«Influencers» Millonarios vs. Intelectuales Pobres

Elías Talé

marzo 4, 2025 - Actualizado marzo 3, 2025
Elías Talé

Según la Real Academia Española (RAE) en su Observatorio de Palabras (versión digital), la palabra “Influencer” se define como: “Un anglicismo usado en referencia a una persona con capacidad para influir sobre otras, principalmente a través de las redes sociales”, con el transcurso del tiempo, se han desarrollado nuevas modalidades de vida, donde la obtención de ingresos económicos a través de medios digitales se ha vuelto una alternativa viable. Esto conlleva un alto grado de responsabilidad e influencia sobre diversas personas, tanto a nivel nacional como internacional.

Los influencers son figuras que proyectan una imagen pública de éxito y lujos, a menudo distorsionada de la realidad.  Las marcas no emplean influencers sino contratan sus servicios, en busca de visibilidad y alcance, priorizando las métricas de audiencia por encima de otros criterios como; la capacidad de análisis, preparación académica, pensamiento crítico o inteligencia.

En contraposición, existen intelectuales que se han dedicado a la formación académica, sacrificando gran parte de su tiempo en la búsqueda del conocimiento técnico y científico. Sin embargo, la realidad actual se caracteriza por desvalorizar la profesionalización, la situación actual obliga a muchos a aceptar salarios miserables, condiciones laborales abusivas o simplemente no poder optar a un empleo digno por no contar con los contactos suficientes, el elevado desempleo es un síntoma de la crisis que atraviesa la formación profesional en una sociedad que premia la ignorancia.

En la actualidad, el camino intelectual parece no ser tan rentable, la formación académica no encuentra el mismo reconocimiento en una sociedad que consume contenido banal, efímero y carente de beneficio. El contenido viral, generalmente videos sin propósito, se olvida en cuestión de días o incluso horas, es crucial reconocer que el desarrollo de nuestra sociedad está estrechamente vinculado con los avances científicos y académicos.

La reciente viralización de las tarifas de ciertos creadores de contenido pone en evidencia la decadencia en la que se encuentra nuestra sociedad. Al igual que ellos, muchos otros influencers, amparados en su popularidad en redes sociales, pueden exigir pagos exorbitantes, muy superiores a lo que un profesional puede ganar en el mismo tiempo. En consecuencia, tenemos la responsabilidad de consumir y generar contenido valioso, que impulse el cambio y el avance social, nuestro país incluso el mundo prosperaría si los creadores de contenido fueran profesionales y contribuyeran de manera fructuosa.

Ser intelectual no implica pobreza, ni ser influencer garantiza la riqueza, se nos ha vendido una idea equivocada sobre cómo orientar nuestras vidas, no debemos dejarnos influir por las tendencias, que a menudo pueden ser perjudiciales.

Debemos hacerle ver a la niñez, adolescencia y juventud que su futuro será más prometedor si optan por la tecnificación. El conocimiento les permitirá superar esta etapa en la que el mundo parece preferir el consumo de contenido trivial. Debemos reconocer que el desarrollo está en nuestras manos y que podemos alcanzarlo mediante la excelencia académica.

Ser influyente en redes sociales no es intrínsecamente negativo, por el contrario, es positivo influir y dejar una huella en los demás, así como contribuir al bienestar ajeno mediante la creación y difusión de conocimiento, debemos priorizar el beneficio colectivo para construir una sociedad enfocada en el desarrollo por medio de las nuevas tecnologías.

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