Quetzaltenango, conocida popularmente como Xela, una ciudad reconocida por su riqueza natural y cultural, celebró sus 500 años de fundación el pasado 15 de mayo. A propósito de las fechas de celebración la comuna organizó una serie de eventos para conmemorar este hito histórico. Desfiles coloridos, concursos emocionantes y carreras de atletismo, mientras que el Centro de Ferias y Mercados Cefermerq se convirtió en el epicentro de la celebración, ofreciendo a los asistentes la oportunidad de disfrutar de juegos mecánicos gratuitos.
El concejo municipal de Quetzaltenango aprobó un presupuesto de Q4 millones 150 mil para las actividades conmemorativas del 500 aniversario de la ciudad, según informa el medio Ojoconmipisto. Esta cifra, que representa una inversión significativa en las festividades, debería generar debate sobre la pertinencia del monto asignado y la eficiencia en su utilización.
La cultura guatemalteca tiene una fuerte tradición de celebrar eventos populares, pero no siempre generan un impacto positivo en la calidad de vida de la mayoría de la población. De la misma manera, las celebraciones de la independencia de septiembre deberían replantearse para que realmente reflejen los valores y aspiraciones del pueblo.
Es una burla para la ciudadanía gastar más de cuatro millones en una fiesta que no aporta nada positivo al desarrollo de Quetzaltenango. Ese dinero, utilizado en despilfarros, podría haber sido invertido en crear verdadero progreso, como por ejemplo, en las comunidades olvidadas del Valle del Palajunoj o zonas urbanas que lo necesitan con urgencia.
Son numerosas las comunidades rurales que han sido abandonadas por la comuna y otras entidades gubernamentales, Las Majadas, Llanos del Pinal, Xecaracoj, Xepaché, Tierra Colorada y Chuicavioc son algunas de muchas comunidades despojadas, excluidas y discriminadas; los niños suelen llegar como máximo a sexto grado de primaria debido a la falta de oportunidades de crecimiento y las precarias condiciones de vida. Obligados a buscar un futuro mejor, muchos se ven en la necesidad de migrar de forma irregular, engrosando las filas de aquellos que buscan el sueño americano en medio de condiciones precarias y expuestos a diversos riesgos. Algunas personas podrían preguntarse por qué hablo con tanta seguridad sobre estos hechos. La razón es que he trabajado de cerca con muchas familias de las comunidades que he mencionado anteriormente. No es solo cuestión de hablar sin fundamento, sino que he vivido de cerca la dura realidad que enfrentan estas familias.
Además del abandono en el que se encuentran las comunidades rurales, la situación en las zonas urbanas también es deplorable. Un claro ejemplo de la negligencia en el ámbito público es el parque Benito Juárez. Resulta inaceptable que se prioricen espacios con menos áreas verdes, como lo demuestra la propuesta del alcalde de instalar dos nuevas fuentes en el parque renovado, mientras que numerosas viviendas en la zona 3 carecen de agua potable. ¿Por qué se ignora la escasez de áreas verdes en Xela? ¿Acaso Xela se enorgullece del tráfico congestionado? ¿Acaso la mala administración pública durante estas décadas es motivo de celebración?
Fomentar la pertenencia cultural es un pilar fundamental de la identidad quetzalteca. Sin embargo, es preocupante que las celebraciones en Xela parezcan glorificar el desastre, la mala administración pública y las condiciones precarias que enfrentan los quetzaltecos. Incluso en zonas cercanas al centro de la ciudad, es fácil encontrar calles sin pavimentar, la falta de alumbrado público, la acumulación de basura y la inseguridad ciudadana son solo algunos ejemplos de la falta de interés de las autoridades. Es hora de exigir a las autoridades que asuman su responsabilidad y trabajen junto a la comunidad para construir una mejor ciudad.
Quetzaltenango celebra 500 años de historia, un recorrido marcado por batallas ganadas y perdidas. La ciudad ha demostrado su capacidad de sobreponerse a las adversidades y hoy se encuentra en un momento crucial para definir su futuro. Es necesario honrar el legado del pasado, pero también es fundamental mirar hacia adelante con esperanza. La lucha por mejorar la calidad de vida de miles de familias sigue siendo un desafío al que debemos sumarnos. Es hora de escribir una nueva historia, una historia marcada por el desarrollo sostenible, la equidad y las oportunidades para todos.
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