Desafiando la inercia de la burocracia

Annelisse Escobar     junio 1, 2024

Última actualización: mayo 31, 2024 10:15 pm
Annelisse Escobar

En un mundo donde la innovación marca la pauta del desarrollo, Guatemala no puede quedarse atrás, especialmente en el sector público. Imaginemos un gobierno que no solo gestiona, sino que también innova, mejorando la vida de sus ciudadanos de maneras que nunca habríamos imaginado. Se trata de un escenario público donde se resuelve desde problemas sociales complejos como una seguridad social excluyente hasta la sostenibilidad de manejo de deshechos en la ciudades.

La innovación en el sector público es mucho más que adoptar nuevas tecnologías. Se trata de reinventar la manera en que se ofrecen los servicios, haciéndolos más eficientes y accesibles para todos y todas. Desde la digitalización de trámites hasta la participación ciudadana en decisiones clave. Pero hay un gran obstáculo en este camino: la mentalidad normativa de la burocracia. Esta mentalidad, tiene una racionalidad dificil de refutar, permite evitar riesgos. Pero a su vez, puede matar cualquier intento de creatividad. Entendemos que la estabilidad es importante, pero también necesitamos flexibilidad para experimentar y errar. Este es el reto al que se están enfrentando las autoridades. Que más allá de rescatar la pérdida institucional de la última década, la demanda ciudadana está midiendo su confianza esperando poíticas públicas que podamos palpar. Esos funcionarios que se atrevan a desafiar la inercia de la manera de siempre de gestionar el queahacer público, necesitan construir ese andameaje que los respalde.

A pesar de los retos estructurales que que ha venido arrastrando este sistema político por la cooptación y corrupción, hay espacio para implementar mecanismos que empoderen al aparato estatal. Imaginemos a los empleados públicos actuando como emprendedores dentro de sus propias instituciones. Este «intraemprendimiento» no solo impulsa proyectos innovadores, sino que también retiene el conocimiento valioso dentro del gobierno, reduciendo la dependencia de consultores externos y fortaleciendo nuestras capacidades internas. Ya no se trata de un paradigma en desuso como la destrucción creativa que nos planteó Schumpeter sobre la innovación. El desarrollo es posible donde las nuevas creaciones no suceden a expensas de las creaciones anteriores. Elaboremos sobre este camino alternativo, que no ha sido plenamente articulado como un proceso en el cual se pueden rescatar institucionalidad pasada y construir sobre lo rescatable.

Además, la colaboración es clave. Cuando diferentes departamentos y niveles de gobierno trabajan juntos, y cuando otros sectores desde el privado, academia, entre otros une fuerzas con, las posibilidades cambian la capacidad de gestión. Los problemas complejos requieren distintas maneras de gobernanza para encontrar e implementar soluciones que realmente funcionen. No se trata de desatender prioridades para recuperar la independencia judicial, por ejemplo, pero de que los liderazgos en la administración empiecen a retar los paradigmas existentes si desean dejar un legado en su capacidad de atender a la población y sus dolencias.

La innovación en el sector público de Guatemala no es solo una opción, es una necesidad urgente. Aunque enfrentamos desafíos significativos debido a la resistencia al cambio, con la gestión adecuada del conocimiento y fomentando el intraemprendimiento, hay posibilidad de mejorar la provisión de servicios básica. La innovación pública puede ser el catalizador que necesitamos para avanzar y mejorar la calidad de vida de todos los guatemaltecos.

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