Según Promotora del Comercio Exterior de Costa Rica, PROCOMER, agencia oficial de atracción de inversión, Costa Rica “alcanzó un hito histórico al cerrar el año 2023 con cifras récord en los flujos de inversión extranjera directa (IED) al registrar una entrada de $3.921 millones, superando en 31% la meta estimada para ese año que era de $3.000 millones. Este monto, además, es un 24% mayor al registrado a diciembre de 2022, cuando la IED ascendió a US$ 3.163.9 millones”. Sin duda, buena parte de este éxito radica en factores como el nivel educativo promedio de su fuerza laboral; las zonas francas; los esquemas de fomento e incentivos a la transformación productiva y las exportaciones; el estado de la infraestructura disponible; el desarrollo de un ecosistema de innovación; la diversificación de destinos de la oferta exportadora, etcétera.

No obstante, con todo respeto, Costa Rica sigue estando en Centroamérica: el clima para hacer negocios dista mucho de la perfección, siguen existiendo márgenes de mejora en aspectos regulatorios, impositivos, aduaneros, portuarios y tramitología, por mencionar algunos cuantos. Por ejemplo, según la Asociación de Empresas en Zonas Francas, Costa Rica es un país costoso para la atracción de inversión extranjera. “una empresa afincada en Costa Rica debe destinar un 26,6% en cargas sociales [contribuciones al seguro social, al instituto de capacitación, a las pensiones y al combate a la pobreza], mientras que en un país de la OECD, también conocido como Club de los Países Ricos, el promedio es de tan solo un 12%”. A pesar de ser, en promedio, más caros que los países del “club de los ricos”, pueden jactarse, de haber logrado el establecimiento de “59 nuevos proyectos de inversión -el mayor número alcanzado en los últimos años- lo que significa un crecimiento de 64% en comparación con los 36 proyectos anunciados en el 2022… de los cuales, 13 se instalaron fuera del Gran Área Metropolitana (de San José)”

Según valoraciones del propio ministro de Comercio Exterior, este éxito se debe al “arduo trabajo del equipo en el Ministerio de Comercio Exterior (COMEX) y la Agencia de Promoción de Inversiones y Comercio de Costa Rica (Procomer).” Así también, a más de 40 años de trabajo continúo adaptando y mejorando sus políticas públicas y regulaciones destinadas a promover el desarrollo y sofisticación de las exportaciones. De especial importancia, tal como lo explicaba este funcionario público, con ocasión de las instalación de una planta de Johnson & Johnson MedTech que genera más de 3,000 empleos en la producción de dispositivos médicos, la diferencia principal entre Costa Rica y los demás países de la región es que el “profundo compromiso con la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho, el liderazgo en sostenibilidad y las libertades económicas y el compromiso con el comercio abierto y libre.. [hace de Costa Rica] un lugar confiable para los negocios”. A lo que añadió que “hoy por hoy [Costa Rica] es el único país de la región que ofrece un ambiente de estabilidad política y respeto irrestricto por la democracia”.

Sin estabilidad política, Estado de Derecho, libertad económica y respeto por la democracia, resulta muy difícil ser un destino confiable para inversiones importantes. Sobre todo, inversiones que no se materializan de la noche a la mañana y que requieren largo períodos de operación para ser rentables. Para Guatemala, la lección de Costa Rica es clara: la transformación productiva y la atracción de inversión extranjera requieren un entorno institucional sólido. El éxito no se alcanza solo con incentivos fiscales o zonas francas; es imprescindible un compromiso con la estabilidad política y económica, el respeto al Estado de Derecho y la creación de un entorno que fomente la confianza en las instituciones. Sin estos elementos, cualquier esfuerzo por atraer inversión será insuficiente y, en el mejor de los casos, temporal. La verdadera transformación comienza con reformas profundas que garanticen la seguridad jurídica y el respeto por los derechos fundamentales, creando así un país donde valga la pena invertir a largo plazo.