Consensos para que el Estado funcione mejor en 2025 (I)

Fernando González Davison

enero 4, 2025 - Actualizado enero 3, 2025
Fernando González Davison

El sentido práctico exige que se tomen decisiones para que el Estado funcione cuando no funciona bien. Para Thomas Hobbbes el  Estado es un ente artificial creado por los hombres para atender sus necesidades comunes. Propone una forma autoritaria, mientras otros siglos después han considerado uno de tipo democrático.

En el último año en Guatemala los tanques de pensamiento y medios serios como La Hora, Prensa Libre y Plaza Pública consideran que nuestro Estado es infuncional porque no existe clara gobernanza en favor de la ciudadanía. La ciudadanía ha votado para que los indeseables no dominen más la política por  ser impresentables, que dominan varios organismos del Estado desde hace años. Por ello cada institución camina por su cuenta sin lineamientos morales pensando en el bolsillo de los que la dirigen.     

¿Guatemala nunca cambiará? Se preguntaba Nick Copeland profesor asistente visitante de antropología en la Universidad de Arkansas [email protected] quien publicó un artículo acucioso sobre nuestra realidad, bastante negativo, intitulado “Guatemala nunca cambiará’: Copeland dice que los mayas del altiplano consideran que las reformas están estancadas y que el clientelismo ha socavado y aún socava la inclusión multicultural. Se vino abajo el optimismo respecto a los acuerdos de paz mientras se debilitó la autonomía comunitaria. Señala Copeland que existe en esos grupos una mezcla resultante de pesimismo, necesidades insatisfechas y divisionismo… Y que cada vez hay más afiliaciones egoístas con múltiples partidos conservadores, incluidos populistas autoritarios corruptos. Ese arrastre de malestar persiste hasta la fecha como lo han expresado los 48 Cantones en Totonicapán.        

El Premio Nobel de este año Daron Acemoğlu dice sobre nuestra región: “América Latina es desigual debido a su historia, una sociedad creada por un pequeño grupo de élites coloniales para explotar a la gran mayoría de las personas”. Las instituciones hacen parte del engranaje que reproduce esa desigualdad que desemboca en Estados poco democráticos. Para Acemoglu es claro que “El estado es una parte muy importante en la resolución de conflictos, en proporcionar servicios públicos o ayudar a los desfavorecidos. Por ello se debe mantener el Estado y a sus élites bajo cierto control. Las élites de la región no quisieron borrar las instituciones opresoras del colonialismo y se recicló para explotar a la gran mayoría bajo distintas fachadas democráticas sean liberales o conservadoras bajo dictaduras de hecho que han frenado el desarrollo: “Lo que decimos en “El pasillo estrecho” es que para que haya libertad se necesita tanto el Estado como la sociedad”. Al respecto, menciona que esa libertad no existe en Cuba, Venezuela, Haití, Jamaica (agregarían a Nicaragua), países que han destruido instituciones. Dice que Bolsonaro iba en ese camino de dinamitar las instituciones de Brasil pero vino por fortuna el cambio con Lula. “El mercado no genera oportunidades para que las personas de bajos niveles socioeconómicos tengan mejores escuelas y mejor educación…”. “Tenemos que estar bien informados y asegurarnos de echar a los sinvergüenzas”, concluye Acemoglu.  Su también colega premiado con el Nobel Simon Johnson dice: “En América Latina hemos tenido gobiernos de extrema derecha, de izquierda, populistas e incluso dictaduras. En varios de estos países existen instituciones, pero la economía crece lentamente e, incluso, es inestable. Pensemos en Venezuela, Colombia, Argentina, Guatemala, Honduras, por nombrar algunos. ¿Cuál cree que es el principal problema? Creo que el principal problema es que los gobiernos -como ha mencionado- tanto de derechas como de izquierdas deciden con frecuencia que no les gustan las normas existentes. Ignoran las normas, las rompen y desconocen los resultados de unas elecciones libres y justas, por ejemplo. Socavan las instituciones ya existentes”. En tanto la sociedad exige mejores políticas gubernamentales.  James Robinson, también ganador con Johnson y Acemoglu del Nobel, en una entrevista dijo que Guatemala es un ejemplo de los países que no tienen un Estado. Creo que lo dijo porque considera que es amorfo, gelatinoso, sin brújula, saqueado por grupos enquistados en él.

¿Cómo sabemos que los estados hacen las cosas de manera correcta?¿En qué fallan los Estados centroamericanos? ¿Actúan o no conforme la razón sus respuestas a las necesidades de la población? ¿Cómo se pueden cumplir mejor sus tareas? ¿Podemos cambiar la realidad guatemalteca que hemos heredado para que las instituciones sean más incluyentes? Nicaragua y El Salvador han optado por la vía autoritaria, la primera es una dictadura familiar, la segunda tiene la aprobación del voto popular. ¿Por qué acá el Estado ha abusado de la gente en favor de las élites en lugar de solucionar sus problemas y dar respuestas a sus problemas generales? ¿La clase política omitió o se alejó de su responsabilidad moral? ¿Los presupuestos públicos se han orientado como lo manda la Constitución? Las estadísticas muestran el tremendo subdesarrollo de Guatemala en casi todo y la inseguridad incluida.     

Nuestro Estado amorfo resulta del pleito por ver qué grupo toma el timonel de mando y, entonces, la nave va a la deriva. Así, cada institución o poder del Estado hace y deshace a su antojo. Los diputados en el Congreso provienen de docenas de mini partidos electoreros que han hecho su fiesta con el presupuesto anual este año, el mayor de su historia, con bolsones listos para la corrupción, mientras se les antojó duplicarse su salario sin mayor oposición.   Mientras el MP, los magistrados y jueces han pactado por defender a los indefendibles. Son  juez y parte y han liberado a muchos corruptos confesos, con una interpretación muy subjetiva de la ley.

¿Qué hacer con nuestras fronteras donde mandan los narcos? ¿Qué hacer con los constructores del pasado que continúan manipulando la obra pública de infraestructura porque los contratos vencen a futuro y el Estado les paga pese a que muchos de sus contratos son irregulares? En cuanto a la desprotección de nuestros ciudadanos que huyen del abandono estatal en múltiples sentidos, se vuelven migrantes que salen en búsqueda de trabajo para gozar de mejores condiciones de vida, a pesar de riesgos tremendos. ¿Cómo el Estado impulsará políticas para asegurar su inserción en el país a los que retornarán de Estados Unidos y asegurar su permanencia con trabajos en sus lugares de origen?   ¿Cómo volver a que el Banco Central de nuevo pueda financiar al Estado?   (Continuará).

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