En el foro sobre los ochenta años de la revolución de octubre de 1944 realizado este jueves en el Palacio Nacional el presidente Bernardo Arévalo resaltó que la misma siempre sería objeto de debate, como lo han sido la revolución francesa de 1789 y otros hitos de la historia que continúan siendo objeto de estudio y que, por tanto, se mantiene la discusión con nuevos ángulos y revelaciones que descubren los investigadores. En el caso de la revolución guatemalteca precisó que el legado más importante es la democracia y sus valores éticos, que son de una actualidad permanente y de preocupación constante por parte de la ciudadanía, frente a los actores oscuros que tratan y han tratado de conculcar los derechos ciudadanos que se expresaron en las urnas electorales. Democracia y ética son lo más importante de rescatar de la revolución de 1944 en especial cuando se hace patente que sus detractores quieren horadarla en contra de la voluntad popular. Democracia y ética que fueron guía del pensamiento y acción del ex presidente Juan José Arévalo y que el actual presidente toma como sus principios rectores en la conducción de su gobierno.
En ese foro también estuvieron presentes el hijo del coronel Jacobo Árbenz y su nieta, Jacobo Árbenz Vilanova y su hija Claudia Árbenz, donde expresaron las acciones del “Soldado del Pueblo” en favor de la justicia social y su preocupación decidida por dignificar el campo en particular con la reforma agraria. Claudia fue la que le dio un efecto sentimental a sus palabras cuando dijo “que cuando se habla de Árbenz se tiene que hablar de Arévalo, y no se puede hablar de Árbenz si no se habla de Arévalo” y los aplausos vibraron.
También participó Lionel Toriello, como sobrino nieto de Jorge Toriello, que fuera parte del triunvirato de 1944, que esbozó, como estila, un esbozo del pasado y los retos del actual presidente frente a la estructura del poder oscuro que hace y hará todo lo posible porque este gobierno sea un fracaso, para volver a reinar de manera oscura y autoritaria, amén que controla gran parte de la estructura del poder (judicial y parlamentario), para frenar su gestión administrativa, mientras arremete donde haya oportunidad para desgastar al presidente.
¡Viva Arévalo!
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