Es imperativo enderezar la nave

Renzo Rosal

enero 17, 2025 - Actualizado enero 15, 2025
Renzo Rosal

Por estos días, una pregunta que surge en diversos espacios es si es posible o no redireccionar la ruta del gobierno central. El primer año ha sido difícil de administrar. Nunca antes un gobierno tuvo detractores, incluso desde antes de tomar posesión. Los dominios reservados (enemigos en las instituciones) y los veto players (detractores fuera de los espacios públicos, pero que insisten en descarrilar a Arévalo y su gobierno) no han cejado en su empeño. Ven en el 2025 el ciclo que traerá vientos favorables a su “causa”. Sin embargo, aún es posible enderezar la nave, siempre que se tomen en cuenta los siguientes factores:

Una mejor lectura del entorno político general. Quiérase o no, el escenario de la “convivencia” con los detractores es una realidad. Aunque el MP, sus financistas y aliados sean enorme piedra en el zapato para la sociedad en general, no hay salidas viables que permitan sacarlos de la jugada. Toca, entonces, aislar a esos enemigos y no proveerles de materia prima que implique aumentar los factores de riesgos.

También en necesario eliminar o al menos disminuir la soberbia intelectual que priva en buena parte de quienes integran los primeros círculos del Ejecutivo. En 2024 quedó en evidencia que no todo lo saben, que sus niveles de conocimiento real del Estado y de la administración pública son precarios. Además, que su ingenuidad no les dejaba ver la realidad desastrosa en la que encontraron la institucionalidad, con lo cual las buenas intenciones no son más que ideas lanzadas al aire.

Se requiere una mayor dosis de valentía, racionalidad y pragmatismo en la figura presidencial para que tome decisiones. Dicho de otra forma, necesitamos de un líder capaz de tomar decisiones asertivas, no de un diplomático que gobierne con guante de seda para quedar bien con unos y otros, y al final ver pasar el tiempo irremediablemente, sin resultados tangibles. Son estos últimos lo más importante de cualquier administración. A pocos interesa como se lograron los objetivos, lo importante son los logros o distintivos del gobierno de turno. Repasemos lo trágico y lamentable de las dos últimas administraciones que finalizaron sus periodos sin resultados positivos; todo lo contrario, con una rémora de retrocesos y vergüenzas, que costará décadas reponernos.

El activismo no tiene cabida. Gobernar en un asunto diferente. Implica navegar en aguas profundas, donde los tiktok y las reels de Instagram no son los objetivos que la ciudadanía requiere para la atención y solución de los problemas concretos. La relación Ejecutivo-bancada oficial debe ser redimensionada. Estos últimos creen, ingenuamente, que obtuvieron una serie de logros en el primer año de la legislatura. En realidad, fueron útiles a propósitos de otros actores que se acercaron al oficialismo por intereses propios. No olviden que uno de los pilares del estado guatemalteco es el patrimonialismo. El elemento extractivo sigue presente en el ámbito público y está más cerca de lo que se imaginan.

El escenario continúa siendo frágil. Por ello cabe destacar los factores de la coyuntura que aparecen como oportunidades para capitalizar, como, por ejemplo, la recuperación de los mínimos de estabilidad en el TSE, la libertad condicional de JR Zamora, la implicación de J. Morales en el incendio donde fallecieron 41 niñas en 2017, el escenario macroeconómico de relativa estabilidad. Incluso el arribo de Trump a la presidencia en EE.UU es una oportunidad para que la política exterior sea más agresiva, en el fortalecimiento de las condiciones locales para hacer frente a las implicaciones de la nueva política migratoria, en la creación de espacios de diálogo con los diversos sectores que podrían verse afectados por las medidas a tomar en varios ámbitos, por ejemplo.

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