El desorden, herramienta de poder

Renzo Rosal

febrero 14, 2025 - Actualizado febrero 13, 2025
Renzo Rosal

El mundo está sometido, a diario, a tensiones de tamaños cada vez mayores. La tensión orden-desorden se decanta por este último. No existe agenda o escondrijo que oculte, o al menos lo intente, las muestras de la aparente anarquía. En Guatemala, en poco menos de una semana son diversas las muestras de lo anterior: un lamentable “accidente de tránsito” que no debió suceder, si tan solo las instituciones relacionadas con las regulaciones del transporte hicieran su trabajo. Una clara muestra de derechos violados de manera flagrante que al final quedará, como todo, en la absoluta impunidad y el silencio cómplice de todos quienes se tapan con la misma cobija, sean de un gobierno o de otro.

En el curso de la misma semana, un enfrentamiento en estructuras del narcotráfico en la periferia de la capital. Una muestra, como si hubiese duda alguna, del grado de penetración que tienen esas expresiones de poder que antes deambulaban por allí, pero ahora parten el pastel e incluso deciden qué partes les corresponde a qué actores. En paralelo, una investigación periodística coloca en la agenda pública el grado extremo de colusión de esos actores ilícitos en el Organismo Legislativo, escenario de cohabitación permanente de los poderes “emergentes”, hacia los cuales ha derivado el poder. La investigación, aborda, de manera tangencial, un hecho que no debería pasar desapercibido: dos alcaldes, en pleno ejercicio de sus funciones, fueron requeridos por la justicia norteamericana para ser extraditados, por integrar las estructuras indicadas; sin embargo, la Corte de Constitucionalidad los protegió, y parte sin novedad.  

Pero asumir que experimentamos habituales capítulos de desorden no agrega mayor valor agregado a lo que sabemos. Lo determinante consiste en constatar que, mientras los actores del poder formal se distraen en reuniones, visitas, discursos excelsos, promesas de un cambio que a priori no se materializarán, los poderes reales están en plena jornada de júbilo. Precisamente en esa la ecuación deseable: mientras nos distraemos en asuntos de menos importancia (ejemplo, si el ejército entró o no en la USAC, o si este viernes la capital estará paralizada, una vez más, por la acumulación de eventos y la ineficiencia manifiesta de la municipalidad), los actores protagónicos hacen de las suyas tras bambalinas; o incluso delante de nosotros, pero no les ponemos atención, por estar embelesados por las luces que encandilan, pero no iluminan.

Un ejemplo puede precisar lo anterior: es claro que, para algunos sectores dominantes, el cese o reducción de los flujos migratorios no es opción. Pero no importan las personas, o si en el camino mueren o sufran vejámenes a más no poder. Importan las remesas, sin las cuales la economía nacional caería a pedazos. Frente a las fuertes medidas impulsadas por la nueva administración estadounidense, el escenario debe reacomodarse (antes que asumir el riesgo de la fractura del modelo). Entonces se levanta una nueva bandera: ceder a la agenda transaccional. Se abre así el frente de la mejora de la infraestructura estratégica, especialmente la avenida de los puertos. Si bien esa agenda es una prioridad para el país, los principales beneficiarios de esa medida no son los migrantes (a lo sumo serán mano de obra barata). Las mieles del reparto seguirán siendo para los mismos, los que mueven las piezas del tablero que interesa.

De esta forma, el desorden (real y simulado) deviene, generalmente, en orden. El cuerpo tiene dos caras, ambas no pueden separarse porque se necesitan mutuamente. 

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