algunas de las áreas de éste y otro para otras, o un mismo modelo de contrato para todo el AILA?

Aunado a ello, surgió la controversial captura fotográfica de un momento, que para muchos generó resquemores y para otros fue constitutivo hasta de traición por parte del presidente, ante un proceso que ni bien empieza y ya nace con sensaciones adversas.

He ahí la complejidad de las coyunturas, de los momentos inesperados, de las controvertidas situaciones incorrectamente comunicadas, sin la capacidad de poder brindar aclaraciones que disipen cualquier duda que se interponga.

Finalmente, todo pareciera un chiste, que nos conduce al sarcasmo y al absurdo juego de palabras, tales como: ¡deseamos informar a quien debe informarnos, que la información que se nos brinda, no nos informa y nos deja totalmente desinformados! 

Los cómos y las apariencias también importan, lo que me hace recordar una frase que mi madre siempre nos decía: «¡No sólo hay que ser bueno, sino también aparentarlo!»

Para muchos es posible discernir, cuestionar y lograr averiguar las verdades para no caer en aceleradas y erróneas conclusiones. Sin embargo, no es labor del ciudadano estar averiguando el trasfondo de la información vertida y mucho menos las acciones o decisiones de la autoridad, por lo que toda información que se brinde, deberá ser pronta, clara, veraz y contundente, para cerrar la puerta a toda duda que genere conflicto. ¡Si se corre el riesgo de que esto último ocurra, es mejor que la información espere y no se dé!

La buena comunicación entre un gobierno y su pueblo, debe siempre abrazar un sentimiento de absoluta claridad y transparencia, que no constituya solo un ideal deseable, sino una necesidad imperiosa para el buen funcionamiento de sus gestiones.

Por todo lo anterior y haciendo el mejor y más respetuoso uso del derecho a la libre expresión, en mi calidad de ciudadana y portadora de opinión, transmito la urgente necesidad de mejorar las formas de brindar información a la población, por parte del Gobierno, recomendando una certera asesoría y acompañamiento para el ejercicio responsable de esa comunicación gubernamental, misma que nunca debe adolecer de la poderosa palabra: asertividad.

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