Bebés, casa presidencial y dinero

Marcos Melchor Palencia

marzo 29, 2025 - Actualizado marzo 28, 2025
Marcos Melchor Palencia

Querido lector, espero que sepa que no soy organizador de eventos. No puedo planear una boda de ensueño en alguna iglesia de la Antigua ni una despedida de soltero en un buen club. Pero de algo puede estar seguro: la SAAS es experta en eso.

Si algún día está por casarse, va a tener un hijo o simplemente desea celebrar su cumpleaños como todo un aristócrata —con comida sorprendentemente barata, según lo presentado ante el Congreso—, lo invito cordialmente a dirigirse a la sexta avenida «a» 4-18, zona 1, Callejón «Del Manchén». No tiene pérdida.

Debemos aceptarlo: si realmente asistieron 130 personas a ese evento especial, la comida les salió prácticamente regalada. Pero no se preocupen, ya la devolverá el presidente. Tranquilos todos.

Y si en algún momento le surgen dudas sobre la decoración, no hay problema. La institución está acostumbrada a desplegar todo tipo de arreglos logísticos: desde finos manteles de seda hasta sofisticados dispositivos de seguridad. ¿Le preocupa el menú? No hay de qué. La Casa del Pueblo se ha dado el lujo de servir platillos exquisitos a precios que harían sonrojar a cualquier comedor popular.

Todo, por supuesto, en nombre de la austeridad.

Ahora bien, si lo suyo no es la ostentación sino la discreción, también hay opciones. Tal vez no encuentre las invitaciones en una licitación pública, pero le aseguro que la organización será impecable. Quedará anonadado. Un brindis aquí, un gasto justificado allá, y listo: su evento será un éxito sin que tenga que preocuparse por nimiedades como la transparencia.

¿Sabía que tienen piscina incluida? ¿Por qué no darse un chapuzón?

La transparencia y la rendición de cuentas son pilares fundamentales de cualquier gobierno democrático, y este caso no debería ser la excepción. Aunque el reembolso del dinero es un paso en la dirección correcta, no soluciona el problema de fondo: la falta de sensibilidad hacia las necesidades de la ciudadanía. Este tipo de acciones, aunque pequeñas en términos monetarios, tienen un impacto significativo en la confianza pública y en la percepción de la ética gubernamental.

Imagínese, señor presidente: si bloquean las calles cada vez que usted habla, ¿qué pasará con cada acción? Mejor tomémonos un merecido descanso. Ya estamos un poco desconcertados de tanto bloqueo.

Así que ya lo sabe, querido lector: la próxima vez que escuche que las instituciones estatales están para servir al pueblo, no lo dude. Hay quienes se lo toman muy en serio.

Solo asegúrese de estar en la lista de invitados.

Voy a escribirle al señor Palomo a ver si me deja celebrar mi próximo cumpleaños con ellos.

Ya recibirá mi invitación. Lo espero.

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